aprende a decir que no

Aprende a decir que NO [Vídeo]

“Aprender a decir que no” es una de esas lecciones pendientes para muchos. Son un montón de personas las que llegan a la consulta y al cabo de un tiempo llegan a una conclusión: “sabes qué, yo creo que mi problema es que no se decir que no”. A todos nos cuesta un poco decir que no, y sobre ese tema voy a hablaros en esta nueva Píldora de Psicología:

En el fondo tú sí que sabes decir que no, de hecho no lo recuerdas, pero cuando aprendiste a hablar, una de las palabras que más repetías era “no”. Pregúntaselo a tus padres, verás como ellos sí lo recuerdan, ¡vamos que si lo recuerdan! Y lo hacías porque era un momento muy importante para ti, un momento en el que descubrías que empezabas a tener, aunque fuera poco, algo de control sobre tu vida. No tenías por qué aceptar todo lo que se te decía, te podías rebelar, podías hacer oír tu voz y que se cumplieran tus deseos. Pero fuiste creciendo y al cabo de unos años estás preguntándote por qué no sabes decir que no. ¿Qué es lo que ha pasado entre medio para que pierdas esa capacidad?

¿Por qué nos cuesta decir que no?

Hay tres motivos fundamentales por los que nos cuesta tanto decir que no: por exceso de empatía, por ecesidad de reconocimiento o aprobación o por la no aceptación de las consecuencias negativas que tiene decir que no.

Exceso de empatía

¿Se puede tener empatía en exceso? Sí. Un exceso de empatía te puede llevar a sobrevalorar las necesidades de los demás y aceptar ciertas cosas con demasiada rapidez, no siendo consciente del coste que puede suponer para tí y quedándote luego atrapado en esa respuesta. Debes tomar consciencia de tu propia importancia y de la de tus propias necesidades. ¡No sólo es importante lo de los demás!

Necesidad de reconocimiento

Necesitar el reconocimiento de los demás nos hace, en ocasiones, hacer más de lo que en verdad nos gustaría. Pero cada vez que hacemos un favor o decimos que «sí» no lo hacemos para buscar el reconocimiento o la aprobación de los demás; para descubrirlo, cuanto tengas que tomar una decisión, sé sincero contigo mismo y piensa los motivos reales que te llevan a ella. Si el motivo es el miedo al abandono o la crítica y en verdad no quieres hacer eso, quizá deberías decir que no.

No aceptar las consecuencias negativas

Decir que no tiene consecuencias. Puede que la persona a la que le estás dando una negativa no le guste esa respuesta, y si esa persona tiene cierto poder sobre ti, por ejemplo, a nivel laboral, eso puede tener consecuencias para ti. Por ello, has de hacer un balance coste / beneficio en cada situación concreta.

¿Cómo aprender a decir que no?

  1. Reconocer que tenemos derecho a decir que no. No es un capricho, es tu derecho.
  2. Transmitir de modo asertivo la negación, del modo más cariñoso, correcto y respetuoso posible con el otro. Que no te pierda la forma.
  3. Aceptar que ese «no» probablemente no le va a gustar a la otra persona. Será esa persona quien se tenga que encargar de gestionar su frustración, no es tu problema.
  4. Acepta que ese «no» quizá tiene consecuencias. Ya sea a nivel personal o profesional, quizá las tiene. Debes hacer un balance coste beneficios sobre la decisión de decir que no. Por ejemplo, hacer horas extras: tienes derecho a decir que no, pero quizá eso tiene unas conseciancas y debes aceptarlas (o no) de modo consciente.
  5. Aceptar que no siempre vas a gustar a todo el mundo, digas que sí, o digas que no. Renuncia a gustar a todos.

Si sigues estos consejos te será un poco más sencillo poder decir que no en situaciones en las que para ti es importante. Pero recuerda, decir que no es un derecho que tienes, no una imposición. En ocasiones tenemos que aceptar cosas que no nos gustan, pero que nos conviene. Por lo tanto, analiza cada situación y defiende tus derechos de modo consciente.

