Los psicólogos conductistas y los psicoanalistas pocas veces se ponen de acuerdo en algo, tienen visiones del mundo y de la mente muy distintas. Pero el siglo pasado hubo un momento en el que sí estuvieron de acuerdo en algo: pensaban que si un bebé mostraba apego hacia a su madre era sólo porque ésta le alimentaba. ¿Verdad que suena muy triste? A Bowlby no le encajaba nada esta idea, y desarrolló su teoría del apego basándose en sus observaciones sobre el desarrollo de los niños en orfanatos, forzados a crecer sin la figura de su madre, padre o familiares cercanos. Años después de que Bowlby desarrollara su teoría del apego, Harry Harlow demostró experimentalmente muchos de los puntos que señalaba Bowlby.
¿En qué consistieron sus experimentos? Harlow utilizó un grupo de monos a quienes «preguntó» qué preferían, si a una fría madre de alambre que les proporcionaba alimento, o a una suave madre de felpa que no se lo daba. ¿Que cómo se lo preguntó? Separó a algunas crías de macaco de sus madres poco después de su nacimiento para criarlas en el laboratorio. Estos monitos fueron colocados en jaulas con una “madre” sustituta que podía ser de dos tipos: una de malla de alambre conectada a un biberón que les daba alimento, o una que estaba cubierta con suave felpa: de ese modo les hacía elegir entre recibir alimento, o bien algo similar al afecto y contacto físico. Si las teorías de los psicoanalistas y los conductistas eran correctas, los monos se quedarían con la madre que les proporcionaba el alimento y no le harían ni caso a la otra. ¿Pero qué ocurrió? Pues justo lo contrario: las crías pasaban la mayor parte del tiempo con las “madres” de felpa, y además las utilizaban como una base segura a la que se amarraban cuando tenían miedo al introducir los experimentadores algún objeto extraño en la jaula.
Estos experimentos hoy en día no habrían sido autorizados porque existen con unos criterios éticos muy estrictos para la investigación con animales y humanos, y la crueldad que implicaron fue enorme. Pero gracias a ellos hoy sabemos que la alimentación ni es lo único ni es lo más importante en la relación madre-hijo, tal y como se planteaba por aquel entonces.
En el vídeo de esta semana os cuento con mucho más detalle estos experimentos, sus implicaciones, e incluso os muestro algunas imágenes que el propio Harlow y su equipo tomaron durante el desarrollo de los mismos. ¡Espero que os guste!
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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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