Cirugía estética y psicología

Esta semana se publica en la revista Mía un reportaje sobre la cirugía estética, en el cual he colaborado con una pequeña entrevista; dado que finalmente en la publicación sólo han incluido una pequeña parte de la misma, a continuación os reproduzco el contenido completo, para todos aquellos que os pueda resultar de interés.

¿Cuándo estaría contraindicado, por el bienestar psicológico de la paciente, una operación de cirugía estética como el aumento de pecho?

Hay determinados casos en los que una intervención de cirugía estética estaría contraindicada desde un punto de vista psicológico. Tales casos engloban aquellos en los que, bien existe un trastorno de la percepción corporal (por ejemplo, trastorno dismórfico, anorexia y bulimia nerviosas, etc.) o bien hay una alteración en el juicio o en la capacidad de toma racional de decisiones (por ejemplo, trastorno bipolar, manía, esquizofrenia y trastornos delirantes, trastornos de la personalidad, etc.).

No obstante, hay casos en los cuales no estaría recomendada una intervención estética, aunque no estén presentes trastornos psicológicos como los antes mencionados. Estos casos serían aquellos en los que el paciente tiene unas expectativas poco realistas respecto a los resultados que pueda tener la intervención, cuando la autoestima depende excesivamente del aspecto físico, etc.
Por este motivo, es imprescindible una correcta valoración psicológica que pueda evitar consecuencias físicas y emocionales negativas tras la intervención.

¿En qué casos se considera que puede repercutir positivamente en su bienestar general? ¿Cómo la beneficiaría?

Por un lado, en aquellos casos en los que se ha producido algún tipo de mutilación física (como consecuencia de un accidente, la masectomía por cáncer de pecho, etc.) es necesaria y positiva tal intervención quirúrgica; en estos casos, no se habla de cirugía estética sino de cirugía plástica reconstructiva.

Por otro lado, sin existir lesiones traumáticas, también hay casos en los cuales pueden existir motivos objetivos por los cuales la paciente puede no estar satisfecha con su cuerpo, como por ejemplo, un tamaño excesivamente pequeño (o grande) de los senos. En tales casos, la intervención estética puede estar aconsejada y ser beneficiosa para la salud física y mental de la paciente, siempre que ésta tenga unas expectativas ajustadas y una visión objetiva de su cuerpo. La paciente, bajo estos supuestos, puede lograr una mejora en su autoconcepto así como repercusiones positivas a nivel emocional y social.

Finalmente, nos encontramos con el resto de la población, que no presenta elementos que contraindiquen o desaconsejen este tipo de intervenciones; estas personas, en ocasiones deciden someterse a este tipo de intervenciones pese a no resultar necesarias desde un punto de vista médico o psicológico. En estos casos, prima la decisión individual de someterse a tales operaciones, siempre que las valoraciones médicas y psicológicas no lo desaconsejen.

¿Puede producirse una reacción inesperada tras la operación (en el sentido de que la paciente no termine de verse en su nuevo aspecto)? ¿Cómo se supera una situación así?

Tras una intervención estética, existe un periodo de adaptación a la nueva figura corporal. En muchos casos tal adaptación es positiva, pero en otros esta nueva imagen no es aceptada por la paciente; como consecuencia de ello, pueden aparecer alteraciones emocionales, que en ciertos casos tratan de compensarse sometiéndose a nuevas operaciones relacionadas o no con la anterior, pudiendo desembocar en gran número de intervenciones estéticas que nunca acaban por lograr que la paciente se sienta plenamente satisfecha con su aspecto.

En estos casos, una adecuada intervención psicológica puede ayudar a la paciente a obtener una percepción más adecuada de sí misma, interrumpir la sucesión de operaciones y lograr una mejor autoestima. No obstante, una correcta evaluación psicológica previa puede detectar este riesgo y desaconsejar la intervención quirúrgica reorientando la intervención hacia una aceptación de la propia imagen corporal y mejora de la autoestima.

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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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