Mentirse a uno mismo y la disonancia cognitiva

Que nos mentimos a nosotros mismos es un hecho; lo hacemos por los más diversos motivos, pero la cuestión es que a lo largo del día nos mentimos un montón de veces, ¿por qué lo hacemos? Hay un fenómeno psicológico llamado disonancia cognitiva que nos puede ayudar a entenderlo. ¡Vamos allá!

Puede parecer que mentirse a uno mismo es como hacer trampas al solitario, y en realidad es lo mismo. Pero tiene un sentido: no son mentiras que hagamos de un modo totalmente consciente, sino que es un recurso que emplea nuestro cerebro para dar algo de coherencia a nuestras acciones y pensamientos.

Las personas a veces podemos llegar a ser muy cabezotas y mantener ciertos argumentos cuando éstos ya no son válidos, es algo que ya tratamos cuando hablamos del miedo al cambio. Estas mentiras que a veces nos decimos a nosotros mismos se deben, entre otros motivos, a un fenómeno que los psicólogos llamamos disonancia cognitiva.
Este concepto hace referencia a un estado emocional desagradable que surge como consecuencia de la discrepancia entre ideas y creencias que tenemos acerca de algo, o entre estas ideas y las conductas que llevamos a cabo. Esta sensación desagradable nos lleva a realizar conductas o crear justificaciones que eliminen o reduzcan la disonancia, es decir, mentirnos a nosotros mismos.

Evitar la disonancia cognitiva se acaba convirtiendo en una constante de nuestro día a día, por lo que empleamos gran cantidad de esfuerzo en mantener nuestras ideas a salvo de las peligrosas amenazas externas.  Eso puede llevarnos a justificar del modo más exótico posible ciertas conductas que llevamos a cabo para que encajen en nuestro sistema de creencias, al tiempo que nos lleva también a negar de un modo frontal cualquier pensamiento o idea que pueda poner en riesgo aquellas que ya teníamos previamente. ¿Os acordáis cuando os hablaba sobre las guerras entre padres y madres por la crianza de sus hijos? Ahí también os hablé de este fenómeno como parte de la explicación a por qué nos comportamos así.

Cuando encontramos algo que encaja con nuestras creencias e ideas, lo aceptamos inmediatamente, llegando a dejarnos llevar por los estereotipos de aquello que se supone que debemos hacer para no alejarnos del concepto que hemos ido formando de nosotros mismos.

Y así nos pasamos gran parte de nuestra vida, haciendo malabarismos para evitar caer en la disonancia. Pero esto tiene una cara B: el mundo cambia, y si nosotros no nos adaptamos y cuestionamos nuestras ideas, cada vez nos va a costar más esfuerzo seguir avanzando.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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