Sonambulismo: qué hacer y qué evitar durante estos episodios

Estáis tan tranquilos por la noche, con los niños dormidos, escucháis un ruido y resulta que es alguno de vuestros hijos que se ha levantado y ha empezado a hacer “cosas raras” por la casa. ¿Os ha pasado alguna vez? Puede tratarse de un episodio de sonambulismo. Algo bastante frecuente y que suele alarmar mucho a los padres. Hoy le dedicamos el vídeo a estos “sustitos nocturnos” que nos dan a veces los peques.

¿Qué es el sonambulismo?

Pues bien, el sonambulismo es un trastorno que ocurre durante el sueño no REM y pertenece al grupo de las parasomnias, una serie de fenómenos en los que se entremezclan el sueño y la vigilia, haciendo evidente que no son dos cosas tan diferentes sino parte de un contínuo.En un episodio de sonambulismo la persona se levanta de la cama y camina durante el sueño, tiene la mirada fija, es insensible a los esfuerzos de otras personas por comunicarse con él o ella, es muy difícil despertarle y una vez pasa esto, la persona no recuerda nada de lo que ha pasado.

Lo primero que habría que decir para tranquilizar a los padres es que no es lo mismo un episodio de sonambulismo que un trastorno del sueño con sonambulismo. Para hablar de trastorno tendríamos que hablar de episodios repetidos en los que el individuo se levanta de la cama y camina durante el sueño, tiene la mirada fija, es insensible a los esfuerzos de otras personas por comunicarse con él o ella y es muy difícil despertarle. Después del episodio, normalmente no hay un recuerdo de los sueños ni de lo ocurrido. Para hablar de trastorno el problema tiene que tener consecuencias como malestar o deterioro en áreas importantes. Es decir, no es lo mismo presentar algún episodio aislado a que esto ocurra de manera repetida y con consecuencias negativas para la persona o su entorno. Para hablar de un trastorno estos episodios tendrían que causar un malestar o deterioro en áreas importantes del funcionamiento de la persona. Es decir, la gravedad vendría más de las consecuencias de estos episodios que por la frecuencia de los mismos. Para que os hagáis una idea de lo frecuente que es, entre un 10 y un 30% de niños han tenido algún episodio de sonambulismo, es decir, que es algo que ocurre bastante. De hecho, estos trastornos son más frecuencia en la infancia y disminuyen con la edad, situándose el pico entre los 7 y los 12 años.

Estos episodios como decíamos, ocurren durante el periodo no REM del sueño, frecuentemente durante el sueño de ondas lentas, por lo que habitualmente suelen presentarse durante el primer tercio de la noche. Normalmente duran pocos minutos, aunque pueden llegar a alargarse hasta una hora. Durante el episodio los ojos están normalmente abiertos, aunque la persona suele tener la mirada perdida. En realidad no ven, y suelen pensar que están en un sitio diferente al que están en realidad. La persona sonámbula tienen un menor estado de alerta y es insensible a los esfuerzos de otras personas para despertarle. Algo bueno es que, una vez se cansan de hacer lo que consideraran que tenían que hacer, suelen volver a la cama por iniciativa propia y al día siguiente no recuerdan nada (aunque los adultos a veces recuerdan vagamente lo ocurrido). De todas formas, si se despiertan tampoco es que sea nada grave, simplemente puede haber un breve periodo de confusión, pero luego recuperan la función cognitiva y su conducta normal.

Durante estos episodios pueden pasar muchas cosas… la cosa puede quedarse simplemente en que la persona se levanta de la cama, mira a un lado y al otro, se tapa con la sábana y sigue durmiendo, o puede ir a más y quizá se levantan, caminan, abren puertas, cajones, salen de la habitación, de casa o incluso del edificio… pueden comer, beber, hablar, ir al baño… y, ojo a esto, se han descrito episodios en los que algunas personas incluso llegan a conducir su coche (con el peligro que esto supone!). Hay incluso quien baila mejor que cuando están despiertos, quizá porque están menos inhibidos… Una cosa que es frecuente son las, digamos conductas inapropiadas como por ejemplo orinar en lugares inadecuados, como una papelera, un armario, en el salón… Y claro, como os imaginaréis, cuando la cosa queda en esto, pues suele dar lugar a mucha broma y mucho cachondeo…