Si os gustan estos vídeos os invito a que os suscribáis al canal de Píldoras de Psicología en YouTube para enteraros antes que nadie de cada nuevo vídeo, poder dejar comentarios, recomendaciones y compartirlo con vuestros contactos. Si tenéis alguna sugerencia acerca de temas que os gustaría que tratara en el videoblog, podéis escribirme a: pildoras@albertosoler.es/

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

la crianza perfecta

La crianza perfecta no existe [Vídeo]

Todos sabemos que la crianza perfecta no existe. Pero pese a ello, vemos y leemos muchas cosas que nos llevan a tener la impresión de que sólo hay dos maneras de criar a nuestros hijos: la buena y la mala. Es sobre este tema sobre el que os hablo en esta nueva Píldora de Psicología:

Ya os lo dije hace tiempo cuando os conté mi visión de la crianza: en la crianza de nuestros hijos, más allá de cosas muy obvias, el blanco y el negro no existen. Pero que exista esa visión de la «crianza buena» y la «crianza mala»  da lugar para que se monten unas batallas tremendas entre los partidarios de hacer las cosas con sus hijos de un modo o de otro (ya os lo conté en uno de mis artículos para El País)

¿Por qué no existe la crianza perfecta?

Vamos a sintetizar en tres los principales argumentos por los que nunca podemos llegar a encontrar esa fórmula de la crianza perfecta:

Primero, debemos tener en cuenta que cada familia y cada casa es un mundo diferente. Hay cosas objetivas, como no pegar a los niños, o enseñarles que no deben cruzar los semáforos en rojo. Pero más allá de ellas, todo es muy cuestionable.

En segundo lugar: no hay que fiarse de las apariencias. Todos nos equivocamos. No hay hijos perfectos y mucho menos padres perfectos. Yo, por ejemplo, a veces también pierdo la paciencia con mis hijos y me sale humo de las orejas, o estoy en el parque y le voy un vistazo al móvil, y sé que debería lavarles ya los dientes todos los días pero se me olvida, y hay otros días en los que dejo que se me olvide porque estoy cansadísimo.

Además, durante la crianza todo es un constante cambio. Lo que en un momento puede ser una buena idea, quizá después no lo es. Ellos cambian, nosotros también y también las circunstancias.

Es necesario tener muy presente que la crianza perfecta no existen, y las recetas tampoco. Y como nadie somos perfectos, no hay que juzgar. No sabemos lo que hay detrás de cada decisión o manera de actuar de otros padres. Quizá la única forma de acercarse a una crianza “un poco mejor” es siendo más flexibles, humildes y respetuosos. Flexibles para saber adaptarnos a los cambios, humildes para reconocer que no estamos en posesión de la verdad, y respetuosos no sólo con nuestros hijos, sino con todos aquellos que han elegido un modo diferente de hacer las cosas.

Si os gustan estos vídeos os invito a que os suscribáis al canal de Píldoras de Psicología en YouTube para enteraros antes que nadie de cada nuevo vídeo, poder dejar comentarios, recomendaciones y compartirlo con vuestros contactos. Si tenéis alguna sugerencia acerca de temas que os gustaría que tratara en el videoblog, podéis escribirme a: pildoras@albertosoler.es/

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

Cómo dejar a tu pareja

Cómo dejar a tu pareja [Vídeo]

A veces las relaciones se acaban. Es una realidad. Al principio es sencillo mantenerse en la relación, pero conforme avanza el tiempo hay parejas que no saben gestionar todo lo que implica una relación y ésta acaba degradándose hasta que se acaba de manera definitiva. Si has llegado a preguntarte cómo dejar a tu pareja quizá el fin de la misma está cerca.

