Hace algunas semanas nos contactaron desde Juguetes Cayro para proponernos una colaboración analizando uno de sus productos, el juego Emo Park. Cuando nos contaron de qué iba el juego nos pareció una idea interesante y aceptamos la colaboración. De hecho, de todas las colaboraciones que nos han propuesto es la primera que hemos aceptado. Porque si la idea es vender leche de fórmula, aplicaciones “educativas” para móviles u otra clase de productos que no nos convencen, lo siento, pero no…
Emo Park es un juego de mesa que en principio está destinado a niños entre 5 y 8 años, aunque como luego veremos, esto se podría matizar un poco. El juego está compuesto por un tablero, 40 tarjetas, un reloj de arena y tres marionetas de fieltro reversibles, que muestran 6 emociones: alegría (amarillo), calma (verde), enfado (rojo), miedo (azul oscuro), tristeza (azul claro) y sorpresa (naranja).
El tablero muestra un escenario muy grande, con muchos personajes, en los que se están desarrollando diferentes escenas: una pelea, niños jugando, alguien asustado, etc. Esas mismas escenas son las que aparecen repartidas en las 40 cartas. La dinámica del juego es la siguiente: un jugador toma una carta, en la que aparece el dibujo de la escena, la descripción de la emoción que está presente, y una lista de “palabras prohibidas” que no se pueden mencionar. Entonces, el jugador, levantará la manopla con la emoción que está describiendo y empezará a explicar la situación sin pronunciar las palabras prohibidas. El primero de los otros jugadores que encuentre en el tablero la situación ganará esa carta. Si se acaba el tiempo y nadie lo ha logrado adivinar, perderá una tarjeta quien estaba representando la escena. El juego acaba cuando uno de los jugadores acumule cuatro tarjetas. Aquí podéis ver una explicación de la dinámica del juego:
En las instrucciones del juego explican algunas variantes y consejos para padres que nos parecen tan interesantes como el propio juego en sí, ya que en el fondo lo que nos proporciona este juego es un material que podemos emplear como excusa para hablar y hacer presentes las emociones en casa, por ejemplo, empleando las marionetas para mostrar emociones en un momento determinado, tarjetas para elaborar “historias” sobre las escenas que describen, etc.
En cuanto a la edad, el juego está orientado a niños de entre 5 y 8 años, aunque pensamos que los niños de 5 años pueden encontrar todavía dificultades para comprender la dinámica del juego, además de necesitar leer las tarjetas y describir escenas evitando ciertas palabras, lo cual puede ser complicado para niños de 5 años.
Lo que más nos ha gustado de Emo Park
La idea general del juego es muy interesante, ya que al tiempo que pasamos un rato divertido con un juego de mesa, podemos familiarizar a los peques con el lenguaje emocional.
Como comentaba, el material es muy interesante y diverso, y nos permite usarlo siguiendo las instrucciones que nos proporciona el fabricante, o encontrar otros usos para hablar de las emociones en casa.
Además, las tarjetas tienen todo el texto en castellano y en inglés, por lo que también podemos utilizarlas para aprender o repasar algo de vocabulario, de una forma divertida.
Lo que no nos ha gustado tanto de Emo Park
Hay algunos elementos que generan confusión; por ejemplo, los personajes del tablero (y las tarjetas) son de diversos colores, pero estos no guardan relación con las emociones que representan (puede haber un personaje rojo que está alegre, o uno amarillo que está enfadado). Al comentarlo con el fabricante, nos han explicado que el motivo de esto es que los participantes no encuentren el objetivo siguiendo solo los colores, lo cual puede ser más divertido para los más mayores, pero también más confuso para los más pequeños. Pensamos que sería menos confuso, si todos los personajes fueran de un único color, y sólo variara la expresión facial. Sobre todo para los niños más pequeños.
Por otro lado, hay algunas expresiones faciales que no son congruentes con su emoción (por ejemplo, hay un niño en una bicicleta, que teóricamente muestra “miedo” pero su expresión facial es muy similar a la mostrada en la marioneta de “sorpresa”).
Además, aunque puede ser un detalle menor, las instrucciones del juego contienen algunas erratas y faltas de ortografía, lo cual es fácilmente subsanable.
Conclusión
Cualquier excusa para sentarnos en la mesa con los hijos es buena, y si además tenemos un juego que nos permite hablar de las emociones y pasar un buen rato divirtiéndonos, más todavía. Además, los materiales (tarjetas y manoplas) pueden ser empleados de manera creativa por cada familia en diferentes situaciones para poder hablar sobre las emociones.