Historia de una rabieta: «no aceptas un no por respuesta» | Vídeo

Laura tiene 3 años y está en el parque con su padre. De repente ve a un amigo ir tiene un juguete que quiere pero al no dejárselo estalla en una rabieta. Es entonces cuando su padre le dice una frase que ya conoce muy bien: «es que no aceptas un no por respuesta» Lo que su padre no sabe es qué es lo que ha llevado a su hija a esa situación. Hoy lo vamos a intentar analizar.

Ya os he hablado en otras ocasiones de las rabietas. Es un tema que me gusta tratar mucho en mis charlas, porque afectan a todas las familias en un momento u otro. Lo que se conoce como rabieta es la manifestación de la frustración de un niño ante un deseo que no puede cumplir, y son unas respuestas especialmente frecuentes entre los 2 y 4 años de edad (aunque son posibles antes y después de estas edades). Es muy importante que tengamos en cuenta que las rabietas constituyen un fenómeno normal dentro del desarrollo infantil, tan normal como el llanto de un bebé cuando tiene hambre, como el gateo o como la dificultad de controlar el pipi y la caca. Al igual que comprenderemos estos fenómenos como parte normal del desarrollo, es importante enmarcar las rabieta dentro de ese mismo conjunto de características del niño, que están profundamente marcadas por su desarrollo físico y cognitivo. Si tenemos en cuenta que las rabietas son un fenómeno normal, la actitud que tendremos hacia ellas será mejor que si pensamos que es una enfermedad o desviación que requiere de “mano dura para que el niño no se malcríe“.

Nuestros hijos no tienen casi margen para tomar decisiones; prácticamente desde que se levantan hasta que se van a la cama deben seguir un camino que (como no podría ser de otro modo) les hemos marcado nosotros. Pero que no tengan la madurez para tomar ciertas decisiones no significa que no les produzca gran frustración el no poder tener más control sobre sus vidas. Cuando acaba el día la mayoría de niños han escuchado cientos de veces la palabra “no” yhan descubierto innumerables límites. Pero su capacidad para poder gestionar toda esta frustración todavía es muy limitada. Por ello es muy importante que empaticemos con ellos, su día a día no es tan sencillo como muchas veces creemos. Comprenderles y empatizar nos hará capaces de gestionar de un modo mucho más amable estas situaciones en las que sus emociones (y muchas veces también las nuestras) se desbordan.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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