Cómo los medios manipulan nuestras emociones a través de los titulares

¿Te parece que las noticias cada vez son más negativas?, ¿se te queda mal cuerpo después de ojear la prensa o escuchar el último boletín? Pues, a raíz de un reciente estudio, no es solo una impresión tuya. Vamos a verlo.

Los titulares de la prensa escrita constituyen una importante fuente de información acerca de lo que ocurre en el mundo. Estos titulares, tanto los de las noticias como los de los artículos de opinión, son el primer punto de contacto entre los lectores y el contenido de los artículos: en función de ese titular decidiremos si merece la pena leer el artículo completo o si nos basta con esa información que nos lo resume en muy pocas palabras. De hecho, los titulares tienen el poder de fijar el tono emocional de toda la noticia y, de esa forma, influirnos, sesgarnos, en la forma en la que interpretaremos lo que luego leamos (si es que llegamos a leerlo).

Está sobradamente demostrado que el tono emocional de un texto influye enormemente en su viralidad: los contenidos que implican una mayor activación emocional (como, por ejemplo, la rabia) se difunden con mucha mayor rapidez por las redes, y esto se aplica tanto a las noticas reales como a las falsas (o fake-news).

Sabiendo esto, se puede incrementar de una forma muy notable la interacción de la audiencia con los contenidos (en especial, likes, comentarios y compartidos) si se logra despertar en ellos una emoción negativa. Y, claro, las consecuencias de esto son muy perversas ya que existiría un incentivo económico para que los medios de comunicación potencien esas emociones en sus titulares: sus artículos se compartirían más, se leerían más, aumentaría la publicidad en sus medios… en definitiva, más dinero. Pero… ¿a costa de qué?, ¿de la salud mental de los lectores?, ¿de incrementar el sentimiento general de enfado? Mucho cuidado, porque esto puede tener consecuencias muy graves.

Pues bien, en este estudio de 2022 publicado en PLOS ONE se analizaron más de 23 millones de titulares de prensa publicados en 47 medios diferentes. Repito: más de 23 millones de titulares, abarcando distintas orientaciones políticas, a lo largo de 19 años: entre los años 2000 y 2019. Ojo, que no llegan a la pandemia, se quedan a las puertas. Supongo que lo que viene después será aún peor, pero bueno… ¿qué es lo que encuentran? En resumen: que hay un incuestionable patrón sistemático de incremento de la negatividad en los titulares a lo largo del tiempo. Os ahorro los detalles respecto al modelo computacional que emplearon porque no es lo que más nos interesa, pero fijaos en esta imagen:

Aquí podemos ver una evolución a lo largo de los 19 años que abarca el estudio del tono emocional, positivo o negativo, de los titulares analizados. Es impresionante. Desde el año 2000 hasta el 2019 hay una caída de un 314% en el tono emocional de los titulares (o un incremento de la negatividad de un 314%, como quiera verse).
Este patrón de incremento en la negatividad de los artículos es consistente tanto en los medios de derechas como en los de izquierdas, pese a que en general los medios de derechas transmiten en mayor medida emociones negativas como rabia o asco.

Pero no solo analizan el tono emocional general de los titulares, sino que los clasifican en función de las 6 emociones básicas según la clasificación de Paul Ekman: rabia, asco, miedo, alegría y tristeza, más neutralidad. Pues bien, se observa un incremento del 104% en los titulares que evocan rabia; un incremento del 150% en los que se evoca el miedo, incremento del 29% en asco, incremento del 54% en tristeza, y una caída del 30% en los titulares emocionalmente neutros. La neutralidad, como parece evidente, no vende.

Si os fijáis en la imagen es curioso observar un punto de inflexión en el año 2010, en el cual todas las emociones negativas se disparan, y la alegría cae en picado. ¿Qué es lo que ocurre en ese año para que se observe esto? En el año 2009 medios como Facebook o Twitter introdujeron importantes novedades en sus plataformas: el botón Like, en el caso de Facebook, y el retweet, en el caso de Twitter. Estas novedades permitieron a estas compañías recopilar información acerca de cómo capturar la atención de sus usuarios y maximizar las interacciones en sus plataformas, lo que llevó al desarrollo de los algoritmos para mostrar un feed personalizado a cada usuario. Rápidamente se empezó a acumular información acerca de qué tipo de artículos y con qué características se difundían mejor por las redes y proporcionaban más ingresos a los medios de comunicación y a las plataformas sociales. Así, se generó un perverso incentivo por el que, cuanto más negativo fuera un titular, cuanta más rabia, asco o miedo generara, más beneficios proporcionaría.

¿Qué es antes, el huevo o la gallina?, ¿este incremento en la negatividad de los titulares refleja un incremento en la negatividad de la sociedad o, por el contrario, son los incentivos económicos los que acaban perjudicando la salud mental de toda la población?

Si se llegara a confirmar esta última hipótesis las consecuencias serían gravísimas; implicaría que un puñado de compañías (fundamentalmente, medios de comunicación y redes sociales) se han estado enriqueciendo a costa de diezmar sistemáticamente el estado emocional de toda la población. ¿Qué implicaciones podría haber tenido esto? Los diagnósticos de ansiedad, depresión o insomnio parecen no tener techo; las ventas de psicofármacos están disparadas; cada vez más personas se suicidan o lo intentan al no ver salida posible a su desesperación. ¿Y si todo esto no fuera casual? A día de hoy no es posible afirmarlo pero, sin duda, tampoco es algo que se pueda descartar con facilidad.

Quizá los medios de comunicación y redes sociales estén siguiendo el mismo camino que las tabacaleras cuando, a mediados del siglo pasado, comenzaron a surgir los primeros estudios que relacionaban causalmente el consumo de tabaco y el cáncer. Tardaron décadas en reconocerlo, pero a día de hoy es algo que ya nadie niega: fumar mata. Quizá, en algunos años, también sea difícil negar que la prensa y las redes sociales nos hacen enfermar perjudican nuestra salud, aunque sea de otro modo.

De momento, y con todos estos datos en la mano, lo mejor que podemos hacer es minimizar al máximo nuestra exposición tanto a redes sociales como a los medios de comunicación. La nuestra y la de nuestros peques. Así como muchas personas comenzaron a dejar de fumar hace años ante la creciente evidencia de que el tabaco producía un daño muy grave para su salud…

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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