Las rabietas son NORMALES: ni tu hijo es raro, ni tú haces nada mal.

Cuando vuestra madre, padre, suegro, suegra o persona random que os encontréis por la calle os diga que vuestro hijo tiene rabietas porque es un consentido… ni caso. Las rabietas son un fenómeno normal del desarrollo, tan normal como lo es el control de esfínteres o el aprendizaje del lenguaje. Vamos a verlo…

https://youtu.be/GkcNkl_YvPQ

El origen de las rabietas

¿Recordáis cuando os hablé hace unas semanas de Phineas Gage? Aquel obrero del ferrocarril se lesionó un área de su cerebro llamada corteza prefrontal. Es el área del cerebro encargada de funciones tan importantes como la planificación y organización, el control de impulsos, la perseverancia, el autocontrol, la solución de problemas o la empatía, entre otras funciones. Como podréis imaginar, es una estructura clave implicada en las rabietas; pero hay un pequeño problema, y es que ésta área no termina de desarrollarse hasta bastante tarde… de hecho, es la última área del cerebro en finalizar su desarrollo…¿cuándo? Pues parece ser que esto ocurre ya bien entrada la veintena… Sí, ¡¡con veintipico años!!, mientras que las áreas encargadas de las emociones (como, por ejemplo, la amígdala) ya están maduras desde el momento del nacimiento. Podríamos decir que los niños nacen con el acelerador muy bien desarrollado, pero que todavía tardarán años en tener los frenos… 

Así, si esa área todavía no está desarrollada, no podemos pedir que se manifiesten, al menos de forma óptima, las funciones que dependen de ella: no vamos a poder esperar mucha solución de problemas, control de impulsos o autorregulación emocional, más que nada porque el área encargada de todo esto todavía está bastante verde. 

¿Qué son las rabietas?

Pero ¿qué son exactamente las rabietas? Bien, pues las rabietas consisten en la manifestación de la frustración de un niño ante un deseo que no puede cumplir. Esto es, cuando quiere algo que no puede ser. Las rabietas son especialmente frecuentes entre los 2 y los 4 años, pero muchos niños ya empiezan a manifestarlas desde bastante antes, no siendo extrañas desde el año y medio. 

También, una vez superados los dos años no significa que vayan a desaparecer de repente, pero sí que su frecuencia e intensidad serán bastante menores. Lo más importante que debemos tener en cuenta es que las rabietas son normales, forman parte del desarrollo de los niños de manera similar a otros procesos evolutivos como el control de esfínteres, la deambulación o el aprendizaje del lenguaje. 

Pongámonos en la siguiente situación: niño de 2 meses y medio que se hace caca encima. Automáticamente, cuando se nota incómodo, llora para que sus padres le cambien. En eso, que unos amigos de los padres ven la escena y les dicen: “vaya vaya… veo que os tiene tomada la medida, eh… Os está manipulando: sabe que si se hace caca encima, vosotros vais a ir corriendo a cambiarle, con lo que consigue su objetivo de que le hagáis caso”. ¿Qué os parece? Pues seguramente una soberana estupidez, ¿verdad? Nadie en su sano juicio haría una interpretación tan retorcida de lo que es, simplemente, inmadurez. Pues con las rabietas sucede lo mismo: los niños tienen rabietas, al igual que manchan los pañales o gatean en vez de andar cuando son pequeños. 

Por esto, y aquí viene algo muy importante, nunca debemos entender las rabietas como una batalla niño-padres, sino como una relación de ayuda padres-hijo que sufre. Porque sí, para nosotros pueden ser muy incómodas e incluso hacernos pasar verguenza cuando se presentan, pero no olvidemos que ellos están sufriendo. No están montando un número, no nos están manipulando. Están pasándolo mal. Y si tenemos en cuenta que se comportan así porque su cerebro, a esas edades, no da para más, resulta muy cruel ignorarles, amenazarles, humillarles, o castigarles cuando se comportan de este modo. ¿Lo haríais cuando manchan un pañal?, ¿no? Pues lo mismo.

¿Cuándo tenemos que preocuparnos? Signos de alarma.

Entonces queda bastante claro que las rabietas son un fenómeno normal del desarrollo de los niños pero… ¿cuándo deberíamos preocuparnos? Deberíamos ponernos en alerta si las rabietas no disminuyen a partir de los 4 años de edad, aproximadamente, sino que se mantienen con la misma intensidad o aumentan. Otro motivo de preocupación es si su intensidad o su frecuencia son muy elevadas en comparación con otros niños de la misma edad. Si las rabietas vienen acompañadas de un pobre desarrollo verbal (especialmente si hay un retroceso en el lenguaje, es decir, que cada vez se comunica menos), si tiene poco interés social o poco contacto ocular, también deberíamos consultar con un especialista. Si las rabietas alteran mucho el clima familiar o de pareja, no es mala idea buscar ayuda para gestionarlas mejor. Y siempre que haya un mensaje de alerta por parte de la escuela deberíamos tomarlo en serio y hablarlo, al menos, con su pediatra. En las escuelas infantiles quizá no son expertos en diagnosticar problemas del desarrollo, pero tienen contacto con muchos niños de una misma edad, y tienen el ojo muy entrenado para distinguir qué es esperable y qué no en función de la edad de los peques. 

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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