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El método de las consecuencias lógicas y naturales

Un modo de transmitir disciplina a los niños es mediante premios y castigos que son los métodos en los que, la mayoría de los padres de hoy, fueron educados y los que más frecuentemente se emplea con el objetivo de lograr buenas conductas. No obstante, los métodos basados en premios y castigos no están exentos de numerosas desventajas. En este artículo vamos a analizar un método alternativo para la modificación de conductas, el método de las consecuencias lógicas y naturales.

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El objetivo de este método, es permitir que el niño aprenda a asumir las consecuencias naturales que se derivan de una determinada conducta, o unas consecuencias lógicas previamente diseñadas, para estimular y tomar decisiones responsables. Las consecuencias lógicas permiten que el niño experimente la realidad del mundo social.

Serían consecuencias naturales aquellas que se derivan espontáneamente de ciertas conductas (si un niño no quiere comer, luego tendrá hambre) No requieren intervención de los padres. En ausencia de consecuencias naturales, o en ocasión de peligro para el niño, éstas se sustituyen por consecuencias lógicas que los padres proponen, no como castigo, sino como alternativa. Por ejemplo: «Voy a limpiar tu habitación. No podré hacerlo sí están los juguetes y la ropa por el suelo, así que los meteré en bolsas y los guardaré en el trastero, si tú decides no recogerlos».

Ventajas con respecto al premio y castigo.

  • Responsabiliza al niño (no a los padres) de su propia conducta.
  • Posibilita a los niños tomar sus decisiones acerca de qué conductas son las más adecuadas.
  • Facilita la comprensión de sus acciones en un sentido más amplio, más impersonal y más social.

Diferencias de las consecuencias lógicas y el castigo.

  • El castigo expresa el poder de la autoridad personal. Las consecuencias lógicas reconocen los derechos y respeto mutuos.
  • El castigo, en muchos casos, es arbitrario o no está relacionado con la lógica de la situación. Las consecuencias lógicas se relacionan estrechamente con el comportamiento inadecuado.
  • El castigo puede implicar un juicio. Las consecuencias lógicas no implican elementos de juicio personales.
  • El castigo tiene que ver con el comportamiento anterior. Las consecuencias lógicas tienen que ver con el comportamiento actual y futuro.
  • El castigo supone amenaza y frecuentemente humillación. En las consecuencias lógicas la relación es amistosa y denota buena voluntad por parte de los padres.
  • El castigo exige obediencia. Las consecuencias lógicas permiten alternativas y decisiones personales.
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Principios básicos

Para aplicar el método de las consecuencias hay que tener en cuenta ciertos principios:

  1. Para que las consecuencias lógicas no se perciban como castigo es necesario crear un clima de relaciones afectivas entre padres e hijos, de respeto mutuo y de estimulación, y estar dispuesto a posponer la acción hasta que las relaciones hayan mejorado.
  2. Ser firmes y cariñosos: la mayoría de los padres o son firmes o son cariñosos, pocos son ambas cosas a la vez. El tono de voz debe indicar el deseo de ser cariñoso, y la firmeza debe manifestarse en la resolución de que se cumpla la acción.
  3. Abstenerse de sobreproteger: hay que permitir que el niño experimente las consecuencias de sus propias decisiones y evitar el asumir responsabilidades que lógicamente son del hijo.
  4. Ser consistentes: actuar, en lo posible, siempre con igual criterio.
  5. Separar el hecho de quien lo hace: si no mostramos respeto hacia el niño, la consecuencia se convertirá en castigo. No emitir juicios de valor ni humillar.
  6. Estimular la independencia: evitando hacer lo que el niño puede hacer por sí mismo.
  7. Evitar el sentir lástima: es ésta una actitud muy negativa. Indica que el niño, de alguna forma es débil y no puede resolver sus problemas. Sentir lástima no es lo mismo que comprender. La comprensión promueve fortaleza, mientras que la lástima promueve debilidad.
  8. Reconocer de quién es el problema: los padres no deben meterse en todo.
  9. Hablar menos y actuar más: muchos padres no logran ser eficaces por hablar demasiado y el niño muchas veces, adquiere «sordera al padre «. Hablar en tono amistoso hará que los niños estén mejor dispuestos para escuchar.
  10. Rehusar a pelear o rendirse: fijar límites y permitir que el niño decida cómo responder a éstos. Estar firmemente dispuesto a seguir las consecuencias lógicas que deriven de la decisión del niño.

Pasos para aplicar las consecuencias.

  • Presentar alternativas: que son propuestas por el padre quien acepta la decisión del hijo. Decidir si van a ser lógicas o naturales.
  • Actitudes abiertas: el tono de voz y la elección de las palabras adecuadas son esenciales, deben reflejar respeto, aceptación y buena voluntad.
  • Seguimiento: cuando se aplique una consecuencia hay que dar seguridad de que se va a cumplir. De no darse la conducta adecuada se ofrecerá la oportunidad de cambiar la decisión más tarde.
  • Asegurarse de que la consecuencia está lógicamente relacionada con el comportamiento inadecuado.

