¿Alguna vez habéis discutido con vuestra pareja por temas relacionados con la crianza de los hijos? Si es así, e imagino que el 90% habréis respondido que sí, el tema de esta semana os interesa mucho. Vamos a intentar averiguar qué podemos hacer cuando en la pareja tenemos diferentes visiones acerca de la crianza de los hijos.
¿Por qué hay en la pareja discusiones por la crianza?
Nos encontramos inmersos en un proceso de cambio en los roles tradicionalmente asignados a hombres y mujeres, y esto tiene algunas consecuencias. Un estudio realizado en 2011, encontraba que las parejas tienen una relación más sólida y de más apoyo cuando el padre pasa más tiempo jugando con el niño pero participando menos en su cuidado. Sin embargo, vieron que las parejas tenían más problemas y diferencias cuando el padre adopta un papel más activo en la crianza de su hijo: no es de extrañar, ya que si dos personas son las responsables de tomar las decisiones, hay más probabilidad de conflicto que si es una sola quien las toma. Por eso, el modo en el que la pareja aborde tales discrepancias va a ser determinante para que estas ayuden a construir una relación más firme y una crianza más respetuosa, o bien para enfrentar y distanciar a los miembros de la pareja.
Nada más llega la pareja a casa tras unos días en el hospital comienzan esas primeras diferencias: ”¿otra vez al pecho?”, “mejor no cogerle tanto para que no se acostumbre, ¿no?”, “¿y si le damos un bibe de refuerzo?” y conforme pasa el tiempo éstas no dejan de aparecer: ”ya sería bueno que pasara a su habitación, que para eso la compramos…”, “bueno, pues en septiembre a la guarde, ¿no?”, “no deberíamos triturar un poco más la comida, con trozos tan grandes se va a atragantar”, y podría seguir la lista casi hasta el infinito.
Ser pareja no implica necesariamente compartir en todo momento los mismos puntos de vista sobre la crianza de los hijos, pero sí lleva implícita la responsabilidad de poder trabajar sobre estas diferencias de un modo constructivo y respetuoso para ambos. Porque el respeto en la crianza no debe estar restringido al hijo, sino que debe ser extensible a aquellas personas que opinan o actúan de modo diferente a nosotros, especialmente si es nuestra pareja.
Una primera herramienta que vamos a necesitar para hacer frente a estas diferentes formas de ver la crianza será, como no puede ser de otro modo, el diálogo. Pero no un diálogo para convencer al otro: son muchas las parejas que más que dialogar se esfuerzan tanto en replicar los argumentos de su pareja que ni siquiera escuchan su punto de vista. Es necesario comprender al otro y a veces ceder, ya que sin una buena dosis de flexibilidad el diálogo no es posible.
En la diferencia está la riqueza
Padres y madres somos y debemos ser diferentes; cada uno aportamos algo distinto a nuestros hijos. Esperar que nuestra pareja tenga en todo momento la misma opinión y visión que nosotros no sólo es ingenuo, sino que empobrece la calidad de la relación que se establece entre todos los miembros de la familia. Son muchas las parejas que se distancian porque consideran que la forma de actuar de cada uno de ellos es la correcta, por lo que el otro debería cambiar y actuar en consonancia. De hecho, un reciente estudio encontraba que el valor del papel del padre en la crianza venía dado, precisamente, porque hace las cosas de un modo diferente a la madre. No es que sea mejor o peor, simplemente es diferente, y de ahí viene la riqueza e importancia de su papel.
No todos los temas son igual de importantes
Muchos padres y madres se enzarzan con la misma beligerancia al hablar sobre qué fruta es mejor para merendar, que cuando hablan sobre qué escuela quieren para sus hijos o la reducción de jornada de uno de ellos. Si le concedemos a todo la misma importancia, de repente todo la pierde. Priorizar y ceder se convierten en herramientas muy importantes.
Mientras que hay asuntos en los que es posible (y deseable) respetar los distintos modos de actuar de cada progenitor, hay otros en los que no es posible. En los asuntos menores os será sencillo llegar a acuerdos y respetar la diferencia, pero cuando hablamos de los grandes temas la cosa se complica: lactancia, colecho, escolarización, límites con la familia, conciliación laboral, etc. son asuntos que tienen implicaciones a más largo plazo, mayor componente emocional y que requieren de la implicación total de ambos progenitores, por lo que van a hacer necesarias mayores dosis de diálogo y negociación. Estos grandes temas es recomendable comenzar a tratarlos antes del nacimiento de su hijo; es una buena idea incorporar el diálogo sobre estos temas a la preparación de la llegada del hijo, junto a otros temas “menores” como la elección del nombre o la decoración de la habitación, ya que la importancia que van a tener en su desarrollo a corto y largo plazo sin duda va a ser enorme.
Las discusiones por la crianza
Llegados a este punto muchas parejas dicen: “sí, pero es que nosotros cuando hablamos de estos temas acabamos discutiendo”. Todas las parejas discuten, y este hecho en sí no es algo negativo. Es importante controlar la intensidad, la frecuencia y la utilidad de las discusiones. Nunca hay que faltar el respeto, agredir física o verbalmente a la otra persona, tolerar menosprecios o humillaciones. Si las discusiones se dan con demasiada frecuencia es probable que la pareja haya entrado en una fase en la que, lejos de luchar codo a codo para lograr un objetivo común, luchan entre ellos para evitar invasiones a su terreno. La discusión debe servir para llegar a un punto en el cual desbloqueemos el tema que nos ha llevado ahí, y cuando no somos capaces, no es descabellado buscar ayuda profesional que ayude a la pareja a salir del bloqueo en el que se encuentra.
¿Y qué pasa si discutimos delante de los hijos? Pues dependerá de cómo se discute. Si estamos hablando de discusiones enriquecedoras, civilizadas, llenas de respeto por el otro y de buenas formas, estaremos transmitiendo a nuestros hijos un modelo de un elevado valor educativo. Si por el contrario simplemente nos estamos ”peleando” por cualquier nimiedad, primero es mejor que no lo hagamos, y si no es posible, al menos no habría que hacerlo en su presencia.
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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
¡¡¡Hola Alberto este es un artículo, súper interesante y vale lo que aclaras, discutir es bueno pelearse no, y desgraciadamente cuando los puntos de vista son diferentes, y uno de ellos quiere prevalecer pero además no se sabe dialogar, los gritos e insultos brotan y acaban diciéndose cosas, que nada que ver con el tema, la desgracia, que ignoran a los peques, que jamás van a entender porque se gritan, un abrazo y mucho éxito!!!
Muy bueno el artículo, a veces esas diferencias pueden ser muy grandes, yo soy partidaria de la crianza respetuosa y mi pareja de un tiempo para acá se ha querido ir de los golpes y gritos con la nena porque según él yo la estoy «malcriando» ya he tratado de dialogar miles de veces pero no funciona en lo absoluto. Creo que estos temas aun cuando se discutan previo a ser padres, muchos tienden a cambiar de opinión durante el proceso y se vuelve desastroso.
Hola Alberto,
Estoy de acuerdo contigo. El artículo es muy bueno. María, me pasa algo parecido. Quieres que nos facilitemos los mails?
Un saludo.
me pasa lo mismo, y estoy muy frustrada y quemada