Narcisismo: señales para identificar a un narcisista

Quererse a uno mismo está bien, de hecho, tener una buena autoestima y un concepto sano de uno mismo es un objetivo transversal a casi cualquier terapia. Pero cuidado, que todo tiene un límite; hay personas que se quieren tanto tanto tanto…, que tienen una autoestima taaan elevada, que tienen un concepto de sí mismas tan elevado, que se pasan de la raya! Están taaan encantados de conocerse a sí mismos que llegan al extremo de la patología, y esos casos patológicos entrarían dentro de lo que se conoce como el trastorno narcisista de la personalidad. Esto lo saben muy bien quienes tienen alguna persona narcisista en su entorno, ya que convivir con una persona así es muy duro: por su necesidad constante de atención y aprobación. ¿Cómo son las personas narcisistas?, ¿cómo relacionarnos con ellas de una forma sana? Vamos a verlo.

Según el mito griego de narciso, el dios Cefiso, rapta y viola a Liriope, y engendra en ella a un joven de espléndida belleza, a quien pusieron por nombre Narciso. Desde pequeño, y a lo largo de toda su vida, Narciso provoca en hombres y mujeres, mortales y dioses, grandes pasiones, a las cuales no responde, por su incapacidad para amar y para reconocer al otro. Para castigar a Narciso por ser tan engreído Némesis (la diosa de la venganza) hizo que Narciso se enamorara de su propia imagen reflejada en el agua. Cuando Narciso se vio a sí mismo se quedó tan pillado por su propia belleza reflejada que ya no pudo ni moverse, tan cegado estaba por su propia belleza que dejó de relacionarse con cualquier otro ser e incluso empieza a desatender sus necesidades básicas hasta que, poco a poco, se va consumiendo, y al final muere. De sus restos surgió una hermosa flor, el narciso… Pues eso, de ahí lo de narcisismo…

Freud fue el primero que habló de narcisismo a principios del siglo pasado, y actualmente solemos usar este concepto de narcisismo para hacer referencia a las personas que están “encantadas de conocerse”, que tienen un concepto muy elevado de sí mismas o que son incapaces de pensar en los demás antes que en ellos mismos. Personas que tienen una autoestima excesivamente alta y una necesidad constante de admiración y elogios. Son personas muy egocéntricas y que pueden tener dificultades para considerar los sentimientos y necesidades de los demás. Además, pueden ser manipuladoras y utilizar a los demás para satisfacer sus propios deseos y necesidades.

Pero cuidado, que una cosa es ser narcisista coloquialmente hablando y otra es tener un trastorno de la personalidad narcisista; las personas que cumplen los criterios para tener ese diagnóstico son droga dura… Vamos a ver cuáles son esos criterios diagnósticos.

La característica principal del trastorno de personalidad narcisista es un patrón general de grandiosidad, de necesidad de admiración y falta de empatía que se inicia al principio de la edad adulta y que está presente en en varios contextos. Estas personas tienen un sentido grandioso de su propia importancia; vamos, que se creen muy importantes, mucho más de lo que realmente son (porque en realidad todos somos importantes, no?), el tema es que estos creen que los demás les deberían verles del mismo modo. Sobrestiman sistemáticamente sus capacidades e inflan sus logros de manera arrogante y pretenciosa. Suelen asumir que otros atribuyen el mismo valor a su esfuerzo y pueden sorprenderse si no reciben los elogios que esperan y sienten que merecen. De manera implícita, al valorar tanto sus propios logros también subestiman (devalúan) las contribuciones de los demás.

