¿Qué música pones a tus hijos?

Existen muchos mitos entorno al tema de la música para los bebés y los niños pequeños. Hay padres que están comprometidos desde antes del nacimiento poniéndoles Mozart para, supuestamente, que sean más inteligentes. Los hay que no les ponen música en absoluto y en su casa reina el silencio. Hay casas en las que, en vez de música, siempre suena la TV de fondo. Están los que compran todos los discos de nanas que encuentran en la fnac. Y también están los que comparten con ellos la música que oyen. ¿Qué es mejor? Como en todo, no hay una opción que sea “la buena” (bueno, la de la TV es mala, eso sí), sin embargo creo que es un tema importante sobre el que reflexionar. Pero no me voy a andar con excusas: me encanta la música, y os lo reconozco: esta es la forma que he encontrado para escribir un artículo sobre música en mi blog sobre psicología. ¡Espero que os guste! 😉

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El «efecto Mozart»: toma el dinero y corre.

Se ha convertido en una creencia popular el hecho de que si un bebé escucha mucho a Mozart será más inteligente, es lo que se conoce como “efecto Mozart”. En 1993 Gordon Shaw publicaba un estudio en Nature en el que se concluía que, en ciertos tests de inteligencia, se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart. Poco después, el músico y empresario Don Campbell vio negocio y publicó numerosos libros y discos bajo la premisa de que escuchar a Mozart iba a hacer más inteligentes a los niños.

Pero más adelante numerosos estudios desmintieron a Shaw: no existía tal «efecto Mozart», pero el negocio ya estaba creado. Está claro que oír a Mozart no le hará daño al niño, pero sí puede tener un efecto negativo: quizá los bienintencionados padres acaban priorizando el ponerles estos CDs (o su análogo televisivo Baby Einstein, mismos perros con diferentes collares) por encima de simplemente hablarles, cuando ha quedado sobradamente demostrada la importancia de hablarles por encima de cualquier otra estimulación como la música, TV o programas interactivos. Si quieres que tu hijo sea más inteligente, olvídate de Mozart y háblale mucho.

Entonces, ¿qué música le pongo?

Vale, entonces descartamos Mozart, al menos como estrategia para fabricar superdotados. Entonces, ¿qué música les ponemos? No es necesario que los niños escuchen “música para niños”, pero es importante reflexionar sobre qué música es mejor que oigan. Piénsalo: tus gustos musicales dicen mucho de ti, hay unos valores detrás de cada canción y cada disco que escuchas, y eso se les transmite.

Aunque cuando son muy pequeños no son conscientes del contenido de la letra de las canciones, cada vez lo van siendo más. Además, el habituarse a unos determinados estilos musicales puede acabar influyendo en sus gustos adultos. A su vez, estos gustos se relacionan con determinadas actividades, amistades, estilo de ocio, vestimenta, consumo de drogas, etc.

Pero no, no puedes programar el futuro de tu hijo por la música que le pones. La clave aquí es ser consciente de la importancia de las experiencias tempranas en un cerebro en desarrollo: lo que escuche de pequeño tendrá influencia en sus preferencias adultas.

Si lo que tienes hoy es un bebé, la música que le gustará muy probablemente sea la que tú le pones. Igual que les gusta la comida que han probado más veces, les gusta la música que más han escuchado. Si lo que tienes es un adolescente, probablemente tendrá ya sus propios gustos musicales, pero alguna influencia habrá tenido todo lo que haya escuchado años atrás.

Los valores tras la música

Puedes usar la música para explicar a tu hijo la realidad del mundo en el que vive. Como puerta de acceso a un determinado tema es tan válida como cualquier otra. La música constituye una oportunidad magnífica de educar y transmitir valores. Veamos algunos ejemplos.

Sabina es un gran compositor, pero también un tanto misógino como bien demuestran muchas de sus letras. Su canción Y sin embargo muestra un modelo de relación que me cuesta imaginar que quieran todas las mujeres que le corean en los conciertos:

No debería contarlo y sin embargo
Cuando pido la llave de un hotel
Y a medianoche encargo
Un buen champán francés
Y cena con velitas para dos
Siempre es con otra, amor, nunca contigo
Bien sabes lo que digo.

¿Otro ejemplo de Sabina? Contigo.

Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.

No, no me estoy poniendo quisquilloso ni estoy rizando el rizo: hablo de dependencia emocional, y es algo que a nadie nos gustaría para nuestras hijas. No, el amor no duele. No tiene que ser intenso para ser verdadero. El amor no es dependencia.

Pearl Jam también hablan de dependencia emocional en Better Man, pero de un modo muy diferente. Hablan de una mujer que se ha conformado a malvivir con un marido alcohólico al que teme y que no le trata bien. Pero tiene un concepto tan bajo de ella misma que no cree que pueda encontrar a nadie mejor. Todos hemos conocido a alguien en esta situación:

Se engaña y se dice que le quiere
Pero no puede encontrar a nadie mejor
Ella le quiso,
Ella no quiere vivir de esta manera
Ella le necesita
Y por eso volverá con él
Porque no puede encontrar a nadie mejor

Por otro lado tenemos a Extreme, quienes nos hablan de que para expresar el amor hace falta mucho más que palabras. No basta con decir te quiero, hay que demostrarlo. Las palabras pueden ser muy bonitas, pero se las lleva el viento. Los hechos perduran.

