La lealtad: su importancia en las relaciones interpersonales

Cuando hablamos de relaciones interpersonales un concepto importante y que debemos tener presente es la Lealtad, especialmente cuando hablamos de relaciones de pareja o de amistad. Comprender la importancia de la lealtad nos puede ayudar a tener unas relaciones más sanas y satisfactorias. Así que, vamos a verlo.

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¿Qué es la lealtad?

Si buscamos la palabra lealtad en el Diccionario encontraremos “que guarda a alguien o algo la debida fidelidad”. Por esto, como decíamos, muchas veces este concepto está muy asociado al ámbito de la pareja… lealtad en contraposición a la traición de alguno de los miembros de la pareja. Pero aunque se asocie mucho al ámbito de la pareja, en realidad podemos ser muy leales o muy fieles a nuestros amigos, a nuestros hijos, a nuestro país, ciudad, región, partido político, religión, o lo que queramos. Esta lealtad o fidelidad nos simplifica la vida para tomar decisiones, nos hace sentir seguros, y nos ayuda a formar nuestra identidad y nuestro sentido de pertenencia: yo SOY valenciano, español, soy de tal equipo de fútbol o de equis partido político, o por ejemplo, SOY una persona casada (y en consecuencia me comporto como tal).

Cuando le damos importancia a la lealtad podemos sentir mucho pesar y mucha decepción cuando sentimos que nos falta esta lealtad por parte de los demás. Una situación en la que es frecuente que aparezcan problemas es, por ejemplo, cuando en un proceso de divorcio, los hijos pequeños tratan de seguir siendo leales a sus padres, pero éstos se lo ponen complicado; ya sabéis, que los divorcios empiezan muchas veces con buenas intenciones, pero es frecuente que al final los hijos sean la munición que se arrojan los progenitores. Cuando los adultos decidimos divorciarnos, deberíamos tratar de no poner en estas situaciones a los niños, porque ellos quieren poder seguir siendo leales a sus padres.

Otro problema frecuente muy relacionado con la lealtad es cuando sentimos que alguien significativo para la nosotros, ya sea una amistad o un familiar, no nos está ofreciendo el apoyo que esperábamos o de lo que cabría esperar dado su papel; por ejemplo, en el caso de que una madre o padre anteponga a otras personas a sus hijos, o que esa persona que considerábamos AMIGA con mayúsculas, en realidad prefiera realizar planes con otras personas y nosotros nunca seamos la primera opción.

Por suerte, estamos en un momento y en un contexto en el que tenemos libertad para decidir a qué o a quién queremos ser leales y sabemos que podemos cambiar de idea, de opinión o de actuación. Además tenemos a nuestro alcance más opciones para elegir que en otros momentos de nuestra historia o en otros contextos distintos. Pero esto también tiene su lado B, y es que en tener tantas opciones nos puede complicar un poco esto de ser leales. Por ejemplo, nuestros abuelos vieron una o ninguna vez la nieve, el mar o un país extranjero. Nosotros hemos disfrutado de vuelos baratos y hemos podido viajar y conocer mucha más gente y lugares. Al tener la opción de hacerlo, pudiera parecer que estemos obligados a vivir mil experiencias “para no ser menos que los demás”. Pero igual nos estamos complicando un poco demasiado la vida… Por un lado queremos tener esa libertad de elección, pero a la vez valoramos muy mal la falta de lealtad y la entendemos como una falta de coherencia. No se puede estar en misa y repicando; no puedes tener cientos de amigos y cuidarlos a todos como lo harías si solo fueran unos pocos. No puedes ir cada fin de semana a un sitio diferente y seguir siendo de los incondicionales de la falla, De la Peña, del pueblo o del bar. Habrá que elegir a qué le quieres ser fiel.

¿Cómo superar una deslealtad?

Como vemos, la lealtad es un concepto muy transversal que se aplica a muchas situaciones diferentes. Cuando hemos sido objeto de una deslealtad nos sentimos traicionados, dolidos y decepcionados, pero afortunadamente no estamos condenados a mantenernos en ese estado emocional.

