¿Alguna vez has pensado eso de «no sé qué hacer con mi vida«?, ¿te ves abrumado por todos los caminos que podrías tomar, y al final pasa el tiempo y no te mueves del sitio? En los próximos minutos te voy a explicar lo que trabajo con mis pacientes en consulta para ayudarles a cambiar el enfoque y salir de ese bloqueo…
Lo primero es tener claro que esto no te pasa solo a ti, ni mucho menos. Te sorprendería la cantidad de gente que está desorientada, que siente que no sabe qué hacer con su vida y que mira con envidia esas personas que siempre han tenido claro lo que querían hacer. La mayoría de la gente atraviesa a lo largo de su vida varios de esos momentos de desorientación vital y no saber qué caminos tomar, pero con las herramientas necesarias es posible salir de ahí más pronto que tarde.
En terapia, cuando surge el tema de «no sé qué hacer con mi vida» suelo tomar un papel y comenzar a dibujar un árbol, en cuyo tronco se sitúa la persona, y en el que poco a poco van formándose ramas, ramas en las ramas y ramas en las ramas de las ramas. Finalmente tenemos un árbol con una buena copa, con gran cantidad de ramas, las cuales representan todos los posibles caminos que podemos emprender partiendo inicialmente de un mismo lugar. Les explico a mis pacientes que parte de su problema es que ellos están en esa base del árbol y que, desde ahí, tienen al alcance de su mano muchas opciones diferentes; pueden tomar cualquiera de ellas solo con dar un paso, pero tener todas esas opciones les bloquea. ¿Dónde me llevará cada opción? Y ese es precisamente el problema. Que nos quedamos viendo la base, cuando realmente deberíamos alzar la mirada y buscar en la copa cuál es el lugar en el que nos gustaría realmente estar.
A veces puede costar un poco de ver, pero se identifica fácilmente: “ahí es donde me gustaría verme en unos años”. Pues bien, y aquí está la clave: ahora lo que toca es hacer el camino inverso hasta el tronco para identificar cuáles son los pasos que debemos dar para llegar ahí y, sobre todo, cuál es el primer paso que debemos dar para salir del bloqueo.
Veamos otra metáfora con la que también se comprende muy bien. Imagina que te doy 200€ y vamos a una gran tienda de ropa, y lo único que te digo es que compres la ropa necesaria “para lo de mañana”. Claro, lo primero que me preguntarás es que qué es eso de “lo de mañana”. Porque sin saber qué es lo que va a suceder mañana, difícilmente podrás elegir la ropa más adecuada. Fíjate en la paradoja: tienes dinero en el bolsillo, toda una tienda para elegir lo que quieras, pero no sabes qué comprar. Porque te falta algo muy importante: saber dónde vas a ir. Si eso que hay que hacer mañana es una entrevista de trabajo, irás directo a ver las camisas, las chaquetas y la ropa formal. Pero si mañana vamos a ir a una excursión por el monte, tus compras serán muy distintas. Necesitas saber dónde vas para poder empezar a decidir.
¿Qué es lo que ocurre? Que muchas personas tienen miedo a comprometerse con un futuro por miedo a fracasar y luego tener que hacer frente a ese sueño que no lograron. Así que para evitar esto directamente se quedan paralizados y evitan comprometerse con cualquier futuro, no sea que no lo consigan y se decepcionen. Esto es lo que llamamos evitar Guatemala para ir a Guatepeor. Sí, claro, hay personas que no consiguen sus sueños. Pero el hecho de haberse esforzado por lograrlos ha generado gran cantidad de oportunidades que hacen que ese esfuerzo haya merecido la pena.
Otros dicen: pero, ¿cómo puedo saber ahora lo que voy a querer dentro de equis años?, ¿y si cambio de opinión? Siempre se puede cambiar de opinión mientras estés en movimiento; ¿que ese futuro deja de parecerte atractivo por el motivo que sea? No pasa nada, siempre puedes desandar parte del camino, retomar otra rama y continuar por otro camino, habiendo aprendido de todo ese camino que ya has andado. Tienes derecho a cambiar de rumbo.
Por lo tanto, más que fijarte en las oportunidades que tienes delante es mejor recurso imaginar cómo te gustaría que fuera tu vida en algunos años y, a partir de ahí, ver cuál es el camino que debes seguir teniendo en cuenta el punto en el que estás. Así no te abrumarás por la gran cantidad de opciones disponibles y te será más sencillo rechazar aquellas que no encajan con tu plan. Tener una meta hace que pongas en marcha gran cantidad de recursos que los puedes emplear en lograr ese u otro objetivo, porque cambiar de rumbo no es un fracaso, es tu decisión. Y recuerda: al final, de todas las decisiones posibles, la mejor decisión es la decisión que has tomado. No lo olvides.