Al igual que llevar una alimentación saludable o un estilo de vida activo, tener un hábito de lectura y disfrutar con los libros es algo que la mayoría de familias desean para sus criaturas. Y, como pasa con la alimentación o el ejercicio, el desarrollo de este hábito se puede fomentar o se puede dificultar. Por eso hoy vamos a ver 10 claves para estimular el gusto por la lectura desde el nacimiento. Vamos a verlo.
1. La primera clave sería la más obvia: si quieres que tu hija o tu hijo lea, comienza por leer tú. Los peques imitan constantemente gestos actitudes, frases y conductas de todo tipo que realizan sus padres. Las buenas y las malas. Por lo tanto, como decía aquella famosa campaña del Ministerio de Cultura, si tú lees, ellos leen.
3. ¿Cuándo empezar a leerle? Pues no es mala idea empezar a hacerlo ya desde que está en la barriga. El gusto por las palabras y la lectura empieza incluso antes del nacimiento. Leerle en voz alta mientras le llevas dentro, cantarle canciones y hablarle fomenta el vínculo entre mamá y bebé y hará que reconozca tu voz. Esto también lo puede hacer el padre, claro.
4. En los primeros meses de vida, cántale muchas canciones y rimas. Ponerle música de distintos géneros hará que reaccione a los estímulos de manera distinta. La conexión entre música y literatura es muy fuerte.
5. Cuéntale muchos cuentos. Muchos, muchos, muchos. Incluso antes de que puedan entender completamente lo que están oyendo, perciben la sensación de sentirse protegidos y queridos. Esto crea un vínculo muy fuerte y un hábito que más adelante iremos llenando con lecturas e historias más complejas. Por supuesto, los cuentos pueden ser leídos o inventados, ahí entra en juego la creatividad y preferencias de cada uno.
6. ¿Cómo leerles? Cuando leemos a los peques es recomendable señalarles los objetos y personajes de los cuentos y jugar con las repeticiones y las onomatopeyas, intentando huir del lenguaje plano. No es necesario que seamos unos grandes actores o lectores, pero es recomendable huir de una lectura plana, es mejor vivir e interpretar con la voz, lo que vamos leyendo. No puede sonar igual la voz del lobo que la de caperucita, ¿verdad? Pues eso.
7. Los primeros libros que solemos darles a los peques suelen ser de colores, abecedarios o números. Podemos ofrecerles libros manipulables con texturas o sonidos, cuentos interactivos con solapas, desplegables, vocabularios… Nos puedan parecer contenidos muy simples, pero tampoco les vamos a leer la Ilíada, ¿no? Realmente este tipo de libros tienen historias y contenidos ligados a su día a día y su nivel de comprensión, son cortos, con pocas palabras y muchos dibujos que les permitirán conocer y reconocer su entorno. Perfecto para empezar.
8. Y es que hay un libro para cada edad. Tenemos que ofrecerles lecturas adecuadas a su momento del desarrollo. Pasaremos de los abecedarios de cartón y libros de texturas a los cuentos sencillos con hilo argumental y de ahí a historias más elaboradas, libros ilustrados, cómics y lo que se tercie.
9. Créales una biblioteca, y que ésta esté a su nivel. No es necesario que hagas una gran inversión, basta con despejar las baldas inferiores de alguna librería de casa para colocar ahí sus cuentos y libros. Es importante que tengan su lugar y que ese sitio sea accesible, que pueda ir, coger sus libros y llevártelos para que se los leas, sentarse a ver sus dibujos o leerlos por su cuenta. Así, no dependerá de ti para acceder a ellos. Además, si les llevas con frecuencia a la biblioteca, les darás la oportunidad de descubrir un espacio con muchísimos más libros y recursos de los que puedan caber en cualquier casa.
10. Respeta sus gustos y preferencias. Esto se debe aplicar en general a todo, por ejemplo, a la comida, y es especialmente importante cuando hablamos de fomentar el gusto por la lectura. Conforme se van haciendo mayores irán mostrando sus propias preferencias y será fundamental que las respetemos, aunque no coincidan con las nuestras. Hablamos de fomentar el gusto por la lectura, no obligarles a leer lo que a nosotros queremos que lean, ¿no?
Estando presentes y compartiendo el momento de la lectura podrás identificar con mayor facilidad si se presenta alguna dificultad, ya sea evolutiva (relacionada con su ritmo de aprendizaje, por ejemplo) o de otro tipo, por ejemplo, algo emocional, físico o cultural. La mayoría de dificultades, cuando se detectan a tiempo, se pueden solucionar, pero es necesario pedir ayuda si no tenemos los recursos para abordarlo.
Como veis, hay mucho que podemos hacer para fomentar ese gusto por la lectura. Si desde bien pequeños les acostumbramos a visitar las bibliotecas o ir a librerías, entenderán la lectura como parte de su vida y de su ocio. Un buen hábito es, cuando vamos de viaje o al médico, no olvidar llevar algunos libros o cuentos en la mochila para poder entretenerse en esos momentos. Pero claro, aquí ocurre como con la alimentación: si estás acostumbrado a tomar de postre helado, luego la fruta no te sabrá a nada. Si está acostumbrado a jugar con el móvil cada vez que se aburres, quizá un libro tampoco le dice mucho.