Los peligros de coger a tu hijo en brazos [Vídeo]

Todas las madres (y en menor medida padres) han escuchado en algún momento esa frase: «no le cojas tanto en brazos, que se acostumbra». ¿Se puede acostumbrar un bebé a que le cojan en brazos?, ¿por qué hay veces que se ve el coger en brazos a los bebés como algo peligroso? Sobre todo esto hablo hoy, ¡espero que os guste!

Como os cuento en el vídeo, sí, por supuesto que un bebé puede acostumbrarse a que le cojan en brazos. Por pequeño que sea se puede acostumbrar a que le traten bien, a que sus necesidades sean atendidas, a que su bienestar sea importante para sus padres, a que el cuidado forme parte de las relaciones humanas. De hecho, que un bebe se acostumbre a todo esto debería ser uno de nuestros objetivos como padres.

He visto a muchos padres que incluso tienen que excusarse cuando su hijo llora y le cogen en brazos para atenderle y consolarle. Se justifican, ponen excusas, se inventan argumentos cuando, simplemente, están siguiendo su instinto: cuidar y consolar a su hijo. ¿Por qué hay padres que sienten que están haciendo algo malo cuando cogen a su hijo en brazos durante cierto tiempo o con cierta frecuencia?

Durante algunos años ha estado de moda una visión de la crianza en la cual se veía la relación entre padres e hijos como una batalla, un pulso de poder entre un pequeño y autoritario mocoso contra sus inocentes e insomnes padres. Esta visión, que ha llegado a ser muy popular, ha hecho creer a muchos padres que coger a sus hijos en brazos los iba a convertir en adultos impulsivos, con baja tolerancia a la frustración, drogadictos en potencia que de pequeños aprendieron que podían tener en la vida todo lo que quisieran. Y estos padres, en contra de su instinto, actuaban del modo que les habían dicho que era mejor: dejando llorar a su hijo, no cogiéndole en brazos, encerrándole en una habitación oscura con pocas semanas de edad para que se acostumbrara a dormir solo, negándole por sistema cualquier demanda para que no se acostumbre.

Afortunadamente las cosas hace muchos años que están cambiando; las investigaciones acerca de la formación del vínculo entre el niño y sus padres ha encontrado que el desarrollo de un apego seguro es una pieza clave para lograr adultos fuertes e independientes. Y este apego seguro se logra gracias al contacto, a la disponibilidad, a la respuesta sensible a las necesidades del bebé, etc. Aquello que se pensaba que era bueno, resultó no serlo: dejar llorar a un niño, no atender sus necesidades, demorar la respuesta, etc. no son formas válidas de transmitir seguridad y, por tanto, facilitar la independencia del niño, más bien todo lo contrario.

Nos iría mucho mejor tanto a nivel individual como social si comprendiéramos que la crianza y la educación de los hijos no son una batalla constante. No tenemos que demostrar nada. Nuestro hijo no es el enemigo a batir sino un proyecto de adulto que requiere todo de nosotros no sólo alimento y techo, sino también afecto. Gracias a ese afecto y a la calidad del apego que tenga nuestra relación, construirá las bases que le permitirán explorar el mundo y desarrollar su independencia de manera segura.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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