felicidad

9 ideas para ser más feliz

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Es obvio que existe una fuerte relación entre el éxito y la felicidad; pensemos, simplemente, cómo nos sentimos cuando obtenemos un ascenso laboral, unas buenas calificaciones académicas, etc. 

Pero, ¿es el éxito el que lleva a la felicidad, o puede que la felicidad también nos lleve al éxito? 

Según la Dra. Sonja Lyubomirsky  y cols., parece que la felicidad puede llevarnos a tener más éxito. Estos investigadores llegaron a tal conclusión al realizar determinados experimentos en los que inducían un estado de ánimo positivo o negativo a un grupo de personas; posteriormente, evaluaban la calidad de su ejecución en determinadas tareas, observando que los grupos con mejor estado anímico obtenían mejores puntuaciones. 

En estos estudios , además, encontraron que las personas más felices se caracterizaban por realizar determinadas conductas con más frecuencia: 

  1. Hablar con la gente.
  2. Interesarse por actividades de ocio: salir con los amigos, ir de vacaciones, salir a cenar, etc. 
  3. Disfrutar esas actividades sociales más intensamente.
  4. Resolver con eficacia los conflictos: tienen mayor tendencia a colaborar para resolver un conflicto que a evitarlo.
  5. Ayudar a los demás.
  6. Sentirse más sanos. La gente con mejor estado de ánimo experimenta menos dolor y se perciben más saludables.
  7. Ser más creativos. Piensan de forma original y flexible
  8. Realizar mejor tareas complejas.
  9. Atribuir sus éxitos a sus propias habilidades, más que a la suerte o a otros factores externos a su control. 

¿Os identificáis con estas conductas?, ¿creéis que llevarlas a cabo puede hacernos más felices?

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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

La socialización nos hace más inteligentes

Una de las principales características que nos definen como seres humanos es el hecho social, esto es, las relaciones e interacciones sociales que mantenemos con con nuestros iguales.

La socialización, además de proporcionarnos sensaciones placenteras y reforzantes por el hecho de ser aceptados en un grupo, también puede hacernos más inteligentes, según un estudio  de Oscar Ybarra , de la Universidad de Michigan.

En un experimento, tomaron a un grupo de voluntarios y formaron 3 grupos, cada uno de los cuales debía realizar una tarea diferente:

  • El primer grupo experimental, debía debatir por parejas un tema de relevancia social; el tema elegido fue la protección de la privacidad.
  • Otro grupo experimental, debía realizar una serie de actividades intelectuales: comprensión lectora, hacer un crucigrama y completar una tarea de rotación de figuras.
  • Finalmente, el grupo control, simplemente tenía que ver durante 10 minutos un capítulo de una serie televisiva.

Una vez finalizado el periodo de tiempo en el que debían realizar estas actividades, todos los grupos completaron unas pruebas para evaluar la velocidad de procesamiento mental y la memoria de trabajo.

Los resultados mostraron, como era previsible dados los estudios previos, que el grupo que realizó las tareas intelectuales exhibía mayores resultados de funcionamiento cognitivo que el grupo que vio la TV.

Pero, lo realmente sorpendente, es que el grupo dedicado a interaccionar con sus iguales mostró idénticos resultados al grupo que estuvo realizando las tareas intelectuales.

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La incómoda incertidumbre

Todos habremos jugado alguna vez a la gallinita ciega; nos vendan los ojos y, de repente, todo nuestro marco de referencia externa se desvanece y nos sentimos perdidos. No sabemos si con el próximo paso que demos acabaremos de bruces contra la pared, o sobre el suelo. Nos sentimos inseguros. 

Esta sensación es algo que experimentamos numerosas veces a lo largo de nuestra vida, y es una sensación común de gran parte de los pacientes que acuden a consulta. Como seres humanos, necesitamos sentirnos seguros y nos aferramos a cualquier elemento que pueda darnos una pizca de esa seguridad. Necesitamos estar seguros de que mañana será un día mejor, que ese proyecto que vamos a emprender funcionará, que nuestra pareja mañana seguirá ahí, que en nuestra próxima reunión no nos temblará la voz ni nos quedaremos en blanco, o incluso, ¿hemos cerrado la llave del gas?

Necesitamos que alguien nos de esa seguridad, aunque sepamos que tal certeza no existe; y eso lo saben los 906, quienes leen la mano, quien interpreta los posos del café o quien hace tarot; por eso leemos el horóscopo aunque sepamos que esa seguridad que nos ofrece es de cartón piedra. Por eso la gente necesita tener fe.

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Pero para crecer como personas debemos aceptar que nunca podemos aspirar a lograr la absoluta certeza sobre nada; la vida implica riesgo, implica oportunidades y peligros, y tendremos que aprender a convivir con la duda.

Para jugar al juego de la vida debemos comprar nuestra papeleta y apostar; podremos ganar o perder, reír o llorar, disfrutar o sufrir, pero independientemente del resultado, tendremos la oportunidad de aprender y mejorar como personas. Pero para ello debemos apostar.

¿Jugamos?

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