El rincón de pensar: por qué no debes usar esta técnica

El rincón de pensar es una técnica de modificación de conducta que se popularizó en nuestro país a raíz del programa televisivo Supernanny. Es una técnica aparentemente amable y poco punitiva que ha sido ampliamente aceptada no solo por familias, sino también por colegios y escuelas infantiles. Aunque, como os estaréis imaginando, no es oro todo lo que reluce. Vamos a verlo.

¿Qué es el rincón de pensar?

Rincón de pensar: en principio no suena mal, ¿no? Es un rincón que sirve para pensar. Y pensar es bueno. Por lo tanto, no hay nada que suene mal…. Cuando un niño hace algo mal, sus padres en vez de castigarle, que parece que está muy mal visto, le mandan al rincón de pensar. Responden ante la mala conducta con una invitación a pensar. ¡Todo son ventajas! Bueno…realmente no…

A ver, empecemos por el principio: el rincón de pensar es un castigo. Se presenta como una estrategia moderna de disciplina, pero realmente es el castigo de cara a la pared de toda la vida, pero un poco menos honesto. Porque antes, al menos, quedaba claro que era un castigo porque te habías portado mal. Ahora es un castigo encubierto. Y de hecho, muchos padres que lo aplican están convencidos de que no están castigando a sus hijos… ¡si solo le están invitando a que piense!

Se suele presentar como una estrategia moderada y benevolente; quienes la defienden, sostienen que ante la mala conducta se debe llevar a la niña o al niño al famoso rincón de pensar, que no es más que eso, un rincón sin nada más, para que reflexione acerca de lo que ha hecho. Y lo hará durante tantos minutos como años tenga la criatura: si tiene dos años, dos minutos. Tres años, tres minutos. Diez años, diez minutos. El hecho de que no implique una agresión física ni verbal, así como que su aplicación sea graduada en función de la edad, han contribuido a darle buena prensa y a dotarlo de un halo buenrollista. Pero no es más que una vieja técnica de modificación de conducta conocida como “time out” o “tiempo fuera”.

El tiempo fuera, o en su nombre completo, “tiempo fuera de reforzamiento” es el nombre que algunos teóricos de la modificación de conducta le dieron a la extinción, esto es, dejar de reforzar una conducta para que ésta tienda a dejar de producirse. Os pongo un ejemplo: tenemos una máquina de refrescos. Cuando metemos un euro (conducta) nos sale una lata (refuerzo). Que salga la lata incrementa la probabilidad de que en un futuro volvamos a meter ahí un euro. Eso es un refuerzo positivo o un premio. Si cuando metemos el euro nos diera una descarga eléctrica, eso sería un castigo, ya que disminuiría la probabilidad de que realizáramos esa conducta en un futuro. Si después de un tiempo en el que nos acostumbramos a que cada vez que metemos el euro nos sale el refresco, de repente dejara de salir, entraríamos en un tiempo fuera de reforzamiento: la conducta deja de estar reforzada y tiende a extinguirse. No somos tontos, sí hemos metido uno o varios euros y no tengamos la lata, habremos aprendido que la situación ha cambiado y mejor no malgastar más dinero.

Pues bien, el rincón de pensar está basado en el tiempo fuera de reforzamiento. Sí en el ejemplo de la máquina de refrescos lo que retirábamos era la lata de bebida, ¿cuál es el reforzador que estamos quitando a la niña o al niño cuando consideramos que se ha portado mal? Bueno pues, aunque el rincón de pensar implica cierta privación sensorial, ya que no puede haber juguetes ni nada divertido, no sea que vaya a disfrutar de ese rato,el principal reforzador que le estamos retirando es nuestra atención. Nuestro caso. Nuestro afecto, cariño… cómo lo queramos decir… Pero si nos paramos a pensarlo un poco, realmente es cruel privar a una criatura de nuestra atención o nuestro afecto simplemente por haber cometido un error. Especialmente con los más pequeñitos que ni si quiera acaban de comprender bien lo que está ocurriendo.

Algunos estaréis pensando… “A ver, que no, que esto no es un castigo, que solo es para que aprenda y reflexione sobre lo que ha ocurrido”. ¿Realmente pensáis que con tres o cuatro años, pueden reflexionar acerca de sus errores de manera autónoma? No, ni por asomo. Los niños pequeños necesitan de sus padres o cuidadores para pensar y reflexionar, gracias a su guía pueden hacerse las preguntas adecuadas y llegar a conclusiones interesantes. Porque igual que les cuesta mucho regularse emocionalmente por sus propios medios, hacer este tipo de reflexiones también les viene grande… Pero sí que van a pensar, claro que sí. Van a pensar en cómo vengarse, cómo salirse con la suya, cómo hacer lo mismo o algo peor, per está vez sin que les pillen. Y quizá también piensan “cosas malas” de las personas que les han mandado al rincón de pensar. Porque todos los castigos acaban implicando un empeoramiento en la relación entre el castigador y el castigado. Por mucho que se revista de técnica buenrollista, como es el caso. ¿No os acordáis de lo que pensabais cuando os castigaban?? ¿En que estábais pensando?? En hacer propósito de enmienda o más bien todo lo contrario….? Si les mandamos a pensar, igual piensan (o no), pero sí les da por pensar, probablemente no estén pensando en lo que nos gustaría que pensaran… quizá les da por pensar lo súper injustos que estamos siendo con ellos y en la forma de salirse con la suya la próxima vez…

Algunas alternativas…

¿Y cuál es la alternativa? Alternativas hay varias, por ejemplo, podemos emplear consecuencias naturales y lógicas en lugar de castigos. Pero hay que recordar que esto tampoco es la panacea, porque la distancia que separa a las consecuencias de los castigos es en realidad muy corta, y es fácil acabar cayendo del lado del castigo.

Pero no todo tienen que ser castigos o consecuencias. A veces se puede simplemente hablar con ellos, otras podemos negociar, en ocasiones habrá que reparar el daño que se haya causado, y la mayoría de veces, es preferible centrarnos en las soluciones más que en las consecuencias. A veces es mejor Tener unas rutinas, hábitos y normas que hagan innecesario tener que aplicar la estas consecuencias que tanto preocupan a los padres. Estas son algunas ideas que desarrollamos en otros vídeos, podéis buscar en la lista sobre Premios y castigos de nuestro canal de YouTube.

Y si nos apetece utilizar un rincón para solucionar los “problemas de conducta”, quizá mejor optar por una estrategia muy diferente, pero que en ocasiones se confunde con ésta: el rincón de la calma. Mientras que el rincón de pensar es un castigo, el rincón de la calma no lo es, es un lugar interesante, rico estimularmente hablando, con cojines, cuentos, juguetes, a donde invitamos a ir al niño en un momento en el que se siente emocionalmente desbordado. Aquí hay otra diferencia importante: invitamos a ir, no imponemos que vaya. Le podemos acompañar, o incluso podemos ir nosotros mismos en un momento en el que nos sintamos desbordados y necesitemos desconectar, porque oye, no es un castigo ni una humillación, es un recurso para aprender a regular las emociones. Por suerte, Estos rincones cada vez son más frecuentes en colegios y escuelas infantiles y poco a poco van desplazando al rincón de pensar. Si buscáis por la red, encontraréis muchas ideas de cómo construir un rincón así de agradable en vuestra casa o aula, y la forma de utilizarlo. De ahí podéis sacar ideas, pero es preferible preparar el vuestro con ayuda de vuestros peques para que participen en el proceso y lo sientan algo suyo.

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