Lo urgente y lo importante

Cuando una persona se enfrenta a una situación crítica, por ejemplo, una enfermedad grave como el cáncer, sufrir un accidente o la muerte de un ser querido, no es extraño que cambie de forma importante su escala de valores: a partir de ese momento, quizá incluso gracias a lo que ha vivido, aprende a reconocer lo que es verdaderamente importante y lo que no lo es tanto. Pero, ¿es necesario atravesar una situación tan límite para hacer esos aprendizajes? Vamos a verlo.

Pues por lo general parece que sí, que hasta que no le vemos las orejas al lobo andamos tan enfrascados en el día a día que no somos capaces de pararnos un momento y reflexionar acerca de lo que es importante y lo que no. Quizá el tema de parar sea una clave: vivimos tan rápido, decidimos tan rápido, que solo cuando la vida nos obliga a parar lo vemos claro. A lo mejor somos conscientes de que algunas de las cosas que estamos haciendo no son las ideales, pero nos consolamos pensando que “hay tiempo”. Hay tiempo para alimentarse mejor, hay tiempo para dejar de fumar, hay tiempo para relajarse y bajar el nivel de estrés, hay tiempo para llamar y quedar con esa persona que hace tanto que no vemos… Pero de repente un día pasa algo que nos hace comprender que quizá no hay tanto tiempo. Y entonces, de repente, la vida se reorganiza delante de nuestros ojos; quizá hasta ese momento nos ha costado diferenciar lo importante, lo urgente y lo irrelevante, pero de repente es como si hubieran señales luminosas que mostraran claramente en qué categoría meter cada cosa.

Los que tenemos la suerte de no haber vivido una experiencia de este tipo nos cuesta comprenderlo, pero hay personas que afirman estar incluso agradecidas al cáncer por haberles dado la oportunidad de comprender lo que de verdad es importante en la vida. Y si lo pensamos es una faena: tener que vernos al borde de la muerte para ver claro lo que importa y lo que no.
La confusión entre lo urgente y lo importante es muy habitual. Andamos todo el día apagando incendios, resolviendo cosas que tienen que ser para ya mismo, pero sin priorizar lo que de verdad requiere o no nuestra atención. Seria un poco como el juego ese de los tópicos de la feria, sabéis al que me refiero, ¿no? Conforme le das a uno, sale otro, le das y te salen cuatro más.

Y no te da tiempo siquiera a pensar en nada, todo lo que haces es darle martillazos a los topitos. Esto en la feria vale, pero como estrategia de vida es un poco mejorable. Si fuéramos capaces de distinguir mejor lo urgente de lo importante nos daríamos cuenta de que las consecuencias de no cumplir con alguna de esas urgencias no son tan graves. De hecho, me atrevería a decir que por lo general nada es tan grave. Somos nosotros los que vamos constantemente anticipando desgracias y calamidades que la inmensa mayoría de las veces no se producen. A ver, que quizá suena demasiado zen, pero es así: lo único verdaderamente irreversible e irrecuperable es la muerte. Más allá de eso, nada es tan importante.

Cuando una persona sabe que tiene los días contados, da igual que sean días o meses, no se arrepiente de no haber llegado a todo en el trabajo, de no haber tenido el expediente más brillante de su promoción o de no haber sido quien más problemas ajenos solucionaba. No. Se arrepienten de las oportunidades que han dejado pasar, del tiempo que no han estado con sus seres queridos por haber estado a otras cosas, por los viajes que no han hecho o las cosas que no han dicho.

La cuestión es que, realmente, todos tenemos los días contados. Podemos tener más o menos tiempo, pero nadie somos eternos y el tiempo cuenta para todos. Si supieras que te quedan seis meses de vida, ¿cambiarías muchas cosas? Pues lo ideal sería buscar un equilibrio en la vida por el que, incluso sabiendo que en 6 meses ya no vas a estar aquí, no te fuera necesario cambiar nada de una forma muy radical. “Pues me gustaría poder tener un poco más de tiempo para decir a la gente que es importante para mí lo que siento por ellos” Bueno, pues hazlo, no necesitas estar muriéndote para hacerlo. “Me gustaría pasar más tiempo con mi familia” Hazlo, o al menos planea la forma de poder hacerlo si realmente no te es posible. No esperes a estar muriéndote. “Me gustaría haber visitado tal sitio antes de morirme” A ver, que si no te estás muriendo a verano quizá llegas. Pues planifícalo. Y así con todo. Con las innumerables ventajas que te da el hecho de no estar muriéndote realmente y tener una mala calidad de vida para poder hacer todas esas cosas que llevas tiempo demorando.
Porque sí, todos nos vamos a morir, unos más pronto y otros más tarde, y vida no hay más que una. Así que intenta ponerte en situación, recuerda que nada es tan importante y que no todo lo urgente es importante. Y, de paso, cuida tus hábitos de vida para morirte lo más tarde posible, claro.

A la venta en todas las libreras nuestros libros "Niños sin etiquetas" e "Hijos y padres felices"".
En "Niños sin etiquetas" (Ed. Paidós, 2020) hacemos un recorrido por las etiquetas que más habitualmente se utilizan para calificar a los niños: consentidos, malcriados, caprichosos, mentirosos, desobedientes, tiranos, dependientes, mal comedores… Y damos algunas ideas, consejos y múltiples ejemplos para para educarlos evitando caer en ellas.
"Hijos y padres felices" (Ed. Kailas, 2017) es nuestro libro sobre crianza centrado en la etapa 0 a 3 años: apego, lactancia, alimentación, sueño y colecho, rabietas, límites, premios y castigos, movimiento libre, retirada del pañal… Aquí abordamos gran parte de lo que ocurre durante los primeros años de vida de los niños. 
Niños sin etiquetas alberto soler concepción roger
Y si os interesan los temas relacionados con la crianza y la educación, podéis acceder ya a nuestros cursos en la Escuela Bitácoras, “El sueño en la infancia”, “Rabietas y límites desde el respeto” y “Cómo fomentar la autonoma”. Cada uno de ellos con más de tres horas de contenido. Son cursos que puedes hacer a tu ritmo, viendo cada lección tantas veces necesites, e incluso descargando en mp3 el audio para escucharlo dónde y como quieras. ¡Y si utilizas el código ALBERTOSOLER tendrás un 10% de descuento!
Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
Tags: No tags

Responder

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.