Algo que me encuentro demasiado a menudo en la consulta es con padres y madres (especialmente madres) que se sienten culpables… Pues bien, hoy vamos a hablar de esta culpa que nos acompaña demasiadas veces a los padres y madres.
VIDEO
Ya hablamos hace algunas semanas de la culpa , de cuando es razonable y cuando es excesiva, pero hoy vamos a pararnos más concretamente en la culpa de padres y madres en relación con la crianza de sus hijos. Y es que esto es algo muy muy frecuente. Nos quedamos embarazados (bueno, en realidad son las mujeres las que se quedan embarazadas, pero bueno, ya me entendéis). Esperamos a nuestro primer hijo, muchas veces después de mucho tiempo de no ver el momento, cuando nos lanzamos a veces que no llega… pero bueno, el caso es que pasa el embarazo, el parto, primeras semanas, meses… y QUEREMOS HACERLO BIEN. Y esto está bien. Querer hacerlo bien con nuestros hijos está bien. Son una gran responsabilidad y ellos están aquí por nosotros. Nosotros les hemos pensado, les hemos buscado y les hemos traído al mundo. Ellos no nos pidieron venir, fuimos nosotros lo que les creamos. Así que está bien tomárselo en serio y querer hacer bien las cosas.
No busques la perfección
El problema con pretender ser madres o padres perfectos, es que no lo vamos a conseguir. Y como no lo vamos a conseguir, pretenderlo es la receta perfecta para que se instalen los sentimientos de frustración y culpabilidad. Frustración por no llegar a esa idea inalcanzable, y culpabilidad por tener necesidades o deseos más allá de la familia: ¿quieres salir con las amigas?, ¿ir al gimnasio?, ¿simplemente descansar?… ¡¿cómo puedes ser tan egoísta?!, ¿cómo vas a dedicarte ese tiempo con todas las cosas que hay siempre pendientes de hacer? Ya lo harás cuando esté todo hecho… El problema es que nunca está todo hecho. Con niños pequeños siempre va a haber cosas pendientes de hacer. SIEMPRE. Siempre habrá ropa que lavar, tender, doblar o planchar; camas por hacer, cocina que recoger, comida que comprar o cocinar, juguetes por recoger o camas por hacer… da igual el tiempo que le eches, son tareas infinitas. Mientras tú arreglas por un lado, probablemente los peques estén desmantelando un armario o un cajón. Y aunque llegaras al punto de tener la casa medio decente, probablemente tendrás pendiente el cambio de armario, retirar ropa que se ha quedado pequeña, comprar zapatos para la nueva temporada… vamos, que lo que hay que hacer es infinito. Así que no puedes postponer el dedicarte (o dedicaros) un tiempo para cuando las cosas estén más calmadas, o la situación esté bajo control. Porque puede que ese momento tarde demasiado en llegar. No puedes esperar tanto como persona, ni podéis esperar tanto como pareja. Sois personas y es tan importante cuidaros vosotros y vuestra relación de pareja, cómo lo es que les cuidéis a ellos, que son pequeños y dependen de vosotros.
Si podéis dejarles de vez en cuando con alguien de confianza para hacer lo que sea que os guste, probablemente esto sea bueno para todos. Los mayores os ventilaréis un poco y volveréis con las pilas cargadas, y los peques probablemente también se lo pasen muy bien con esa canguro tan simpática que tienen, con los tíos enrollados o con los abuelos caldosas que les consienten lo que no les consienten los padres. Es un win-win. No es egoísmo cuidarse uno mismo, ni cuidar vuestra relación de pareja. Es saludable y beneficioso para todos. Además haciéndolo les estáis enseñando que también sois personas con vuestras necesidades y vuestras emociones, que son tan importantes como las de cualquier otra persona. Al convertirnos en padres no dejamos de ser personas (esta obviedad, a veces nos la y tienen que recordar a los padres).
Madres suficientemente buenas vs. madres perfectas
Como decía el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott, los niños no necesitan madres (ni padres) perfectos, con no tener unos padres “demasiado malos” sería suficiente. Solo necesitan unos padres suficientemente buenos; como en casi todo habría un punto óptimo. Estaría bien ser suficientemente buenos, pero sin pasarnos. Incluso nuestras imperfecciones les pueden beneficiar. Winnicott ponía el ejemplo de la madre que tiene que dividir su tiempo y atención entre sus dos hijos cuando nace el pequeño. Por mucho que quisiera, no podrá atender al mayor como lo hacía antes, porque ahora tiene que atender también al bebé. Pues bien, hasta esa pérdida de tiempo y atención, y esos celos que va a experimentar el mayor, pueden ser positivos para el niño y le están construyendo como persona. De la misma forma, nuestros muchos defectos pueden contribuir a la formación de nuestros hijos: les pueden ayudar a ser más empáticos, flexibles o compasivos. Es decir, si pudiéramos ser perfectos (que os recuerdo que no podemos), esto tampoco sería positivo para ellos, porque luego el mundo tampoco no es así. Es mejor mostrarnos humanos, con nuestras debilidades, inseguridades, necesidades, emociones y deseos.
O como decía mi abuelo: que lo mejor es enemigo de lo bueno. Así que ni perfectas, ni superwomans; mamás, papás, no compréis esos discursos que no hacen más que sembrar la culpa y la frustración. Mejor relajaos un poco, bajad un poco el listón de vez en cuando y disfrutad de cada etapa con los peques, que pasan más rápido de lo que nos gustaría.
A la venta en todas las libreras nuestros libros "
Niños sin etiquetas " e "
Hijos y padres felices" ".
En "
Niños sin etiquetas " (Ed. Paidós, 2020) hacemos un recorrido por las etiquetas que más habitualmente se utilizan para calificar a los niños: consentidos, malcriados, caprichosos, mentirosos, desobedientes, tiranos, dependientes, mal comedores… Y damos algunas ideas, consejos y múltiples ejemplos para para educarlos evitando caer en ellas.
"
Hijos y padres felices " (Ed. Kailas, 2017) es nuestro libro sobre crianza centrado en la etapa 0 a 3 años: apego, lactancia, alimentación, sueño y colecho, rabietas, límites, premios y castigos, movimiento libre, retirada del pañal… Aquí abordamos gran parte de lo que ocurre durante los primeros años de vida de los niños.
Y si os interesan los temas relacionados con la crianza y la educación, podéis acceder ya a
nuestros cursos en la Escuela Bitácoras, “El sueño en la infancia” , “Rabietas y límites desde el respeto” y “Cómo fomentar la autonoma” . Cada uno de ellos con más de tres horas de contenido. Son cursos que puedes hacer a tu ritmo, viendo cada lección tantas veces necesites, e incluso descargando en mp3 el audio para escucharlo dónde y como quieras. ¡Y
si utilizas el código ALBERTOSOLER tendrás un 10% de descuento !
Este artículo, escrito por
Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España .