CRIANZA

Estas son las 20 cosas que quiero enseñar a mis hijos

Yo no quiero que mis hijos sean ricos, que sean famosos o, mucho menos, que sean unos tiburones que pisotean a los demás a su paso. Quiero que sean felices. Y creo que si soy capaz de transmitirles algunas cosas que he aprendido (y otras muchas que me quedan por aprender) les puede resultar algo más sencillo. Espero poder lograrlo.

Imagen destacada 65

Con el tiempo te vas dando cuenta de que las personas, con nuestras diferencias y particularidades, acabamos pareciéndonos mucho más de lo que creemos. La mayoría de errores «gordos» que cometemos a lo largo de la vida se pueden acabar sintetizando en unos pocos. Independientemente de tu estatus social, de tu trabajo, de tu orientación política o país de residencia, acabas metiendo la pata en una serie de cosas que te llevan a sufrir y ser infeliz. Y todos nos equivocamos en lo mismo una y otra vez. Yo he cometido muchos de esos errores, he aprendido de ellos, y gracias a mi trabajo puedo aprender también de los de los demás, y he podido ayudar a otros a evitarlos o solucionarlos.

Con todo esto en mente he elaborado esta lista con las enseñanzas que considero más importante transmitir a mis hijos. Por supuesto que esta lista no es exhaustiva, hay muchísimas cosas más que me gustaría que mis hijos aprendieran y que me voy a esforzar por transmitirles, pero las que aquí he puesto son las que en este momento considero más valiosas y, en cierto modo, creo que consiguiéndolas muchas de las otras vendrán solas.

¿Qué quiero enseñar a mis hijos?

  1. A ser diferentes. Tener pensamiento crítico, no aceptar las cosas por que sí. No seguir «packs ideológicos». No pensar lo que se supone que tienen que pensar. Quiero que aprendan a buscar información y tener su propio criterio.
  2. Si es necesario, coger el camino difícil y no conformarse con los extremos. Es muy sencillo sentirse cómodo en el blanco o negro, pero aceptar grises es mucho más complicado. Las personas tendemos a polarizarnos, rápidamente llegamos a posturas extremas de manera muy poco reflexiva. La realidad es demasiado compleja para esto, si te encuentras en una postura radical ésa es la primera señal para empezar a pensar que, probablemente, estás simplificando demasiado las cosas.
  3. Ser los dueños de su vida, tener un locus de control interno. No dejar su vida en manos de la suerte o el destino. No ponerse excusas. Aprender a diferenciar aquellas cosas que pueden cambiar y las que no, aceptar las que no pueden cambiar y tener determinación ante las que sí.
  4. Apreciar la música. Tocar un instrumento. La música es un idioma y un modo de expresión emocional. Las personas que dominan un instrumento tienen unas vías de expresión emocional que los demás carecen. Además, este aprendizaje es muy bueno para el desarrollo cerebral.
  5. Ser capaces de reírse de sí mismos y no reírse de los demás. Es útil relativizar las preocupaciones propias y empatizar con las ajenas. Tomar distancia y ver las cosas con humor ayuda bastante, pero es importante tener la empatía suficiente para no reírse nunca de alguien que sufre o tiene un problema.
  6. Respetar a los demás. No hacer nada a otro que no te gustaría que te hicieran a ti mismo. Seguir el imperativo categórico de Kant: «obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal»
  7. Marcarse objetivos, seguirlos, y tener la flexibilidad suficiente para cambiarlos cuando sea necesario. Sin la capacidad para planificar y establecer unos objetivos es muy difícil lograr metas. Quiero que aprendan a priorizar y saber sacrificar el simple placer a corto plazo por la satisfacción y realización a largo plazo.
  8. A ser cabezones, esforzarse y pelear por lo que quieren. Como diría John Locke en la serie Perdidos «no me digas lo que no puedo hacer». Esa es la actitud que quiero que tengan ante los desafíos de la vida. Que no permitan que nadie (y ahí me incluyo yo) cuestione su capacidad de lograr sus metas.
  9. A apasionarse por algo: por la ciencia, por por la literatura, por la música o por hacer la torre Eiffel con palillos. Por algo, da igual lo que sea. Es importante tener ese algo en la vida más allá del trabajo que te llena y te motiva. La gente rara se suele apasionar por cosas interesantísimas. Ya lo he dicho, pero quiero que sean raros.
  10. A no dar importancia al físico y preocuparse por su salud. Quiero que la importancia que le den a su aspecto físico sea simplemente como un indicador de su estado general de salud, entendiendo que una persona obesa o con infrapeso muy sana no suele estar.
  11. No juzgar a los demás. Es muy sencillo juzgar a los demás. La distancia da una falsa (pero muy intensa) impresión de sabiduría. No hay que olvidar que cada persona recorre su propio camino y, como dice el proverbio, «antes de juzgar a una persona, camina durante tres lunas con sus zapatos»
  12. Tener pensamiento científico y conocimientos básicos de estadística. Saber qué es una media, una moda, en qué consiste el método científico, el doble ciego y por qué la homeopatía es una estafa. Este pensamiento científico está en la base de la identificación de los errores cognitivos.
  13. Tener unas ideas políticas y una visión formada sobre el funcionamiento del mundo, y ser capaces de defenderlas, comprometerse con ellas y vivir de modo coherente sin indiferencia. Martin Luther King dijo «no me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena».
  14. No sentirse por encima de los demás, pero no permitir que nadie pase por encima de ellos. La prepotencia es el enmascaramiento de una baja autoestima, pero la humildad es una buena base sobre la cual construir el conocimiento.
  15. No gritar. No hay ninguna idea que sea más válida cuando se expresa a mayor volumen. Hay que defender las ideas con argumentos, no con decibelios.
  16. Asumir riesgos. Aceptar que en la vida, a veces, se pierde, pero que si no aceptas la posibilidad de perder no vas a ganar nunca. Hay muchas personas que acaban viviendo vidas totalmente insignificantes por miedo a tomar una decisión errónea, y no se dan cuenta de que están cometiendo el mayor error que pueden cometer: no arriesgarse.
  17. A pedir perdón y reconocer sus errores. No es un drama. Las personas nos equivocamos, no pasa nada. El verdadero problema es que acabes justificando cualquier error que cometas, entonces te estarás privando de la posibilidad de aprender de ellos.
  18. Comprender que se es más feliz dando que recibiendo, y esto viene avalado por la ciencia. Si sólo te preocupas por ti y por tu bienestar, llegará el día en el que te darás cuenta de que tu vida está vacía, y eso será porque tú la has vaciado. Rodéate de gente importante para ti e invierte en su bienestar, de ese modo también estarás invirtiendo el el tuyo propio.
  19. Que no hay tareas «de hombres» o «de mujeres» en casa, sino que todos los que viven en casa tienen la misma responsabilidad, sea la plancha, fregar los platos o preparar la comida. Ya he hablado de eso antes…
  20. A veces la vida no es justa. Ya está, asúmelo, deja de lamentarte y sigue avanzando. Si vives lamentándote por el pasado o preocupándote por el futuro la vida va a pasar por delante de tus ojos sin que te des cuenta. Ya dijo algo de eso Lennon.