Cómo dejar a tu pareja Existen muchas formas diferentes de acabar con una relación, de hecho hasta podríamos crear una tipología en función de la forma de cortar con la pareja:

  • El tecnológico: hay quien deja a su pareja mediante un mensaje de WhatsApp, o lo que es peor, mediante una actualización de estado en Facebook o cambiando la foto de perfil. Sí, hay gente que lo hace.
  • La olla exprés: hay quien opta por ir acumulando resentimiento hacia su pareja desde el primer día. Nunca dice nada, siempre pone buena cara a su pareja, es el novio/novia ideal, pero la tensión por dentro va creciendo hasta el punto en el que explota y después no crece la hierba a mil metros a la redonda. La reacción alrededor suele ser unánime: «con lo bien que se os veía juntos, no me lo habría imaginado nunca». 
  • El trapecista: es quien, antes de dar el salto tiene muy claro dónde va a caer. ¡Nadie es tan tonto como para lanzarse al vacío sin red! Necesita tener una nueva pareja mínimamente asegurada antes de atreverse a dejar su actual relación. Se caracteriza por no haber estado más de dos semanas sin pareja en los últimos diez años, habiendo cambiado varias veces de pareja.
  • Pretty Woman: es quien cree en las películas románticas y aún no ha descubierto que son tan ciencia ficción como Regreso al Futuro o Star Wars. Cambia constantemente de pareja esperando encontrar aquella que le haga tener «mariposas en el estómago» y que «nunca acabe la pasión«. Sus relaciones suelen durar una media de cuatro meses, que es aproximadamente lo que dura el proceso de enamoramiento fisiológico.
  • El indeciso: suele estar más tiempo rompiendo con su pareja que tiempo ha durado la relación. Puede estar dos meses en una relación, pero «estar dejándolo» durante un año. Es esa persona a la que le dices «menos mal que lo habéis dejado, con lo mal que me caía tu novio/a» y te responde «ayer volvimos (por cuarta vez)«
  • El agente doble. Es incapaz de ser sincero o fiel a su pareja. Si va a tomar algo con los amigos, te dice que estaba trabajando. Si estaba trabajando, te dice que estaba con los amigos. Tiene verdadera alergia a que le controlen, y abandona la relación cuando lleva varios meses con otra pareja.

Todos estos perfiles, de hecho, pueden combinarse creando unos nuevos; por ejemplo, es bastante frecuente encontrarse con un agente doble trapecista, con un tecnológico indeciso, etc.

Pues bien, todo esto son formas en las que NO se debe dejar una relación. Son la receta perfecta para hacer daño a tu pareja y a ti mismo. Es verdad que las relaciones se acaban, y esto no es el fin del mundo, pero hay que saber gestionarlo de una forma correcta y respetuosa con esa persona con la que has compartido tu vida durante un tiempo. Hay que ponerse en el lugar de la otra persona, tener empatía, ser sincero y respetar sus tiempos. Siempre hay que hacerlo cara a cara, con sinceridad y manteniendo la cordialidad. Si todo ha acabado, ¿para qué hacer daño? No hay que dar falsas esperanzas («tenemos que darnos un tiempo») y ser sinceros.

Si te has enamorado de alguien que no es tu pareja, quizá lo mejor para esa nueva relación es ponerla en pausa hasta que dejes tu actual relación. De lo contrario, el mensaje que transmites a esa persona de la que te acabas de enamorar es: «soy una persona infiel y no tengo ningún problema en mentir a mi pareja con otra persona que acabo de conocer». No es una buena carta de presentación para iniciar nada, ¿no?

Y si has seguido leyendo hasta aquí, tienes a tu pareja a tu lado, pero de momento no tienes la más remota intención de dejarla, recuerda que la sinceridad, el respeto y la comunicación son los antídotos que hay que aplicar en el día a día, desde el momento cero, para evitar llegar a una situación de ruptura. ¿Si existen estos elementos la pareja durará hasta el infinito? No necesariamente, porque hay muchos más factores que influyen, pero si la sinceridad, respeto y comunicación son la base de la relación y al final ésta se rompe, es difícil que tu pareja o tú os veáis reflejados en algunos de los perfiles que hemos comentado.

Si os gustan estos vídeos os invito a que os suscribáis al canal de Píldoras de Psicología en YouTube para enteraros antes que nadie de cada nuevo vídeo, poder dejar comentarios, recomendaciones y compartirlo con vuestros contactos. Si tenéis alguna sugerencia acerca de temas que os gustaría que tratara en el videoblog, podéis escribirme a: pildoras@albertosoler.es/

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.