Cómo evitar que los niños abusen de la tecnología [Vídeo]

Ya lo dije hace tiempo: la tecnología no es mala. No lo es la televisión, ni los móviles, ni los tablets, ni los coches. Sólo hay que tener en cuenta a quién va dirigida y regular de un modo consciente su uso. Los coches no son malos, pero no permitimos a los niños conducir, y todos estaremos de acuerdo en que será más recomendable ir a por el pan andando que hacerlo en coche. Pues con la tecnología sucede lo mismo, no es mala (de hecho es buenísima e imprescindible), pero un mal uso de ella puede tener unas implicaciones muy negativas para la salud. Por ello, en la Píldora de Psicología de esta semana os voy a dar algunos trucos para ayudar a los niños a hacer un uso racional de la misma. ¡Espero que os guste!

¿Cuánto tiempo deberían estar los niños viendo la tele o usando ordenadores, tablets o móviles?

La recomendación general está muy clara, y no lo digo yo: lo dice la Academia Americana de Pediatrá (AAP) y lo comparten la mayor parte de asociaciones médicas mundiales: los niños menores de 2 años no deberían ver la televisión ni usar móviles o tablets. Por encima de esta edad, la exposición no debería ser superior a las dos horas diarias, siempre que sea a contenidos adecuados a la edad y momento del desarrollo del niño.

No voy a entrar en detalles porque ya escribí sobre este tema hace algunos meses de manera muy extensa (en ese artículo os explico en detalle los estudios que ahora os comentar) pero en resumen podríamos decir que la mayor parte de estudios coinciden al señalar diversos efectos negativos que puede tener para la salud una sobreexposición a pantallas (televisión, móvil, tablets, etc.) En el mejor de los casos, y siempre que se respete el tiempo máximo de exposición, la visión de programas educativos adecuados a la edad del niño o el uso de aplicaciones educativas parece no tener efecto negativo o incluso mostrar cierto efecto beneficioso, pero éste no es superior al que se puede experimentar mediante otros materiales educativos o mediante la experimentación directa con el entorno.

El exceso de exposición a pantallas ocupa un tiempo que, de otro modo, podría haber sido empleado en la solución de problemas, lectura, deporte, desarrollo de aficiones o tiempo de interacción con familia y amigos, actividades al aire libre o en contacto con la naturaleza, etc. Es lo que se conoce como coste de oportunidad.

¿Cómo lograr que los niños no abusen de la tecnología?

Entendiendo tecnología como “exposición a pantallas”, hay algunos trucos que podemos poner en marcha a partir de estas edades que es interesante conocer, y así nos resultará un poco más sencillo seguir las orientaciones que comentábamos antes de la AAP:

  • Los niños no deberían tener televisión en su dormitorio. Aparte del poco control que de este modo podemos ejercer sobre qué contenidos ven o con qué frecuencia, se ha demostrado que aquellos niños que disponen de TV en su dormitorio tienen más riesgo de desarrollar sobrepeso, dormir menos horas o desarrollar TDAH.
  • En casa los ordenadores deberían estar en una zona común o de paso, con una sesión para cada miembro de la familia y siendo su uso supervisado por los padres.
  • Los teléfonos móviles y tablets se deberían cargar siempre en una zona común, nunca en el dormitorio. De este modo protegemos la zona de descanso y estudio de distracciones innecesarias.
  • Es positivo establecer un “toque de queda” tecnológico: a partir de una determinada hora, ningún miembro de la familia hace uso de teléfonos o tabletas.
  • No es recomendable tener la televisión de fondo si nadie la está viendo. Se ha demostrado que tener la TV de fondo tiene un efecto casi tan negativo como su exposición directa.
  • La televisión no debería estar encendida en los horarios de comidas o cenas, dado que desvía nuestra atención y disminuye la cantidad y calidad de la comunicación familiar.
  • Siempre es necesario respetar la recomendación de edad de películas, programas y videojuegos. 
  • Es muy importante que nosotros como padres limitemos también el uso que hacemos de estos dispositivos personales delante de nuestros hijos, porque debemos recordar la importancia que los padres tenemos como modelo: lo que hacemos nosotros, ellos lo van a replicar.

Recordemos, la tecnología no es mala: el wifi no fríe el cerebro ni las pantallas de los móviles las retinas, pero cada cosa tiene su momento, y los niños aprenden mucho mejor de la interacción con iguales que mediante pantallas.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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