¿Lo mío es de psicólogo? Motivos para ir a terapia

Algo que nos suelen preguntar mucho las personas que acuden a terapia es si eso que les está ocurriendo “es para ir a un psicólogo o no” Y es que por lo general tenemos claro cuáles son los motivos que llevan a una persona a ir a un traumatólogo o a un dentista, pero cuando hablamos de salud mental nos entran las dudas. Esta semana vamos a ayudarte a entender si el problema que tienes es motivo para ir a un psicólogo o no. Vamos a verlo.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que todo el mundo tiene problemas, emocionales y no emocionales. Las parejas se rompen, los amigos decepcionan, el trabajo no siempre es como nos gustaría, los hijos dan mucha guerra y la familia es para dar de comer a parte. Vamos, que la vida no es fácil. Estos problemas del día a día muchas veces nos generan estados emocionales que nos resultan desagradables: tenemos ansiedad, estamos tristes, nos vemos desmotívanos… Pero esto no significa que tengamos que ir a un psicólogo. Si fuera así nos pasaríamos la vida yendo a terapia, y para eso ya está Woody Allen. Entonces, ¿cuál es la línea que separa uno de esos problemas “normales” del día a día, de algo más grande que nos lleva a terapia? Habrían varios factores.

El primero, la intensidad del malestar que nos genera. Una cosa es que tengas un problema y eso te haga sentir mal. Hasta aquí todo normal. Pero otra cosa es que ese malestar sea tan grande que comience a interferir en tu día a día, que te afecte al trabajo, que afecte a tus relaciones sociales, a tu familia… Esa es una primera línea roja. Cuando las consecuencias de lo que ocurre comienzan a extenderse a distinta áreas de tu vida quizá sea buena idea buscar ayuda para poner freno

Otro motivo es la falta de recursos. Como decíamos problemas tenemos y tendremos todos. Tenemos problemas y los resolvemos. De eso va la vida. El verdadero problema viene cuando tenemos problemas y no tenemos las herramientas suficientes para resolverlo. Por más vueltas que le demos y por más energía que le pongamos no hay forma. Quizá ahí es buena idea consultar con un profesional que nos ayude a desarrollar las estrategias necesarias para hacerle frente.

¿Más motivos? Cuando nos damos cuenta que somos reincidentes y nos vemos teniéndonos que enfrentar a un mismo problema constantemente. Cuando casi sin darnos cuenta nos metemos en los mismos líos una y otra vez, y eso nos hace sentir mal. Ahí hay algo que no funciona y estaría bien analizarlo, por ejemplo, personas que siempre acaban metidas en una misma relación, con un mismo patrón de persona que les hace daño y al final siempre acaba todo como el rosario de la aurora. Quizá no es simplemente mala suerte… O personas que pierden los nervios cada dos por tres y acaban haciendo mucho daño a la gente que tienen a su alrededor. No son cosas puntuales, es un patrón y hay algo que no está funcionando.

Estos serían tres señales de que eso que te ocurre quizá sería buena idea trabajarlo enterada: cuando te afecta en tu día a día, cuando no tienes recursos o cuando se convierte en un patrón del que no sabes cómo salir. Pero, ¿qué asuntos concretos son los que consultan las personas en el psicólogo? Pues en la mayoría de las ocasiones, en contra de la creencia popular, no se trata de trastornos mentales propiamente dichos como una depresión, un trastorno de angustia, un trastorno obsesivo o una fobia. Esos son problemas que típicamente tratamos los psicólogos pero no son la mayoría. Afortunadamente cada vez se acude antes a terapia con lo que evitamos que los problemas se hagan tan grandes que acaben convirtiéndose en un trastorno y cueste más superarlos. Los asuntos por los que más se acude al psicólogo son:

En un primer lugar las dificultades de adaptación a nuevas situaciones vitales, por ejemplo, un duelo, una separación, un cambio de residencia, de trabajo, el inicio de la maternidad o la paternidad… Situaciones que hacen que los recursos que teníamos hasta ese momento ya no nos sirvan y que tengamos que hacer un cambio de rumbo. Son momentos de transición vital en los que es fácil sentirse bloqueado y necesitar una ayuda externa para seguir avanzando.

Otro motivo habitual el la mejora de ciertas habilidades personales, como las habilidades sociales; hay personas que de forma casi innata tienen unas buenas habilidades sociales y de relación con los demás, que no les cuesta hacer amistades, mantenerlas, hacerse entender, conversar sin malos entendidos, comprender los mensajes y las intenciones de los demás, etc. Pero hay otras personas a las que esto no se les da bien, que les genera problemas y que necesitan una ayuda para desarrollar esas destrezas. Pues bien, para eso estamos los psicólogos.

También es frecuente que una persona acuda a terapia para que le ayuden en un momento vital en el que debe tomar una decisión importante y no sabe cómo abordar esa situación, ya sea a nivel laboral, personal, familiar, o del tipo que sea. Nosotros no tomamos las decisiones por nuestros pacientes… bastante tenemos con tomar las decisiones de nuestras propias vidas. Pero sí ayudamos a poder analizar correctamente la situación, las herramientas de las que se dispone, anticipar posibles consecuencias y acompañar durante el proceso de toma de decisión y ejecución.

Algo muy frecuente en nuestro Centro es la orientación y el asesoramiento a familias en asuntos relacionados con la crianza y la educación de sus hijos. Eso de que los niños no vienen con un manual debajo del brazo y demás. Pues eso. Hablando con la familia les ayudamos con información, recursos y estrategias a manejar temas relacionados con el día a día, por ejemplo, la alimentación, sueño, rabietas, disciplina, rutinas, temas escolares, etc.

La mayoría de las veces es suficiente con ayudar a la familia para que el problema se solucione, pero en ocasiones es necesario trabajar con el niño o la niña, bien porque identifiquemos que puede existir un problema clínico que haya que trabajar directamente, o bien porque el asunto en cuestión sea mejor si se trata directamente con el interesado. En todo caso solo trabajamos con niños a partir de cierta edad, muy raras veces por debajo de los 6 o 7 años salvo que haya que hacer algún tipo de evaluación muy específica.

Pues bien, estos son los temas que habitualmente suelen llevar a la gente a acudir a terapia, y también hemos visto algunos claves que pueden ayudarte a decidir si eso que te está pasando es motivo para plantearte si si a terapia o si es mejor de momento manejarlo por tu cuenta. En resumen podríamos decir que no, que cada problema que tenemos no es necesario trabajarlo con un psicólogo (no somos tan importantes ni tan imprescindibles), pero si vemos que se nos empieza a hacer bola y no somos capaces de gestionarlo, mejor pedir ayuda para evitar que la cosa se haga tan grande que al final nos cueste mucho más poder solucionar.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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