«Te quiero» no son las palabras que quiero oír de ti.
No es que no quiera que lo digas
Es tan sólo que si supieras lo sencillo que sería
Mostrarme cómo te sientes
Más que palabras es todo lo que tienes que hacer

Pero dejémonos de sutilezas y vayamos a por una cumbia:

«Casi la mato señor juez, no me arrepiento es la verdad. Yo sé que usted va a comprender, sobre la vida he de jurar: ¿Cómo se puede perdonar esa traicion de un modo natural? La encontre con otra mujer entre sus brazos, no se imagina usted qué grado tan amado. Si fuera con otro hombre no importaría, no comprendí esa ironía de la vida. Le disparé sin importarme si moría. Y diga señor juez, ¿qué haría en mi lugar al ver su vida así desvanecer? Por eso, señor juez, si salgo en libertad, le juro que esta vez la matare. Le juro que esta vez la matare.»

Sí, eso es una canción. De un grupo llamado Los Chakales. Rebosa valores, pero de los malos. Puede que esta canción te resulte muy graciosa (yo prefiero callarme respecto a lo que me produce), pero piensa qué le dirás a tu hija o a tu hijo cuando te pregunten qué significa su letra.

Comparemos esta canción con una, en este caso, de Extremoduro (sí, alguna letra para todos los públicos también tienen) en la que Robe canta sobre el amor, el inconformismo y la libertad:

Hay que dejar el camino social alquitranado
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas
hay que volar libre al sol y al viento
repartiendo el amor que tengas dentro.
Ama, ama y ensancha el alma

Todo esto son tan sólo algunos ejemplos que me han venido a la cabeza de diferentes formas de transmitir valores mediante la música. Aún cayendo en el riesgo de generalizar, es cierto que diferentes géneros musicales tratan predominantemente diferentes temáticas y transmiten diferentes valores. Hay estilos musicales que tienen un contenido mucho más machista, hay otros que incitan al consumo de sustancias, otros a la reflexión, a la diversión, etc. Y siempre hay excepciones, muchas.

La música que yo les pongo

Mis hijos ya tienen año y medio y, al igual que no cocinamos nada especial para ellos sino que comen lo mismo que nosotros (por lo que nosotros debemos comer todos bastante sano), tampoco les pongo música «especial» para niños. Nunca lo hemos hecho. Escuchan lo mismo que nosotros. Y esto varía en función del día y del momento del día. Cuando estamos jugando o en momentos de más actividad, suele sonar bastante Pearl Jam, AC/DC, Smashing Pumpkins, Nirvana, Foo Fightrers, Oasis, Green Day, The Frames, Mastodon, Soundgarden y, por supuesto, The Beatles. Todos estos grupos tienen canciones que les encantan (sienten debilidad por AC/DC), bailan y se lo pasan pipa. Cuanto más marcado sea el ritmo, más les gusta.

Pero cuando toca estar tranquilos, sobretodo a la hora de dormir, les ponemos pop y folk para ayudarles a bajar revoluciones. Damien Rice, Sufjan Stevens, Angus & Julia Stone, Mic Christopher, Bat for Lashes, Beirut, Belle and Sebastian, Nick Drake, Bon Iver, Iron & Wine, Fleet Foxes, Ray Lamontagne, Glen Hansard y, por supuesto, The Beatles suelen sonar en estos momentos. Todos los días se duermen escuchando la misma lista de reproducción, lo que les ayuda a conciliar el sueño.

¿Cuándo ponemos música?

En casa nunca encendemos la TV mientras los niños están despiertos. Las recomendaciones al respecto son unánimes, por ejemplo, la AAP insiste en que los niños no deberían tener ninguna exposición a pantallas como mínimo hasta los dos años, y ésta debería ser muy limitada a partir de esta edad. También se ha demostrado que tener la TV de fondo aunque no se le preste atención tiene repercusiones muy negativas en el desarrollo del lenguaje. Por este motivo, y porque nos gusta mucho la música, en casa prácticamente a todas horas está sonando música.

Ya he comentado un par de momentos importantes: cuando jugamos y para dormir. El momento del baño o los desplazamientos en coche también dan mucho juego con la música de fondo. Pero sobretodo la hora de las comidas se vuelve un momento muy divertido con la música, de repente suena una canción que les gusta y se ponen los dos a bailar en sus tronas, nosotros les seguimos el ritmo, nos reímos mucho, y a veces hasta la comida acaba volando por el aire (bastantes veces, la verdad). Estos momentos se acaban convirtiendo en algo muy especial que, con la TV encendida, nos estaríamos perdiendo.

En resumen

Como he comentado, no es necesario tener que recurrir a música de muy dudosa calidad para crear un ambiente agradable con tus hijos. Además, mucho más que sonido de fondo la música es una excusa perfecta para educar y transmitir valores, porque es la puerta de acceso a numerosos temas y situaciones que ayudan a comprender el mundo en el que vivimos. Aunque seas padre no tienes por qué renunciar a tus preferencias y gustos musicales: utiliza la música en los momentos de juego, en la siesta, en tus desplazamientos, y transmítele esa pasión a tus hijos. De mayores te lo agradecerán.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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