La agitación del amamantamiento | Vídeo

Hoy vamos a hablar de un fenómeno que es poco conocido, pero sin embargo es relativamente frecuente cuando se amamanta a niños de una cierta edad… es la agitación del amamantamiento, y es una experiencia bastante desagradable para la mamá que amamanta.

Dar el pecho es mucho más que alimentar a un bebé (o a un niño). Es una conexión especial entre madre e hijo, en la que en principio los dos están a gusto, disfrutando de ese momento… pero a veces esto puede convertirse en una experiencia muy desagradable para la madre, y no porque ella experimente algún dolor por grietas, un mordico o una mastitis. Es la llamada agitación del amamantamiento, y es algo que suele pillar por sorpresa a la madre, porque se produce en lactancias que ya están bien establecidas, después de mucho tiempo de disfrutar una lactancia en principio sin dificultades. Se ha visto ( a ojo, porque hasta hace bien poco no había ningún estudio al respecto), que este fenómeno ocurre especialmente en casos de lactancias con niños mayores, lactancias en tándem o en la lactancia durante el embarazo, aunque un trabajo reciente no ha encontrado diferencias entre madres lactando a un solo hijo, en tándem o estando embarazadas. Tampoco se encontró ninguna relación con la raza o la edad de las madres (Yate, 2017)

La agitación del amamantamiento consiste en una experiencia de rechazo intenso y repentino hacia la lactancia por parte de la madre, quien paradójicamente, sí desea seguir lactando pero se ve invadida por un fuerte torrente de sensaciones físicas y emocionales que le hacen sentir casi como inevitable el detener temporalmente la lactancia (por minutos, horas, días, o de manera indefinida).

Algunas mujeres explican este fenómeno con palabras como ira o rabia, malestar, irritación, agitación, resentimiento, una sensación de picazón en la piel, necesidad de desenganchar al niño, estar lejos de él o salir corriendo, etc… ::Podemos leer algunos testimonios de madres que han pasado por ahí: “amamantar se convirtió en una experiencia terrible”, “es como si pudieras convertir el sonido de clavos contra una pizarra en una sensación física”, “ojalá hubiera sido dolor, eso habría podido soportarlo”, “es algo superior a mí”, “me sentía incómoda, angustiada y enojada”, “solo quería salir corriendo” Una madre lo describía como si tuviera insectos recorriendo su cuerpo y no se los pudiera sacudir… Pero además de todas estas sensaciones desagradables, este fenómeno se suele acompañar por sentimientos de vergüenza y culpa por sentir este rechazo. También se acompaña de sentimientos de ambivalencia, confusión y conflicto interno, sobre todo en mujeres que tienen el firme propósito de continuar con la lactancia.

Pero, como ocurre con muchas otras cosas, la agitación del amamantamiento se puede vivir en diferentes grados, desde algo más leve, como dejar de disfrutar ese momento, a no poder soportar el dar el pecho y necesitar quitar o que le aparten inmediatamente al niño de encima. En cuanto a la frecuencia y duración también es variable. Algunas madres lo experimentan solo algunas veces, por ejemplo, dos o tres veces a la semana, o alrededor del ciclo menstrual o de la ovulación, mientras que otras lo experimentan cada vez que dan el pecho.

La agitación del amamantamiento es una experiencia muy difícil de comprender para quien no ha pasado por ella y para la cual no existe una explicación clara, aunque probablemente se deba a ciertos cambios o alteraciones hormonales. Un momento típico de aparición es durante el embarazo, de hecho, parece ser que afecta a más de un tercio de las madres gestantes que amamantan. Aunque hay mucha variabilidad, y en algunos casos puede aparecer desde el inicio del embarazo, en la mayoría de los casos aparece a mediados del embarazo.

No parece algo exclusivo de nuestra especie, ya que entre los mamíferos la agresión maternal no es extraña durante el destete, y es posible que durante el embarazo o cuando los niños crecen, nuestro cuerpo parezca tomar la decisión de que ha llegado el momento de destetar (aunque la madre no haya tomado esta decisión racionalmente). No se trata de un reflejo de la relación entre madre e hijo, ni si quiera de los sentimientos de la madre acerca de la lactancia, ya que ocurre en mujeres que pueden tener el firme propósito de continuar con la lactancia.

No se conoce bien la causa, pero durante el embarazo hay factores que contribuyen a la aparición de este fenómeno, como la mayor sensibilidad en los pezones o los cambios físicos y hormonales que experimenta el cuerpo de la mujer. Los factores hormonales parecen implicados ya que muchas mujeres relacionan estos episodios con sus ciclos menstruales o con la ovulación.

Cuando se presentan estas emociones ayuda mucho saber que es algo que sucede a muchas otras madres que se encuentran en una situación similar, ya que la culpa se puede volver muy intensa. Por esto, el entorno debe apoyar en todo momento a la madre proporcionándole recursos y aceptación de sus decisiones.

Un recurso de gran ayuda es contactar con alguien que conozca qué es lo que está sucediéndole; para ello, los grupos de apoyo a la lactancia son importantes, o bien contactar con una asesora de lactancia con experiencia en este tipo de situaciones. En muchos casos esta agitación o rechazo aparece durante algunas horas o días, y después desaparece, por lo que “hacer tiempo” es un recurso para muchas madres: espaciar las tomas, acortarlas, limitarlas o buscar estímulos distractores durante las tomas, etc. Desde la Liga de la Leche Internacional se propone que la madre se alimente mejor, tenga una buena hidratación, pueda descansar y dormir más y disponer de momentos a solas.

Si esta situación se prolonga y el malestar de la madre se mantiene, la agitación del amamantamiento acaba por ser el desencadenante del fin de la lactancia. Según Alba Padró, asesora certificada de lactancia y autora del libro “Somos la leche”, quizá este sea el objetivo de la agitación, precipitar el final de la lactancia para preparar a la madre para el cuidado del siguiente hermano.

No se conoce con exactitud a cuántas madres les sucede, qué porcentaje de ellas estaban embarazadas o dando lactancia en tándem, si es algo común a todas las culturas o si sólo sucede a mujeres blancas occidentales, no sabemos si puede haber efectivamente un disparador hormonal o si su origen se debe a otros factores relacionados con la madre, el hijo, estresores ambientales, etc. Por lo que debemos tomar con cautela todas estas experiencias e hipótesis hasta que existan más estudios que arrojen algo de luz sobre este fenómeno.

Recordad que ya está a la venta nuestro libro «Hijos y padres felices», en el que tratamos temas que van desde las rabietas hasta el sueño, pasando por la alimentación, lactancia, premios y castigos, límites, apego, colecho, etc.  ¡Os gustará!

Hijos y padres felices alberto soler concepción roger

Y si os preocupa el sueño de los más pequeños, podéis acceder ya al curso que hemos preparado junto a Escuela Bitácoras llamado «El sueño en la infancia». Un curso con cerca de 4 horas de vídeo en alta definición que os ayudará a encontrar el equilibrio entre las necesidades de descanso de adultos y niños, tan necesario para favorecer la armonía familiar. Y en un formato especialmente pensado para madres y padres. ¡No os lo perdáis!

El sueño en la infancia Alberto Soler

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

Tags: No tags

2 Responses

Responder

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.