Cómo poner límites y normas a los niños [Vídeo]

Como ya os decía cuando hablábamos de la autonomía, el tema de los límites y las normas es uno de los más importantes y que más nos preocupan a los padres en relación a la educación de nuestros hijos. Sobre límites y normas voy a hablar en la Píldora de Psicología de esta semana, ¡espero que os guste!

Cuando leemos acerca de estos temas, parece que hayan dos visiones opuestas a la hora de hablar de los límites: o bien se les considera el medio y el fin de la buena y correcta educación, o son poco menos que una herramienta de manipulación y maltrato a los hijos. Y sinceramente, creo que ambos puntos de vista llevan las cosas al extremo.

Desde la perspectiva del apego y la crianza respetuosa parece que exista un poco de aversión a mencionar la palabra “límite”, porque automáticamente se asocia con otros términos como “opresión”, “dictadura”, “conductismo”, “maltrato” y de ahí en adelante. Por esto, muchas veces se acaban haciendo verdaderas acrobacias terminológicas para evitar describir como límites cosas que, en lenguaje claro y llano, lo son, como por ejemplo, que tu hijo no pegue a otros, no falte el respeto a otras personas, o que no realice conductas que puedan poner en riesgo su salud y seguridad (o la de otros).

¿Cómo puedo poner límites a mi hijo?

Voy a centrarme en tres aspectos importantes a tener en cuenta a la hora de poner límites a nuestros hijos; primero os contaré por qué en verdad no somos nosotros quienes ponemos esos límites a nuestros hijos. Luego veremos cuáles son los límites innegociables y finalmente recordando la importancia del modelo que les damos:

No ponemos los límites, sólo se los mostramos

La mayor parte de los límites no se los ponemos los padres a nuestros hijos, sino que ya están ahí, forman parte del mundo y de la sociedad en la que nos encontramos.

Imaginemos que llega a nuestra empresa un nuevo compañero de trabajo. Probablemente en el primer café que tomemos con él o ella le expliquemos algunas cosas que debe tener en cuenta, como por ejemplo: fulanito es hermano del jefe, cuidado con lo que le dicesten cuidado con la hora de llegar que son muy estrictos, no te preocupes por la hora de comer que es flexible, etc. No somos nosotros los que hemos puesto esas normas, quizá no están ni escritas, pero queremos echarle un cable al recién llegado para que no tenga ningún contratiempo.

Del mismo modo, tampoco somos nosotros quienes decidimos que no se puede beber lejía, que es mejor no atiborrarse de chucherías, o que no se debe hacer daño a otras personas.

No lo hemos decidido, pero debemos ayudar a nuestro hijo a conocer cuáles son los límites y normas del entorno en el que vive. Porque uno de los principales hitos del desarrollo es la socialización, el pasar a ser un miembro más de la sociedad a la que perteneces. Y para ello hay un proceso clave, que es la internalización de las normas: es el proceso mediante el cual las normas dejan de estar marcadas desde fuera de nosotros y pasan a estar autorreguladas. Interiorizamos las normas y modos de funcionar de la sociedad a la que pertenecemos. En relación a este punto debemos tener en cuenta que este proceso no comienza hasta los 3 años de edad. Es a partir de entonces cuando evitamos pegar a otros niños no por miedo a las consecuencias de hacerlo, sino porque estamos comenzando a desarrollar el concepto de que eso, simplemente, no está bien.

Debemos ser selectivos en nuestras batallas: los tres límites innegociables.

Si pretendemos controlar y regular cada aspecto de la vida de nuestros hijos, es probable que el ambiente en casa sea irrespirable y que nuestro hijo, obviamente, se salte gran parte de esos límites que le hemos impuesto. Más que nada porque no puede atender a tanto límite y norma. No todo es tan importante. Mejor centrarse en esas pocas cosas que de verdad importan y ser más flexibles en el resto. Debemos prestar especial atención y ser inflexibles en tres temas: salud, seguridad y respeto a los demás. Lo que queda fuera de esto, puede tener mayor o menor importancia dependiendo de la jerarquía particular de valores de cada familia. Serían aspectos en los cuales podemos ser más flexibles y podemos ceder.

Seamos su modelo

Sabiendo que nuestra labor como padres implica ayudar a nuestros hijos a conocer y progresivamente internalizar aquellas normas más importantes de la sociedad a la que pertenecen, para ello es muy importante que actuemos como modelo, que respetemos aquellos límites y normas que tratamos de inculcar a nuestros hijos. Por lo general, si es un límite bueno y razonable para nuestro hijo, debería serlo también para nosotros. Si no hay una coherencia entre nuestra conducta y nuestros mensajes verbales, a nuestro hijo le va a resultar mucho más difícil hacer suyos esos límites.

En síntesis podríamos decir que los padres no somos quienes ponemos límites a nuestros hijos, sino que estamos a su lado para ayudarles a comprender el funcionamiento del mundo en el que viven, indicándoles qué pueden hacer y qué no, qué es seguro y qué es un riesgo, y qué es conveniente para su salud. Nuestra misión es estar a su lado, guiarles para que se adapten del mejor modo posible a su entorno.

Si os gustan estos vídeos os invito a que os suscribáis al canal de Píldoras de Psicología en YouTube para enteraros antes que nadie de cada nuevo vídeo, poder dejar comentarios, recomendaciones y compartirlo con vuestros contactos. Si tenéis alguna sugerencia acerca de temas que os gustaría que tratara en el videoblog, podéis escribirme a: pildoras@albertosoler.es/

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

Tags: No tags

4 Responses

Responder

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.