“El secreto de la felicidad, como ves, no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos.” – Sócrates
Esforzarse por crecer y mejorar es deseable y positivo, pero en ocasiones podemos caer en una insatisfacción crónica, por la cual perdemos la capacidad de disfrutar con aquello que tenemos. Nos esforzamos por mejorar nuestras vidas, a menudo movidos porque no estamos satisfechos (no somos felices) con cómo son las cosas. Si no nos gustamos, no nos gusta cómo nos vemos, tratamos de mejorarnos a nosotros mismos. Si no nos gusta nuestra casa, nos esforzamos por trabajar más duro para conseguir una mejor. Queremos que todos a nuestro alrededor también mejoren, así que les empuja a cambiar, y nos sentimos frustrados cuando no lo consiguen.
Esta es una lucha que nunca acaba. Cuando no estamos satisfechos con cómo son las cosas, incluidos nosotros mismos, hacemos cambios, pero entonces, ¿qué sucede? Seguimos insatisfechos, porque la raíz de ese problema no son las cosas que nos rodean (o de cómo nos vemos, etc), si no nuestras expectativas y nuestra baja capacidad de aceptación.
Esperamos que las cosas sean diferentes, y esto significa que siempre somos, de algún modo, infelices. Si las cosas no se ajustan a nuestras expectativas, tratamos de corregir este problema intentando cambiar el mundo que nos rodea, tratando de lograr que los otros cambien, tratando de cambiarnos a nosotros mismos. Nos sentimos obligados a gastar, consumir, comprar más cosas… lo cual en muchas ocasiones tiene su origen en esta insatisfacción vital.
Debemos tratar de simplificar nuestras vidas para poder superar esta compulsión, pero sólo podremos lograr este objetivo si nos dirigimos a la raíz del problema: nuestras expectativas.
Tómate un momento y observa las cosas que están a tu alrededor. ¿Estás contento con ellas, o te gustaría que cambiasen? Piensa en lo que haces cada día, y pregúntate si estás satisfecho con tu vida diaria, o si te gustaría un cambio. Piensa en las personas que te rodean en tu vida, y pregúntate si estás satisfecho con ellas, o si te gustaría que cambiaran. Piensa en ti mismo, y observa si hay cosas con las que no estás satisfecho, si quieres cambiarte a ti mismo.
Ahora, para cada cosa que has pensado que necesita cambiar, trata de detenerte por un momento y pensar si puedes simplemente aceptar cada una de ellas, tal y como son en este momento. Pregúntate si puedes aceptar a cada persona en su vida por lo que son, exactamente como son. Pregúntate si puedes aceptar tu cuerpo tal cual es, sin la necesidad de cambio.
Para hacer este ejercicio se necesita práctica, así que si te resulta difícil en un primer momento, no te desanimes.
Esto no quiere decir que nunca vayamos a cambiar nada. Podemos y debemos desarrollar hábitos saludables y hacer que nuestros cuerpos y nuestra vida sea saludable a través del tiempo, pero podemos lograr al mismo tiempo ser felices con lo que ya somos. El cambio es inevitable, positivo y necesario, pero no requiere necesariamente que no aceptamos las cosas como son, que no podamos estar satisfechos con las cosas tal como ya lo son.
Una vez que lleguemos a ser felices con las cosas, personas y con nosotros mismos tal y como son, podremos sentirnos completos sin la necesidad de consumir para llenar un hueco en nuestras vidas. Simplificar nuestra vida se convierte en una posibilidad, porque una vez estamos satisfechos con las cosas tal como son, ya podemos ser capaces de eliminar aquello que es innecesario y disminuir nuestras necesidades.
Este artículo está inspirado en el escrito por Leo Babusta en mnmlist: http://mnmlist.com/ok/
¿Te ha interesado el artículo? Puedes hacer click en la imagen de abajo para descargártelo en formato pdf.
Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
Aunque la intención es buena, y el consejo aplicable, creo que se olvida explicar que, de partida, debemos tener cubiertas las necesidades consideradas básicas. Si ampliáramos las expectativas a lo que cada cual considerase básico, el error de partida, podría ser mayor.
Claro que rebajar las expectativas y el deseo de consumir es necesario para no vivir frustrados, pero si ya estamos con menos de lo justo, ¿se nos puede pedir esa rebaja? Sí, se nos puede pedir. Siempre podemos vivir con menos, y volver a la selva a colgarnos de los árboles.También deberemos tirar la Tv, bajar el volumen de la radio, desconectarnos de Internet y cerrar los ojos si salimos a la calle, porque todo eso nos invita a lo contrario.
Toca a cada cual analizar lo que considere básico, y después de leer el optimista artículo de Alberto y tapar el comentario de Reinaldo, tiremos la toalla ante el desarrollo económico y la mejora de nuestra calidad de vida, y busquemos la felicidad en lo minimalista… Esto es?
Podemos poner ejemplos de dónde está el límite inferior de las expectativas de cada uno. Sólo hay que darse un paseo por los barrios humildes de las ciudades y descubrir cuán afortunados somos de poder comer carne y poder ir al cine de vez en cuando… Pero olvídate de pagar los estudios superiores a tus hijos, o de irte unos días de vacaciones a Torrevieja.. Me río por no llorar.
Formo parte de los mal llamados trabajadores pobres, y me han pillado en un momento bajo de mi ya pesada vida, pero no por eso, soy conformista… Quizás esto, es lo que me hace infeliz.
[…] en un mundo donde el dolor apenas tiene cabida; se nos transmite que el bienestar consiste en disfrutar de forma inmediata, cuanto más mejor, sin que haya ninguna dificultad ni contratiempo. Hasta el punto que la sociedad actual llega a demonizar el dolor como algo anormal, como algo que […]
[…] Vivimos en una sociedad que se mueve muy rápido, en la que pensar y ser crítico es incómodo. Bajar la velocidad llega a ser algo revolucionario, porque nos permite mirar a nuestro alrededor y analizar críticamente lo que […]
Estoy cansado de leer siempre lo mismo. Tú hablas desde una posición falsa. Hablas desde la postura del que tiene solucionada su casa, su comida y su bienestar, por eso te atreves a aconsejar esta banalidad. Los que sufrimos para comer a diario, atemorizados por no saber si el mes que viene vamos a poder pagar la casa, con la familia lejos, estas frases y opiniones que dices no son más que ideas del que ha estudiado pero no ha experimentado.
Tú tienes dinero para tener una casa agradable, llevas a tus hijos a un buen colegio, ganas el dinero suficiente para no preocuparte si mañana hacer macarrones y echarle tomate o no.
Yo no puedo simplificar más mi vida porque estoy en el límite de esa simplificación. Mi lucha y la de millones de personas (a las que tú conoces por televisión) es por comer y mantener un techo. No nos preocupamos por el nuevo IPhone.
Así que por favor, mide mejor lo que escribes. Te cuento una anécdota que te va muy bien. En una ocasión el escritor Muñoz Molina escribió un artículo diciendo que se jugaba la vida en cada página que escribía. Al día siguiente, un grupo de mineros asturianos Le respondieron que cómo se atrevía a decir eso, que no tenía ni idea de lo que era jugarse la vida. Entonces Muñoz Molina viendo la boutade que había soltado, rectificó y pidió perdón por haber dicho esa memez.
Toma nota.