Jornada escolar continua: ¿perjudicial para los alumnos?

Llama la atención que después de más de dos décadas de implantación de la jornada escolar continua en nuestro país, no existan estudios oficiales sobre la relación entre el tipo de jornada y el rendimiento académico de los alumnos. Sin embargo, si nos fijamos en los datos, las regiones en las que hay mayor adopción de la jornada continua también son las que tienen peores resultados académicos y mayores tasas de repetición de curso: ¿por qué?, ¿hay una relación? Vamos a ver…

El otro día estuve en una reunión del AMPA del cole de mis hijos y se trató el tema de la jornada escolar continua. Me ofrecí voluntario para buscar algo de información, así que decidimos leer sobre este tema y encontramos una guía escrita por el departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València de este miso año, 2017, donde se revisan los estudios que existen hasta la fecha sobre la jornada escolar continua; pues bien, hoy os voy a hacer un resumen de algunas de las cosas que he encontrado más interesantes de esta guía, y quien quiera leerla entera con más calma, la dejo enlazada en el post que acompaña a este vídeo.

Todo empieza con las reformas educativas de los años 90 en España, cuando algunas comunidades autónomas empezaron a plantearse la posibilidad de la jornada continua. Este cambio comenzó sobretodo por centros públicos de secundaria y posteriormente se sumaron los de primaria e infantil.

Un primer elemento a tener en cuenta es que este cambio surge, no como una innovación de mejora docente, sino como una demanda laboral del profesorado. Esto puede explicar su éxito en la escuela pública y su escasa presencia en la escuela privada y concertada.

En el caso de la Comunidad Valenciana, que es donde vivo, existe un informe oficial del año 2015, en el que se alertaba de que en 8 de los 9 centros piloto en los que aplicaron la medida, había descendido los resultados en las pruebas diagnósticas, por lo que no recomendaban la implantación de esta medida.

Y es que hay sospechas razonables que apuntan a una posible relación entre la jornada escolar continua y un empeoramiento del rendimiento académico, de hecho así lo han apuntado también trabajos publicados en revistas especializadas, el informe de expertos de la Generalitat Valenciana de 2015, el pronunciamiento del Presidente del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos, o incluso la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, desde la que se dice textualmente: “En general, no hay datos concluyentes en este aspecto, ni excesivo acuerdo. Normalmente la jornada continua es buena para los profesores pero no para los padres, y creemos que para los niños tampoco”.

Más allá del caso español… ¿qué dicen las investigaciones?

En diferentes investigaciones se ha visto que el reparto de los tiempos en la escuela, es tan importante o más que la cantidad de horas totales. Es decir, que la forma en la que se reparten estas horas es muy importante en los resultados académicos.

Existen muchas evidencias de que la atención de los alumnos no es igual a lo largo del día, sino que hay momentos de mayor y menor atención. Alrededor de las 11 o 12 del mediodía y alrededor de las 4 de la tarde, la capacidad atencional es mayor, mientras que a primeras horas del día y alrededor de la 1 o las 2 de la tarde la capacidad de concentración es menor. Pero no sólo esto, además, a diferentes edades también se ven diferencias; por ejemplo, los adolescentes muestran un retardo en estas curvas de atención, por lo que para ellos el rendimiento es mejor por la tarde que por la mañana, y bastante peor a primeras horas de la mañana. Como señalan en la guía que os estoy comentando, “el tiempo de enseñanza que no se sincroniza adecuadamente a las necesidades y características del alumnado es, en buena medida, tiempo perdido además de una pérdida de tiempo”.

El descanso largo a mediodía, esto es, la jornada partida, ayuda a manejar la caída en los niveles de alerta que suceden en este periodo. Emplear este tiempo en clases, no es el equivalente a ese tiempo después del descanso, ya que después de este descanso se puede mantener nuevamente la atención, y el tiempo de clase puede ser realmente tiempo de aprendizaje.

Se ha visto que concentrar tanto los horarios (lo que es la jornada continua) perjudica más a quién más dificultades tiene, porque se fatiga más pronto. Entonces, los alumnos más brillantes podrían tener cierta ventaja para compensar los efectos de la fatiga, mientras que los estudiantes con mayores dificultades, se verían más afectados por el cansancio, con lo que al final la distancia entre unos y otros aumentaría. Los más capaces seguirían con buenos resultados, mientras que los que tienen más dificultades se hundirían.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que nuestro país hay una carga lectiva bastante alta, que junto con el menor número de días lectivos que tenemos en comparación con otros países de nuestro entorno, da como resultado una jornada lectiva mucho más intensa (se está dando más carga en menos días). Además, aquí recurrimos mucho a los deberes, clases de repaso, profesores de apoyo y actividades extraescolares, etc. por lo que esa carga en realidad es mucho mayor. Pero como vemos, esta mayor carga no implica mejores resultados, como podemos comprobar en los informes Pisa.

¿Y qué ocurre en Europa?

La jornada escolar continua es la excepción en Europa. De hecho, en estos momentos la tendencia es a implementar la jornada partida. En Europa es muy frecuente la pausa larga para comer, y de hecho, esta pausa se utiliza como parte del proceso de aprendizaje, por ejemplo, en cuestiones como la higiene, hábitos alimenticios saludables, reciclaje) por parte de los docentes. Y es que en el cole no sólo se aprenden mates y lengua…

El debate sobre la jornada escolar continua

En resumen, podemos ver como se defiende la jornada escolar continua en nombre de la mejora pedagógica, cuando las evidencias señalan lo contrario, que puede suponer un serio deterioro en el rendimiento, especialmente en los casos de alumnos con menos recursos. Se defiende en nombre del derecho de los profesores a compactar su jornada, pero esta mejora laboral no puede hacerse a costa de la calidad del servicio que se presta y, sobretodo, con un perjuicio a los alumnos.

Además, se defiende como una medida que favorecería la conciliación familiar, cuando para la mayoría de las familias supondrá de hecho todo lo contrario, ya que la mayoría de las y los trabajadores no disponen de esta jornada intensiva, y es que la jornada escolar partida se sincroniza mejor con las jornadas laborales, las costumbres y los husos horarios de nuestro país, en particular con los de la gente ocupada.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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