Las fobias son uno de los problemas psicológicos más frecuentes, que llegan a afectar a casi una de cada diez personas. Hoy vamos a hablar de una fobia que es bastante frecuente entre personas adultas: la amaxofobia, o fobia a conducir, que puede llegar al extremo de impedir a la persona que la sufre ponerse delante del volante. Vamos a verlo.
La amaxofobia puede desarrollarse por muchos factores; hay personas que la desarrollan porque ha pasado mucho tiempo desde que se sacaron el carné y han perdido habilidad y confianza de cara a la conducción; otras porque han tenido alguna experiencia traumática; otras, especialmente las más mayores, porque sienten que han perdido facultades físicas; por haber tenido un ataque de ansiedad en el coche… hay muchas situaciones diferentes que pueden desencadenar este problema.
Casi uno de cada cuatro conductores tiene ansiedad al conducir; ojo, que son muchos. Uno de cada cuatro. Pero que te pongas nervioso al conducir no significa que tengas una fobia. Tener miedo a conducir es algo normal que, mientras que no te paralice o no interfiera de forma significativa en tu día a día, no podemos considerarlo como una fobia.
Según las estadísticas, la amaxofobia es más frecuente en mujeres que en hombres, pero puede que realmente no haya tanta diferencia. Lo que pasa es que conducir es una destreza muy relacionada con el ego, especialmente entre los hombres, y por ese motivo es algo que se suele ocultar. Digamos que se vive en silencio, como las hemorroides… ¡¿cómo YO me voy a poner nervioso al conducir?! De hecho, nosotros tratamos a muchos pacientes con este problema y realmente no vemos esas diferencias de sexo tan marcadas que arrojan las encuestas…
Características de la amaxofobia
Pero bueno, una cosa es la ansiedad y otra es tener una fobia. De las personas que tienen ansiedad al conducir, una parte de ellas sí que puede cumplir los criterios para una fobia: tener un miedo muy intenso, que afecta mucho al día a día y, sobre todo, evitar o huir de esas situaciones para poder encontrarse mejor. Quien tiene fobia a conducir, tan sólo con pensar en que tiene que coger el coche, es probable que sienta cómo su nivel de ansiedad se incrementa hasta niveles muy elevados, hasta el punto de tener que buscar cualquier excusa para evitar exponerse a esa situación. Pero esto es algo que no siempre se puede evitar, por lo que esas personas acaban ideando mil y un trucos o excusas para parchear el problema y salir adelante: evitan conducir solos, o evitan ciertas carreteras, o ciertos horarios, o directamente van en transporte público, o andando si hace falta.
Pero esto de la fobia a conducir no es algo de blanco o negro, tengo o no tengo fobia, sino que muchas veces tiene que ver con las condiciones en las que se conduce. Por ejemplo, hay muchas personas que pueden conducir sin ningún problema por la ciudad, pero son incapaces de salir a la autovía o autopista. De hecho, este tipo de vía es la que más evitan las personas con amaxofobia. Eso de tener tantos carriles y no poder salir de la carretera cuando quieran, ni tampoco parar con facilidad si lo necesitan, hace que se sientan encerrados y se dispare su nivel de ansiedad. Por eso, con tal de evitar ir por la autovía (algo que se suele evitar mucho) acaban empleando el doble o el triple de tiempo por carreteras secundarias. Y eso al cabo de una semana, un mes o un año puede suponer muchas horas. La densidad del tráfico también afecta mucho, así como las condiciones climatológicas, la hora del día, etc. Hay personas que no son capaces de conducir de noche, o con lluvia, o con mucha densidad de tráfico, y otras que entran en pánico cuando se ven encerradas en un atasco.
Como veis, no es algo de todo o nada, sino que hay muchos tipos diferentes de amaxofobia, y por eso el tratamiento también va a depender mucho del punto en el que se encuentre la persona. En nuestro Centro hemos trabajado con pacientes muy distintos, desde el que entra en pánico solo con sentarse y coger el volante, hasta el que puede conducir perfectamente en la mayoría de situaciones y solo evita alguna en concreto.
Además de la evitación, otra cosa que comparten los pacientes con amaxofobia son los pensamientos anticipatorios; cuando se acerca el momento de tener que enfrentarse a la situación que les produce malestar, comienzan a tener pensamientos negativos del tipo “no voy a poder”, “tendré un ataque de pánico”, “lo voy a pasar fatal”, “seguro que monto un numerito”… y esos pensamientos lo que hacen es aumentar su nivel de ansiedad y, efectivamente, hacer que eso que temen se acabe produciendo. Llámalo profecía autocumplida, círculo vicioso de la ansiedad o como quieras. La cosa es que el tratamiento, lo que busca entre otras cosas, es romper ese círculo vicioso de los pensamientos anticipatorios.
Tratamiento de la fobia a conducir
Y es que pese a lo incapacitante que puede llegar a ser, el tratamiento de la amaxofobia suele ser bastante sencillo y tiene unos resultados muy buenos, consiguiendo que la persona que la sufre pueda llegar a conducir con normalidad, sin experimentar esos niveles de ansiedad tan paralizantes.
El primer paso es hacer una evaluación para descartar que eso que parece una fobia no sea en realidad cualquier otro trastorno psicológico más amplio (como, por ejemplo, una agorafobia). Esto pasa a veces: viene el paciente a la consulta porque tiene fobia a conducir, pero lo evalúas y te das cuenta que también evita los ascensores, los espacios públicos con mucha gente, el transporte público o incluso hacer cola en el supermercado. En ese caso el tema de conducir es solo una parte de algo más amplio, y el tratamiento no puede limitarse a la conducción.
Tras la evaluación, se le explica al paciente qué es lo que le pasa y cómo se va a realizar el tratamiento. Se suele empezar por un entrenamiento en técnicas de relajación y manejo de pensamientos negativos, entre otras técnicas, que le van a permitir enfrentarse a la ansiedad. Una vez el paciente ha aprendido a manejar su ansiedad, es cuando se pasa a lo que es el núcleo del tratamiento: un programa de exposiciones progresivas a la conducción. Pero calma, no entremos en pánico, que esto no quiere decir lanzarse a la carretera sin más. No. Primero empezaremos con una exposición mediante realidad virtual. En el entorno de la consulta, con unas gafas de realidad virtual, recreamos diferentes escenas de conducción, en las que podemos modificar gran cantidad de variables: hora del día, clima, densidad del tráfico, tipo de vía… y en este contexto, la persona va aplicando las técnicas que ha aprendido. Una vez ha cogido confianza y destreza gracias a la realidad virtual, pasamos a las exposiciones en el mundo real, inicialmente con el paciente acompañado, y más tarde solo, (si el caso lo requiere) —> esto lo quitaría, pero no lo borro para que lo comentemos.
En todo caso, el ritmo de estas exposiciones, tanto en VR como in vivo, siempre lo marca el paciente, y el objetivo es que no lo llegue a pasar mal y que finalice cada una de estas sesiones de exposición sin ansiedad. Conforme van avanzando las sesiones, la persona va enfrentándose a situaciones cada vez más complejas de manera exitosa, consiguiendo al final competencia en la conducción y tranquilidad al volante.
Si estás viendo este vídeo y te sientes identificado, te recomendamos que busques ayuda. Como ves la amaxofobia es un trastorno muy frecuente y su tratamiento, afortunadamente, es muy sencillo y suele dar unos resultados excelentes.