Luz de gas: señales para identificar este tipo de maltrato psicológico

El maltrato en la pareja es algo que lamentablemente está a la orden del día, pero no todas las formas de maltrato son igual de evidentes. En un extremo tendríamos el maltrato físico, que deja secuelas y lesiones evidentes y visibles; ese que demasiadas veces acaba con la vida de la persona maltratada, normalmente la mujer. También existen otras formas de maltrato bien conocidas, como el abuso o las agresiones sexuales. Luego está el maltrato psicológico, que no implica golpes pero tampoco suele caracterizarse por su sutileza: pueden haber gritos, amenazas, humillaciones, desprecio… Pero también existe otro tipo de maltrato psicológico mucho más sutil, casi invisible, pero también muy dañino dañino: es lo que se conoce como el maltrato luz de gas. Vamos a verlo.

Este concepto de luz de gas no es nuevo; el término tiene su origen en la película de 1944 Gaslight (literalmente, luz de gas) en la que un hombre intenta convencer a su mujer de que está loca, manipulando objetos de su entorno o insistiendo en que se equivoca constantemente, que todo son imaginaciones suyas, que exagera, etc. Modifica hasta tal punto la percepción de la realidad de su mujer que ésta, al final, llega realmente a la locura.

Actualmente la Real Academia de la Lengua recoge este concepto y define “hacer luz de gas a alguien” como “intentar que dude de su razón o juicio mediante una prolongada labor de descrédito de sus percepciones y recuerdos”. Así, el maltrato luz de gas consiste precisamente en manipular psicológicamente a una persona de tal forma que esta llega a cuestionar su valía, o incluso su propia cordura.

Este tipo de violencia es muy sutil y difícil de detectar ya que no suele haber evidencias de que se esté dando el maltrato; el maltrato físico causa lesiones y deja marcas evidentes para cualquier sanitario. Amigos y familiares son testigos de muchas de las humillaciones y desprecios de quien maltrata psicológicamente a su pareja, los vecinos escuchan gritos y amenazas… Pero el maltrato luz de gas no deja estas huellas, es algo terroríficamente sutil.

Pero cuando decimos que es sutil nos referimos exclusivamente a la forma, no a los efectos que tiene que, en muchas ocasiones son devastadores, pudiendo causar trastornos de ansiedad, depresivos, abuso de sustancias o, en última instancia, incluso autolesiones o suicidio.

En estos casos es la propia víctima quien, a consecuencia de la manipulación constante a la que está sometida, comienza a dudar de su propia estabilidad mental y se considera culpable de los problemas que existen en la relación. La ausencia de evidencias demostrables, junto con los efectos de la manipulación por los que la propia víctima se siente enferma o culpable, hacen que sea muy difícil pedir ayuda o que el entorno lo perciba, por lo que cada vez la víctima se aísla más y se encierra en sí misma.

¿Cuáles serían las señales que nos pueden ayudar a identificar este tipo de maltrato?

La mentira y la acusación de mentira es una de las herramientas básicas del maltratador: cuando se le confronta suele responder con frases como “eso es mentira”, “eso no es así”, “eso no ha pasado”, “te lo estás inventando”, etc.
– El maltratador constantemente desacredita a la víctima, niega cosas que ha dicho, manipula sus palabras o incluso, directamente, la acusa de estar perdiendo la razón.
– Habitualmente el manipulador da la vuelta a las situaciones de tal forma que él queda como víctima, y la auténtica víctima de la manipulación como culpable.
– La víctima duda de la propia realidad y se siente confundida ante los mensajes del maltratador; esta duda constante le puede llevar a vivir en una sensación constante de irrealidad.
– Aún en los temas más banales, el maltratador siempre “tiene la razón” y la víctima se equivoca. Aunque sea en opiniones subjetivas, preferencias o gustos.
– El maltratador aleja a la víctima de su familia y amistades, tanto de forma directa como indirecta; en muchas ocasiones sus manipulaciones y mentiras van dirigidas a ellos, atribuyéndoles intenciones negativas u hostiles para que la víctima deje de confiar en ellos.