Las personas con trastorno de la personalidad narcisista suelen ser también muy fantasiosas; tienen fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor ideal y suelen compararse con gente famosa o afortunada. No todo el mundo es digno de relacionarse con una persona narcisista; creen que son seres superiores, especiales o únicos y esperan que los demás les reconozcan como tales. Sienten que sólo pueden ser entendidos por otras personas especiales o de alto estatus y que sólo deben relacionarse con ellas. También creen que sus necesidades son especiales y están por encima del alcance de la gente ordinaria. Son de esas personas a las que no les sirve que cualquiera les atienda; a ellos les tiene que atender la persona de mayor cargo, jefe, líder, o quien sea, porque tienen que estar a su altura. Y claro, si les defraudan, entonces devalúan a esas personas porque mostraron no estar al nivel.

Toda admiración es poca para un narcisista; los individuos con este trastorno generalmente exigen y necesitan una admiración excesiva porque, realmente, en contra de lo que aparentan, su autoestima es casi siempre muy frágil. ¿Habéis oído eso de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, verdad? Pues aquí viene que ni pintado. De ahí esa necesidad de atención y admiración constantes.

Como pertenecen a una especie de “casta superior” suelen mostrar unas expectativas poco razonables de que se les atienda con un trato especialmente favorable. Pueden asumir que ellos no tienen que esperar ni hacer cola, o que sus prioridades son tan importantes que los demás deberían dejar de hacer cualquier cosa para atenderles, por lo que se irritan cuando los demás no les siguen la corriente. Y es que cuidado, porque esto junto con su falta de sensibilidad a los deseos y necesidades de los demás, puede llevarles a la explotación consciente o inconsciente de las demás personas. Esperan que se les dé lo que quieren o sienten que necesitan, sin importarles lo que suponga o lo que conlleve para los demás.

Por ejemplo, los jefe narcisistas pueden esperar tal dedicación de las demás personas, que les exigen trabajar en exceso sin tener en cuenta el impacto que pueda tener esto en sus vidas. Tienden a entablar amistades o relaciones románticas sólo si la otra persona puede hacerle avanzar en sus metas y objetivos, o mejorar su autoestima de otra manera.

Estas personas tienen una evidente falta de empatía y dificultades para reconocer los deseos, experiencias subjetivas y sentimientos de los demás. Ven lo más lógico del mundo que los demás deben estar totalmente preocupados por su bienestar (el de ellos, claro) y tienden a hablar de sus propias preocupaciones e intereses de una forma inapropiadamente larga y detallada, sin darse cuenta que los demás también tienen sus sentimientos y necesidades. Y si se dan cuenta, ven esas necesidades o sentimientos con desprecio, como signos de debilidad o vulnerabilidad.

Por si todo esto fuera poco, además, suelen ser envidiosos o creen que los demás les envidian. Pueden envidiar los éxitos o posesiones de otras personas, y creen que ellos se merecen esos logros, admiración o privilegios. Llevan fatal que sean otros quienes reciben elogios por sus logros.

Una característica habitual de los narcisistas es su arrogancia, sus actitudes esnobs, desdeñosas o paternalistas. Son esas personas que se ceban con el débil y que nada es lo suficientemente bueno para ellos; cuando van al médico, siempre les toca el que no sabe nada, siempre se les trata mal… nada es suficiente para ellos.

Egoístas, egocéntricos, sin empatía, arrogantes, envidiosos, esnobs, paternalistas… vamos, la creme de la creme. Estas personas acaban teniendo serias dificultades para entablar relaciones sociales sanas y duraderas. Por un lado, porque no quieren: no consideran que nadie esté a su altura. Pero cuando sí lo desean, suelen ser los demás quienes, conforme descubren su forma de ser, ponen distancia para no ser heridos. Y menos mal!

¿Y esto cómo es de frecuente? Se estima que la prevalencia del trastorno narcisista de la personalidad es del 1 %, esto es, una de cada 100 personas cumplirían estas características. Pero son muchas más las que tienen rasgos narcisistas pero que no llegan a cumplir los criterios para poder considerarse un trastorno. De hecho, si miramos a nuestro alrededor seguro que vemos reflejadas a muchas personas que conocemos en algunas de estas características (si no nosotros mismos).

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