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Artículo adaptado de “La ciencia y el arte de la educación”, de Mª Ángeles Soto Martínez.

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Cómo encontrar trabajo en tiempos de crisis

En el momento actual nos encontramos atravesando una importante crisis económica a nivel mundial, y una de sus consecuencias es la que más nos afecta en nuestro día a día: el desempleo. Cada mes aumenta el número de personas que pierden su empleo y crece la cantidad de desempleados.

A medida que aumentan los meses en los que una persona permanece en situación de desempleo, comienzan a hacerse evidentes consecuencias psicológicas que, paradójicamente, dificultan aún más la búsqueda de empleo: baja autoestima, depresión, desesperanza, derrotismo, etc.

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En muchas ocasiones, escucho de personas que, después de un largo periodo en el paro, han perdido la esperanza y dicen frases como: “es que ya lo he intentado todo, pero nada funciona”, “es que no hay trabajo”, “en esta situación es casi imposible conseguir un trabajo”, “a ver si tengo suerte y me llaman”. Aunque es comprensible el desánimo ante una situación tan dramática, lamentablemente, cada vez que pronunciamos una de estas frases estamos un paso más lejos de conseguir un empleo, y una persona más se nos adelanta a lograr ese puesto que deseamos. Reflexionemos sobre estos pensamientos:

  • “Es que no hay trabajo”. Sin embargo, si atendemos a las cifras reales sí hay trabajo, cada día cientos de personas logran un contrato laboral o crean una empresa. No obstante, si nos repetimos esa frase como un mantra, probablemente no logremos el empuje necesario para salir a lograr un empleo.
  • “En esta situación es casi imposible conseguir un trabajo” De acuerdo, en esta situación es más complicado lograr un trabajo, pero eso no implica que debamos esperar tiempos mejores, implica que debemos esforzarnos mucho más para lograr nuestras metas. Nadie se esfuerza por lograr algo que considera imposible.
  • “A ver si tengo suerte y me llaman” No debemos esperar a tener suerte, debemos generar las condiciones necesarias para lograr tener éxito. No basta con enviar un par de cientos de currículums por internet y esperar que nos llamen. Debemos ser nosotros los que vayamos a lograr ese empleo, ya que no va a venir a nosotros.
  • “Es que ya lo he intentado todo, pero nada funciona” Son pocas las ocasiones en las que se pronuncia esta frase y verdaderamente se han agotado todas las posibilidades. Generalmente, más que probar con muchas estrategias diferentes, lo que hemos hecho ha sido repetir insistentemente una misma estrategia que ya hemos comprobado que no ha sido efectiva.

En el momento en el que abandonamos la posición de derrotismo podemos empezar a emplear esa energía en perseguir nuestras metas. Una de las claves para poder tener mayor probabilidad de lograr un empleo es diferenciándonos de nuestros competidores, haciendo las cosas diferentes. Si hacemos lo mismo que los demás, somos uno más del montón; si hacemos las cosas un poco diferentes logramos destacar, y aumenta la probabilidad de lograr la meta.

Encontrar empleo

Durante estos años he tenido la oportunidad de ayudar a bastantes de estas personas a encontrar un nuevo trabajo de una forma más eficaz. Hasta la fecha, todas las personas con las que me he encontrado en esta situación en mi consulta, después de una temporada pensando de esta forma derrotista, han cambiado su forma de pensar y finalmente fueron capaces de conseguir el trabajo que buscaban.

Encontrar trabajo es un complejo proyecto que requiere centrarse en cinco pilares fundamentales, siempre bajo el objetivo de poder diferenciarnos de nuestros competidores y de explorar verdaderamente todas las posibilidades a nuestro alcance.

  1. Habilidades. Reflexiona por un momento, ¿qué sabes hacer mejor que los demás? Más allá de tu formación, tienes gran cantidad de capacidades, aptitudes, habilidades que te diferencian de los demás. ¿Cuáles son?
  2. Perfiles. Compra un par de periódicos con ofertas de empleo o revisa algunas de las web que se dedican a ello. Toma nota de TODOS los trabajos que serías capaz de realizar. Posteriormente, ordénalos de forma jerárquica, del más deseado hasta el “último recurso”. Crea un currículum específico para cada uno de los perfiles por los que quieras luchar.
  3. ¿Cuándo? Trata de responder a la pregunta “¿Cuándo estoy dispuesto a trabajar?”. Jornada completa, media jornada, fines de semana, noches, etc.
  4. ¿Dónde? ¿Dónde estoy dispuesto a ir para lograr un trabajo? Si verdaderamente has agotado las opciones en tu ciudad, ¿estás dispuesto a salir de ella?, ¿ir fuera de tu provincia?, ¿ir fuera de tu país? Si para ti es una opción salir del país para poder lograr tu empleo, la Red Eures ofrece asesoramiento y cientos de ofertas laborales para diferentes perfiles en toda la unión europea.
  5. ¿Cómo? Una vez dispones de toda la información de los puntos previos, es hora de pasar a la acción. Para ello, hay diferentes vías.
    • ETTs, enviar currículums por internet, responder a ofertas de empleo, etc. Es la forma tradicional de buscar empleo. En base a los diferentes perfiles que busques, deberás realizar diferentes búsquedas.
    • Preguntar a familiares, conocidos, amigos, etc. Todo tu entorno debe saber que estás interesado en lograr un empleo. Déjate ayudar por ellos y aprovecha sus contactos
    • Ir directamente a las empresas que más te interesan y solicitar una entrevista con el encargado de Recursos Humanos; ofrécete para hacer una prueba gratuita con la que puedan valorar tus capacidades.

