Tu cerebro en la palma de la mano

Estábamos pensando que llevamos ya más de 150 vídeos hablando de conducta, de emociones, pensamientos, conflictos, relaciones, experimentos varios… pero que a estas alturas aún no le hemos dedicado ni un solo vídeo al cerebro!! Esto no puede ser!! Vamos allá!!

Para entender la importancia de las emociones es interesante conocer un poco la evolución del cerebro. Simplificándolo un poco, podemos decir que el cerebro ha evolucionado de abajo arriba. Las partes más antiguas y primitivas estarían en la parte de abajo y las más modernas y evolucionadas en la parte de arriba. 

El cerebro reptiliano

Así, la parte más antigua, que compartimos con las especies que solo tienen un sistema nervioso muy rudimentario, es el tallo encefálico, que estaría por encima de la médula espinal. Esta parte del cerebro regula funciones vitales básicas como la respiración, el metabolismo o la reacciones y movimientos automáticos. Sería la parte encargada de mantener el funcionamiento del cuerpo y asegurar la supervivencia. Estas estructuras más primitivas serían la herencia que nos queda de la época de los reptiles. 

El cerebro emocional

A partir de este cerebro primitivo emergieron, millones de años después los centros emocionales. A partir de los bulbos olfatorios, se fueron desarrollando las estructuras relacionadas con las emociones. Los bulbos olfatorios controlan un sentido tan importante para la supervivencia como el olfato, implicado en la detección de alimentos en buen y mal estado, pareja, o incluso depredadores o presas. A partir de la información recibida por el olfato algunas células clasificaban la información en distintas categorías como comestible, tóxico, sexualmente disponible, amigo o enemigo y la respuesta automática adecuada: comer, vomitar, aproximarse, escapar o cazar. 

Con los primeros mamíferos nuevas capas de tejido fueron rodeando al tallo encefálico. Esta especie de donut que rodea el tallo encefálico, se conoce como sistema límbico (del latín limbus, que significa anillo) y sirvió para incorporar las emociones al repertorio de respuestas del cerebro. Cuando nos dominan las emociones, es “este donut” el que está al mando. Pero además de las emociones, esta evolución nos trajo también dos herramientas muy útiles para nuestra adaptación al medio: la memoria y el aprendizaje. ¡Así se toman mucho mejor las decisiones!

El neocortex

“Recientemente”, hace unos 100 millones de años, el cerebro de los mamíferos experimentó otra transformación radical que supuso un avance en el desarrollo intelectual. Sobre la delgada corteza de dos capas, se fueron añadiendo más capas y se fue configurando el neocortex, en el que encontramos regiones implicadas en la planificación de la conducta, la coordinación de los movimientos y la comprensión de lo que sentimos. Este neocortex del Homo sapiens es el responsable de “lo que nos distingue de otros animales” y nos caracteriza como humanos. Gracias al neocortex pensamos, reflexionamos, tenemos sentimientos sobre las ideas, el arte, los símbolos o las imágenes. Por supuesto también es el responsable de que ahora puedas estar viendo este vídeo. Gracias a la suma de muchos neocortex juntos, pensando en soluciones novedosas, hoy tenemos ordenadores, satélites, internet, móviles y que cualquiera te pueda montar un vídeo como este. De hecho es el responsable del arte, la civilización y la cultura. 

A nivel emocional, el neocortex permite matizar las emociones. Por ejemplo si pensamos en el amor, el sistema límbico genera sentimientos de placer y deseo sexual, pero el neocortex permite el establecimiento del vínculo entre la madre y el hijo, que facilita el compromiso tan grande que supone proteger y cuidar a una cría durante una infancia tan larga como tenemos los humanos (por no hablar de los humanos españoles, que parecen tenerla más larga aún xD). En otras especies sin neocortex las madres no se hacen cargo de las crías, y de hecho a veces estas tienen que salir por patas o esconderse, para que la madre no se las coma! En el caso de los humanos, este vínculo entre madre e hijo, proporciona a las crías un periodo extra en el que poder seguir desarrollándose y aprendiendo todo lo necesario para adaptarse al ambiente en el que a cada uno le haya tocado vivir. Esto nos dio una gran ventaja evolutiva. Por eso no tenéis que tener miedo de coger a vuestros bebés pequeñitos en brazos, porque no les vais a hacer más vulnerables o dependientes. Ya lo son. Son cosas de nuestra especie y de nuestro cerebro, y de hecho no es nada malo. Más bien, todo lo contrario. 

Parece que a mayor complejidad del neocortex, mayor número de conexiones y mayor complejidad emocional. En nuestro caso podemos tener conciencia y reflexionar sobre nuestras emociones, gracias a las conexiones entre el sistema límbico y el neocortex. Sin embargo estos procesos superiores requieren su tiempo, por lo que en caso de emergencias, cuando no hay tiempo de realizar procesos tan complicados, el sistema límbico se hace cargo de la situación. Son esas respuestas rápidas, no meditadas, que te pueden salvar la vida… 

Así, resumiéndolo y simplificándolo mucho, podríamos decir que el tallo encefálico nos mantiene vivos, el sistema límbico aporta las emociones, el aprendizaje y la memoria, y el neocortex el pensamiento, la reflexión y la planificación.

Un cerebro en la palma de la mano

Pues bien, para explicar, entender y recordar mejor todo esto, el Dr. Daniel Siegel propone un modelo que se conoce como “el cerebro en la Palma de la mano” con el que se puede representar estas estructuras del cerebro simplemente con un puño cerrado. 

Así, nuestro brazo representaría la médula espinal, la continuación, nuestra muñeca vendría a ser el tallo encefálico, encargado de la supervivencia; el pulgar, que queda escondido bajo los dedos, representaría al sistema límbico o emocional, y lo que queda fuera, lo que vemos sería la corteza cerebral. En condiciones normales, estos dedos tapan al pulgar. Esto quiere decir que la corteza frontal está haciendo su función de controlar o inhibir la actividad del sistema límbico. Sin embargo, como hemos dicho, en ocasiones la emoción es tan fuerte que secuestra el funcionamiento del cerebro y toma el mando. En este modelo, esta situación se representa abriendo el puño, a veces se dice que “estamos destapados” cuando hay esta desconexión temporal entre el cerebro superior y el inferior. Cuando actuamos de manera irreflexiva movidos por la emoción, por ejemplo cuando tenemos al niño tirado en el suelo del súper pataleando porque quiere el (maldito) huevo kinder o cuando nosotros mismos perdemos los papeles con nuestra pareja, nuestra suegra o nuestros hijos, decimos que estamos destapados, porque en este momento la corteza prefrontal no está ejerciendo su función de controlar esa explosión de ira que se está adueñando de nosotros. 

Este modelo es útil para entender que “cuando estamos destapados” no es momento de sermones, ya que la parte del cerebro que tendría que atender “está desconectada”. Es un modelo útil para entenderlo y también para explicárselo a los pequeños. 

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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