Yo no soy perfecto y no quiero ocultárselo a mis hijos. Pero quiero ser el mejor modelo para ellos, y  por eso tengo que mejorar cada día como persona y como padre. Si pienso cómo quiero que sean ellos algún día, tengo muy claro en qué debo esforzarme en ser mejor, porque ellos van a aprender de lo que yo hago, no de lo que yo digo.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

agresion-tierna

¿Por qué sentimos deseos de morder a los bebés?

Venga, reconócelo, a ti también te ha pasado. Alguna vez has ido más allá de las amenazas («te voy a comer a besos») y al final has acabado mordisqueando a tu bebé en sus tiernas y mollosas carnes. ¿Por qué? A todos nos ha pasado: con nuestra pareja, con nuestros hijos, con esa persona a la que quieres tanto. Te “comerías” a esa persona a besos, hasta el punto que puedes llegar a darle pequeños mordiscos como una expresión de ternura. ¿Es normal? Pues sí, totalmente, y de hecho tiene una explicación psicológica.

agresion-tierna

Este fenómeno que algunos han denominado “agresión tierna” parece que está orientado a poder ayudarnos a regular nuestras emociones. Es el mismo fenómeno que está detrás de que algunas personas “lloren de alegría”. Según un reciente estudio (Aragon et al, 2015) una emoción muy intensa e incontrolable nos llevaría a manifestar su emoción opuesta como un intento por balancear esa emoción inicial que nos desborda, y tratar así de controlarla. Según afirman en el estudio, las experiencias extremadamente positivas producen unas emociones también extremadamente positivas que, habitualmente, generan manifestaciones tanto positivas (por ejemplo, sonrisas) como otras reservadas habitualmente a las emociones negativas (por ejemplo, lágrimas). A este fenómeno se le conoce como expresiones dismórficas y parece que su papel reside en regular las emociones.

“Las personas pueden estar recuperando su equilibrio emocional con estas expresiones”, afirma Oriana Aragon, de la Universidad de Yale. Este fenómeno “parece tener lugar cuando las personas se ven superadas por fuertes emociones positivas, y las personas que hacen esto -expresiones dismórficas- parecen recuperarse mejor de estas fuertes emociones”

Hay muchos ejemplos de respuestas “negativas” ante experiencias positivas. Por ejemplo, la expresión emocional que muchas personas muestran ante los bebés: al mismo tiempo que los adultos se emboban con el bebé y lo envuelven en sus brazos, les cuesta resistir el impulso de pellizcarles los mofletes, estrujarles o incluso mordisquearles y guñirles como si les fueran a devorar. Por supuesto nadie en verdad quiere hacer daño a estos bebés con estos comportamientos agresivos (¡sí, morder y pellizcar son manifestaciones originalmente violentas!), entonces, ¿por qué lo hacen?

Para responder a esta pregunta, Aragon y sus colegas de la Universidad de Yale diseñaron un experimento en el que mostraban a varias personas imágenes de bebés tiernos y adorables, y medían sus respuestas emocionales tanto positivas como «agresivas». Los datos del experimento muestran que es específicamente el sentimiento de verse desbordado por las emociones positivas lo que origina las respuestas agresivas. Las personas que mostraban durante el experimento mayores respuestas agresivas mientras se les mostraban las imágenes de bebés, también eran las que mostraban una mayor caída en esas emociones positivas cinco minutos después de haber visto las imágenes, lo que sugiere para los autores que estas emociones negativas están ayudando a modular el exceso de emociones positivas para devolverlas a un estado de equilibrio emocional. 

Las personas que muestran expresiones dismórficas en respuesta a estímulos adorables como los bebés, tienden a mostrarlas también en respuesta a otras situaciones y emociones positivas, como por ejemplo, llorar durante los momentos felices de las películas. Esto parece mostrar que las expresiones dismórficas pueden servir como un mecanismo general de expresión que ayuda a regular las emociones positivas.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.