La búsqueda de empleo debe constituir tu principal ocupación; si no dedicas 8 horas al día a buscar trabajo, aún hay mucho que puedes hacer. Lo más importante, no perder la motivación. Cuanto más luches, más aumentan tus posibilidades de lograrlo.

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El estigma social de la obesidad

El siguiente artículo forma parte del primer número la Revista CDK, una revista mensual gratuita sobre Obesidad y Sobrepeso con la que comienzo a colaborar desde ahora. Como siempre hago en estos casos, podéis descargar el artículo original en el apartado Participación en Medios de la web.

Si preguntamos a médicos, enfermeras y demás personal sanitario sobre las consecuencias que puede tener la obesidad sobre la salud, la consecuencia más frecuentemente olvidada suele ser la relacionada con la salud psicológica o mental.

Las investigaciones que se realizan sobre las consecuencias psicológicas de la obesidad aún están lejos de poder proporcionar datos tan claros como aquellos que existen sobre las consecuencias físicas. Lo que es indudable es que en nuestra sociedad tener obesidad implica numerosas consecuencias negativas a nivel social, y que, dependiendo del estado previo de la persona, esto afectará en mayor o menor medida a su salud psicológica.

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Lamentablemente, la obesidad es una condición física enormemente estigmatizada por nuestra sociedad; de forma contradictora, esta sociedad que culpa al obeso de su condición promueve unos estilos de vida que conducen hacia el sedentarismo y a la adopción de hábitos alimentarios poco saludables. Este estigma sobre la obesidad se extiende desde la primera infancia hasta la edad adulta, atravesando todos los estratos sociales; podríamos hablar de un estigma universal en nuestra cultura occidental.

En los años sesenta del siglo pasado, unos investigadores (Richardson, Goodman, Hastorf y Dornbusch) realizaron un interesante trabajo sobre el estigma social de la obesidad. Estos autores emplearon como muestra a más de 600 niños de entre 10 y 11 años, de diferente estatus socioeconómico, raza, religión, sexo, lugar de residencia y estado físico, a los que pidieron que evaluaran 6 dibujos según su atractivo físico. Todos los niños consideraron los dibujos en los que aparecían niños obesos como los menos atractivos, superando en atractivo tan solo a los dibujos de niños amputados.

Más tarde, en los años ochenta, otros investigadores (Harris y Smith) observaron en una amplia muestra de adultos y niños que los no obesos eran valorados como preferibles para entablar una amistad, se percibían como más felices, con más amigos, más elegantes, más atractivos, menos solitarios y menos tacaños, no habiendo diferencias entre sexo, grupo étnico o peso.

Si pensamos que este estigma es ajeno a sectores más formados o familiarizados con estos casos, estamos desgraciadamente equivocados. Este estigma se extiende hasta los sectores más formados de la población: la obesidad también es estigmatizada por estudiantes universitarios (Tiggermann y Rothblum, 1988) e incluso por los propios familiares de obesos (Kinson, loador y Miller, 1988).

Mención especial merece el trabajo de Young y Powell de 1985 en el que un grupo de psiquiatras, psicólogos clínicos y asistentes sociales evaluaron un mismo caso clínico, que venía acompañado por la foto, bien de una mujer de peso normal, con sobrepeso leve o moderadamente obesa; estos profesionales de la salud evaluaron a las mujeres moderadamente obesas como más agitadas, con mayor conducta emocional, menos juiciosas, con higiene inadecuada, conducta inadecuada, conducta obsesivo-compulsiva, conducta autolesiva, conducta estereotipada y peor funcionamiento psicológico general que las mujeres de sobrepeso leve y de peso normal.

Con toda esta información sobre la mesa, es evidente que la obesidad es una condición médica enormemente estigmatizada por la sociedad, y que ese estigma se extiende hasta el mismo sector sanitario. Todos tenemos la responsabilidad de hacer una evaluación autocrítica de nuestra actitud hacia esta enfermedad, que no debería ser en caso alguno diferente a aquella actitud mantenida hacia otras condiciones médicas ampliamente extendidas en nuestra sociedad.

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