Hay dos formas especiales en las que se puede presentar el sonambulismo: que es cuando se da con conducta alimentaria relacionada con el sueño, o con comportamiento sexual relacionado con el sueño. Como lo oís!! Hay gente que come o incluso tiene comportamientos sexuales durante estos episodios. Estas formas especiales, que así contadas nos pueden dar mucha risa, de hecho pueden ser más problemáticas. Pensad por ejemplo en una persona diabética que come cosas que no debe o en cualquier persona que le de por comer lo primero que se encuentre, sea esto comestible o no… por no hablar de los accidentes en la cocina: cortes, quemaduras… en fin, que así contado puede parecer gracioso, pero a veces esto puede resultar problemático. Y lo mismo con la conducta sexual: cuando se explica esto, a veces parece divertido, pero lo cierto es que puede traer muchos problemas en las relaciones interpersonales o incluso consecuencias legales, como os podéis imaginar…

Pero bueno, como os decía, no es lo mismo un episodio que un trastorno.pero la prevalencia del trastorno se calcula que debe estar entre el 1 y el 5%. De hecho cuando el sonambulismo ocurre por primera vez en adultos sin historia previa, se debería buscar si algún trastorno lo estuviera produciendo como un problema de apnea obstructiva, crisis epilépticas o los efectos de algún medicamento, ya que no es habitual que los episodios comiencen tan tarde.

¿Qué hacer en estos episodios?

Vale, muy bien, ya sabemos qué es el sonambulismo, pero vayamos a lo que más interesa: si encuentro a mi hijo por la noche “de excursión” dormido ¿qué hago?  Pues bien, si esto se da de manera puntual y sin consecuencias, no tendríamos que preocuparnos, pero si se convierte en algo frecuentes, si generan problemas en la familia o si estamos muy preocupados, podemos consultarle al pediatra. Sin embargo, el sonambulismo no se cura, más bien se controla y tiende a superarse con la edad . En casos problemáticos se pueden proponer intervenciones conductuales o farmacológicas, aunque esto no es lo más habitual.

Se ha visto que tanto el sonambulismo como los terrores nocturnos, otro trastorno de la fase no REM del sueño, están relacionados con la privación de sueño, alteraciones del horario de sueño-vigilia, la fatiga, el estrés, el uso de sedantes o incluso la fiebre. Así que lo primero sería revisar todo eso: ¿está descansando lo suficiente el niño?, ¿puede ser que esté demasiado estresado?, ¿ha habido muchos cambios últimamente que pudieran explicarlo?, ¿hay mucha tensión en casa?, ¿qué podemos hacer para ayudar al niño en este sentido? Revisando estos puntos y haciendo algunas modificaciones en este sentido, muchas veces es más que suficiente para que las noches vuelvan a ser más tranquilas. Vamos, que no tenemos que poner el foco tanto en la noche como en el resto del día.

También puede venir bien revisar las rutinas previas al sueño, tratar de ser regulares en los horarios y acabar los días de forma progresiva, bajando la intensidad de actividad y estímulos. También ayudan otras cosas como poder relajarnos antes de ir a dormir con música y/o cuentos, no beber demasiado por la noche y no olvidar hacer el pipí de antes de dormir.
Pero los factores ambientales no son los únicos. De hecho en estos trastornos suele haber una historia familiar de sonambulismo o terrores nocturnos hasta en un 80% de los casos de sonambulismo, y la probabilidad de tener episodios de sonambulismo aumenta hasta el 60% en los niños cuando ambos padres tienen antecedentes del trastorno, así que hay una parte genética importante en todo esto…

¿Qué más podemos hacer? Si sabemos que en nuestra casa hay personas con episodios de sonambulismo, tenemos que ir con cuidado y despejar habitaciones y pasillos de obstáculos con los que pudieran tropezar: cuidado con los juguetes o con muebles pequeños que puedan dejar los niños por medio). Mucho mucho cuidado con balcones, ventanas y escaleras, siempre protegidas con vallas de seguridad y recordad cerrar con llave la puerta de casa.

Si os encontráis a vuestro peque “de excursión por la noche” mejor no le despertéis, no porque le vaya a pasar nada sino porque a veces se llevan mucho susto y se ven muy desorientados. Suele ser mejor guiarle con delicadeza hasta la cama, arroparle y con suerte continuará durmiendo como si nada hasta la mañana siguiente.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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