¿Por qué sentimos deseos de morder a los bebés?

Venga, reconócelo, a ti también te ha pasado. Alguna vez has ido más allá de las amenazas («te voy a comer a besos») y al final has acabado mordisqueando a tu bebé en sus tiernas y mollosas carnes. ¿Por qué? A todos nos ha pasado: con nuestra pareja, con nuestros hijos, con esa persona a la que quieres tanto. Te “comerías” a esa persona a besos, hasta el punto que puedes llegar a darle pequeños mordiscos como una expresión de ternura. ¿Es normal? Pues sí, totalmente, y de hecho tiene una explicación psicológica.

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Este fenómeno que algunos han denominado “agresión tierna” parece que está orientado a poder ayudarnos a regular nuestras emociones. Es el mismo fenómeno que está detrás de que algunas personas “lloren de alegría”. Según un reciente estudio (Aragon et al, 2015) una emoción muy intensa e incontrolable nos llevaría a manifestar su emoción opuesta como un intento por balancear esa emoción inicial que nos desborda, y tratar así de controlarla. Según afirman en el estudio, las experiencias extremadamente positivas producen unas emociones también extremadamente positivas que, habitualmente, generan manifestaciones tanto positivas (por ejemplo, sonrisas) como otras reservadas habitualmente a las emociones negativas (por ejemplo, lágrimas). A este fenómeno se le conoce como expresiones dismórficas y parece que su papel reside en regular las emociones.

“Las personas pueden estar recuperando su equilibrio emocional con estas expresiones”, afirma Oriana Aragon, de la Universidad de Yale. Este fenómeno “parece tener lugar cuando las personas se ven superadas por fuertes emociones positivas, y las personas que hacen esto -expresiones dismórficas- parecen recuperarse mejor de estas fuertes emociones”

Hay muchos ejemplos de respuestas “negativas” ante experiencias positivas. Por ejemplo, la expresión emocional que muchas personas muestran ante los bebés: al mismo tiempo que los adultos se emboban con el bebé y lo envuelven en sus brazos, les cuesta resistir el impulso de pellizcarles los mofletes, estrujarles o incluso mordisquearles y guñirles como si les fueran a devorar. Por supuesto nadie en verdad quiere hacer daño a estos bebés con estos comportamientos agresivos (¡sí, morder y pellizcar son manifestaciones originalmente violentas!), entonces, ¿por qué lo hacen?

Para responder a esta pregunta, Aragon y sus colegas de la Universidad de Yale diseñaron un experimento en el que mostraban a varias personas imágenes de bebés tiernos y adorables, y medían sus respuestas emocionales tanto positivas como «agresivas». Los datos del experimento muestran que es específicamente el sentimiento de verse desbordado por las emociones positivas lo que origina las respuestas agresivas. Las personas que mostraban durante el experimento mayores respuestas agresivas mientras se les mostraban las imágenes de bebés, también eran las que mostraban una mayor caída en esas emociones positivas cinco minutos después de haber visto las imágenes, lo que sugiere para los autores que estas emociones negativas están ayudando a modular el exceso de emociones positivas para devolverlas a un estado de equilibrio emocional. 

Las personas que muestran expresiones dismórficas en respuesta a estímulos adorables como los bebés, tienden a mostrarlas también en respuesta a otras situaciones y emociones positivas, como por ejemplo, llorar durante los momentos felices de las películas. Esto parece mostrar que las expresiones dismórficas pueden servir como un mecanismo general de expresión que ayuda a regular las emociones positivas.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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