Entonces, ¿qué podemos hacer si sentimos que hemos sido objeto de una deslealtad?, ¿qué sería lo más saludable?

Pues… muchas veces no nos queda otra opción que adaptarnos a la nueva realidad. Ante cualquier cambio, lo más recomendable suele ser adaptarnos de una forma flexible y con el mínimo impacto para las partes. Y muchos os estaréis preguntando… vale, ¿y esto cómo lo hago? Pues vamos a verlo.

Tolerar la incertidumbre

En primer lugar es importante que aprendamos a tolerar la incertidumbre. Aunque no nos guste mucho pensar en esto, en realidad puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento. Es algo que hemos comprobado todos recientemente con la pandemia. Hoy tienes una vida y mañana puede ser todo muy diferente. Y toca adaptarse. Pensar que las cosas son como son y que todo va a seguir igual, es bastante poco realista. Esta pareja tan aparentemente estable podría romperse, ese empleo fijo o esa salud de hierro. Todo puede cambiar, tendremos que confiar en que, llegado el momento, podremos responder ante la adversidad de forma adecuada. La vida es cambio. Tenemos que contar con esto.

Eliminar los deseos de venganza

En segundo lugar, parece buena idea eliminar de nuestra mente los deseos de venganza o de reparación del daño a costa: si la reparación es posible, fantástico, si quién nos ha hecho daño quisiera repararlo, puede que nos sintamos aliviados. Pero si esto no es posible y nada nos va a devolver la pareja, la amistad, el trabajo o lo que sea que sentimos que hemos perdido, permitir que el rencor nos invada solo vendrá a perpetuar la sensación de pérdida y malestar. Por ejemplo, querer que nuestros hijos “castiguen” a nuestro “ex” por el daño que nos ha causado es un intento venganza que, aunque pueda parecer apetecible en un primer momento, no va a traer nada bueno, ni a nosotros, ni mucho menos a nuestros hijos. No soluciona nada y de hecho puede generar más problemas.

Quedarnos con lo vivido

Otro paso para superar esa sensación de deslealtad es la capacidad para poder quedarnos con lo vivido, con cómo la situación ha impactado en nuestras circunstancias, y cómo el cambio puede resultarnos estimulante. Que sí, que está claro que lo vamos a vivir como un gran palo, pero a veces el cambio en realidad es para bien, porque de todo se aprende y ya trataremos de no tropezar otra vez con la misma piedra. Además, si estamos tan dolidos, es porque algo bueno tuvo aquella relación y nos viene bien poder reconocerlo y recordarlo de manera positiva.

Aceptar los cambios

Y, finalmente, aunque ya se desprende de lo que hemos ido comentado, es esencial aceptar los cambios. Muchas veces nos resistimos a ellos por la mera “pereza” que nos da actuar de una forma que no nos resulta automática y que requiere de cierto esfuerzo. Aquello que dicen de “salir de la zona de confort”. A corto plazo los comportamientos automáticos son muy económicos en tiempo y esfuerzo, pero a veces resultan desadaptativos. Todos conocemos casos en los que no tomar decisiones tiene un impacto a medio largo plazo nada deseable.

Así que… ante una deslealtad, en lugar de estancarnos en el papel de víctima, parece más inteligente elegir qué comportamientos puede resultarnos más beneficioso a medio y largo plazo, y dejar atrás lo que ya forma parte del pasado.

Y hasta aquí, otra píldora de psicología; en esta ocasión, la reflexión viene de nuestra compañera Conchín Blasco, que es la encargada de la terapia de pareja en nuestro centro de psicología. Si os ha gustado, podéis ayudarnos compartiéndola. Además, tenéis muchos más vídeos y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es. Y en todas las librerías nuestros libros “Hijos y Padres Felices” y “Niños sin etiquetas” La semana que viene, más. ¡Uuuun saludoooooo!

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