Según Robin Stern, investigadora de Yale y autora del libro “The Gaslight Effect”, la persona sometida a este tipo de maltrato suele atravesar tres fases distintas:

  1. En primer lugar, incredulidad; comienza dudando de las afirmaciones de la otra persona e incluso se le confronta. De manera progresiva comienza a cuestionar la propia realidad y abrirse a la que muestra el manipulador, aunque la persona aún se defiende y trata de rebatir la información manipulada.
    Poco a poco los esfuerzos conciliadores y por ver la realidad desde el otro punto de vista llevan a la persona a abandonar la confrontación. Finalmente la persona acaba creyendo sin confrontación todo lo que dice el manipulador y, cuanta más inseguridad le haga sentir y cuanto más cuestione la realidad, más sencillo será que acepte sin oposición cualquier tipo de mensaje.
  2. Llegados a este punto, la víctima ya es totalmente dependiente del maltratador y se encuentra bajo su control. Las personas sometidas a este tipo de maltrato se cuestionan constantemente sus pensamientos, decisiones o acciones; piensan que son demasiado sensibles y que eso es lo que genera gran parte de sus problemas. Están constantemente disculpándose por todo, ya sea con su pareja o en otros entornos, porque acaban pensando que son las responsables de todo lo negativo que ocurre a su alrededor. Cuando alguien cuestiona a su pareja la defienden a capa y espada; incluso, para encubrirle, mienten y ocultan información a su entorno.
  3. Cuando se establece esta dinámica suele ser en parejas en las que se combina una persona narcisista, con necesidad de control y de tener siempre la razón, con otra persona con una gran necesidad de aprobación y tendencia a la dependencia emocional, que llega a anularse a sí misma para obtener esa aprobación por parte de la pareja.

Salir de este tipo de maltrato es difícil porque muchas veces es invisible para el entorno e incluso para la propia víctima. Si te encuentras en una relación en la que sospechas que puede estar ocurriéndote esto, merece la pena que sigas algunas recomendaciones para evitar caer en la trampa y que llegue un punto en el que te sea casi imposible salir:

– En primer lugar, si tienes la sospecha probablemente sea por algo; si estás en una relación en la que constantemente estás siendo desacreditada, nunca tienes la razón, se te rebate todo… Quizá debes plantearte si es la relación en la que realmente quieres estar. O en la que te conviene estar…
– Tienes derecho a tener tus propias opiniones, creencias y formas de actuar. Que tu pareja no las comparta no significa que no sean ciertas o válidas.
– Recuerda: nunca nadie tiene siempre la razón.
– Los manipuladores suelen tener una gran habilidad para discutir y darle la vuelta a las situaciones. Cuanto más te enzarces en la batalla más difícil te será salir y, quizá, hasta te convencen de cosas que no son. Evita implicarte en largas discusiones y verte obligada a tener que defender cosas que son evidentes.
– Acumula evidencia; si estás sometida a este tipo de maltrato es probable que llegue un punto en el que te hagan dudar de todo. Toma nota de las discusiones, de frases literales que ha dicho la otra persona, de cuando tú has dicho algo concreto, haz capturas de mensajes o, incluso, graba conversaciones. Quizá en un futuro te ayude a confirmar que no te estás volviendo loca.
– No te aísles; comparte tus dudas y preocupaciones con tu entorno, explícales tu miedo a estar volviéndote loca, háblales de lo que es la luz de gas y pídeles ayuda.
– Consulta con un profesional. Consultar con una psicóloga o psicólogo te puede ayudar a identificar con mayor certeza las señales del maltrato, te ayudará a recobrar la confianza en ti misma y te dará recursos para poder salir de esa situación.

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