¿Porqué sentimos lo que sentimos?

En muchas ocasiones nos ha podido ocurrir que, de repente, sentimos una intensa emoción, positiva o negativa, pero no podemos recordar (o ser conscientes) a qué se debe. 

Habitualmente tendemos a asumir que el modo en el que nos sentimos es el resultado de aquello que nos sucede, esto es, si nos suceden cosas buenas nos sentiremos bien, y si nos suceden cosas negativas, nos sentiremos mal. 

Pero, por suerte o por desgracia, la realidad es mucho más compleja. Podemos asumir, sin riesgo a equivocarnos, que apenas existen situaciones universalmente positivas o negativas, es decir, una misma situación puede hacer que dos personas diferentes se sientan de modo totalmente opuesto. 

Y bien, si no son las situaciones las que nos hacen sentir de un modo u otro, ¿qué es? Los seres humanos, entre otras características, nos diferenciamos del resto de primates evolucionados por nuestra elevada capacidad cognitiva, de reflexión, anticipación, inferencia, planificación, etc. 

Cuando nos encontramos ante una determinada situación, inmediatamente tenemos una serie de pensamientos (prácticamente automáticos) acerca de ela; estos pensamientos tienen su origen en quienes somos, quienes hemos sido, nuestros deseos, miedos, preferencias, aversiones, etc. y son esos pensamientos acerca de las situaciones que vivimos los que determinan el tono emocional con el que viviremos tales situaciones, no tanto las situaciones por sí mismas. Así, podemos comprender cómo una determinada situación o acontecimiento puede tener efectos tan diferentes dependiendo de quién la experimente. No existe la realidad, sino la realidad percibida por nosotros.

De este modo, cuando volvamos a sentir una emoción «inexplicable», quizá su origen no se encuentre directamente en algo que nos ha sucedido, sino en nuestros propios pensamientos; podemos  tratar de «tirar del hilo» de nuestros pensamientos para poder encontrar, con un poco de habilidad, aquel que nos hizo sentir de tal forma. 

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¿Existe la personalidad múltiple?

La personalidad múltiple existe, y de hecho está descrita en el DSM-IV  (Manual Diagnístico de los Trastornos Mentales), aunque ya no se denomina de tal forma.

Actualmente se conoce como Trastorno de Identidad Disociativo, y está caracterizado por la presencia de dos o más identidades (o estados de la personalidad) , cada una de ellas con un patrón propio de percibir y relacionarse con el entorno. Para poder diagnosticar tal trastorno, al menos una de estas personalidades debe tomar el control del comportamiento del individuo y debe estar asociado a una pérdida de memoria más allá de lo considerado como normal (una personalidad no recuerda lo que hizo la otra).

¿Cuales son sus causas? En gran parte de los casos, haber sufrido un estrés de gran magnitud puede estar tras este trastorno; de hecho, entre el 97 y el 98% de los adultos que presentan este trastorno refieren haber sufrido abusos sexuales en su niñez.

Respecto a su tasa de prevalencia, hay algunos estudios que afirman que entre un 3 y un 4 % de los pacientes hospitalizados por motivos psiquiátricos lo padecerían, aunque hay menor cantidad de datos referidos a población general.

Más información: MSD

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Delgadez, ¿a cambio de qué?

La obesidad y el sobrepeso están cada vez más extendidos en nuestra sociedad; el principal objetivo a la hora de perder peso es lograr una mejora en la salud global, dado que ésta se ve enormemente perjudicada por el exceso de peso, principalmente a nivel cardíaco y circulatorio.

¿Tomaríais una pastilla que os hiciera perder 5 Kg, pero no mejorara la salud cardíaca y pudiera produciros ansiedad o depresión?

Esta es la pregunta que se están realizando en EEUU ante la negativa a legalizar un fármaco denominado Rimonabant, que ya se comercializa en algunos países de Europa y que promete importantes pérdidas de peso, a la vez que puede servir como ayuda para dejar el tabaco. Pero la realidad parece no ser tan prometedora como sus indicaciones.

En un estudio clínico con 839 pacientes obesos, el fármaco no logró mejorar la salud cardíaca, a pesar de que los pacientes perdieron una media de 4 Kg, en comparación con los pacientes que tomaron un fármaco placebo, que perdieron como media cerca de medio kilo de peso.

Además de ello, cerca del 43% de los pacientes que tomaron el fármaco tuvieron consecuencias psicológicas adversas tales como ansiedad, depresión e insomnio, en comparación con el 28% que tomó placebo; de todos los pacientes que tomaron Rimonabant, uno se suicidó y otro intentó suicidarse.

¿Qué opináis sobre esta polémica?

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El olor del miedo

La profesora Denise Cheng, de la Universidad de Rice (Houston) realizó una investigación publicada en la revista Chemical Senses, de la que se desprende que las mujeres son capaces de detectar el olor del miedo, y esta habilidad favorecería el desempeño en tareas que requieren actividad mental. 

En una primera fase del experimento se recogía el sudor de siete voluntarios mientras veían películas de terror, o bien, mientras veían vídeos con contenido emocional neutro. 

En una segunda fase, 68 mujeres realizaban un ejercicio de asociación de palabras mientras olían una muestra del sudor de los sujetos de la primera fase. Así, las 68 mujeres se dividieron en tres grupos dependiendo del tipo de muestra: 

  • Mujeres que realizaban el ejercicio mientras olían la muestra proveniente de sujetos que vieron una película de terror.
  • Mujeres que olían la muestra de sujetos que vieron un vídeo neutro.
  • Mujeres que olían una muestra sin sudor.

Después de analizar los datos se observó que las integrantes del grupo «olor a miedo» fueron más precisas al procesar las palabras relacionadas (por ejemplo, puerta-ventana), aunque no se observaron diferencias en la velocidad o precisión para las palabras no relacionadas (pez-taburete). 

Según Cheng, es posible que el olor del miedo haya vuelto más cautelosas a las mujeres, permitiéndoles reconocer mejor la información valiosa, sin embargo, ninguna de las participantes, podría asegurar conscientemente que pudiera oler el miedo, por lo que tal efecto observado probablemente inconsciente.

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