Compromiso

¿Con quién compartes tu vida?

Es muy usada la metáfora de la vida como un viaje o un camino, y si es tan usada es porque se acerca mucho a la realidad de la vida. Podemos andar solos, o podemos ir acompañados, pero para caminar junto a otra persona es necesario que ambos tengamos un mismo destino. A nadie se nos ocurriría compartir taxi con una persona que no sabemos a dónde va, y mucho menos si sabemos que va en una dirección opuesta a la nuestra. ¿Porqué, en ocasiones, algunas personas comparten su vida con alguien que no comparte sus mismos objetivos?

Compromiso

Son muchas las parejas que, tras años de relación, funcionan movidas por la inercia. No están mal, pero tampoco están bien. Han aprendido a funcionar el uno junto al otro, a hacer frente a ciertas dificultades, y se han acomodado. Pero carecen de algo imprescindible en una relación: un objetivo común.

Es fácil iniciar una relación; basta con una atracción física recíproca, compartir algunos intereses que puedan rellenar una conversación y poco más. Es algo muy rentable, ya que una mínima inversión inicial proporciona un gran torrente de sensaciones placenteras. Pero esto tiene fecha de caducidad; esta inercia inicial no basta para mantener una verdadera relación.

En este punto es donde mucha gente se equivoca; hay personas que piensan que una relación debe ser siempre como esas primeras semanas o meses de «mariposas en el estómago» y en el momento en que la relación comienza a evolucionar sienten que «ya nada es como antes», y abandonan la relación en busca de otra que sí funcione, y en la que esas sensaciones duren para siempre. Nunca encontrarán lo que buscan, ya que no existe.

Una relación autentica se construye día a día, comienza tras esos meses iniciales. Si no la hemos construido, existe el riesgo de continuar en una relación cómoda por conocida, pero que probablemente nos dificultará construir una vida feliz. Sin esfuerzo, sin inversión, la relación no puede avanzar; es necesario una apuesta común por la relación que debería constar, al menos, de los siguientes ingredientes:

  • Sacrificio: compartir la vida con otra persona es sustancialmente diferente a vivir solo. Hay personas que quieren los privilegios de la pareja, sin renunciar a los privilegios de la vida de soltero. Esto es una seria amenaza a la relación. Ambos miembros de la pareja deben ser flexibles, realizar sacrificios por el bien común. Pero estos sacrificios deben ser recíprocos; si es sólo uno de los miembros de la pareja quien apuesta, la relación está condenada al fracaso.
  • Comunicación: una comunicación sincera y transparente es esencial para el avance de la relación. Hablar de los sentimientos, expectativas, miedos, etc. es fundamental. Pero no sólo debemos fijarnos en esos grandes temas de conversación y comunicación, sino también en aquellos más cotidianos: cómo me ha ido el día, a qué hora llegaré a cenar, he quedado con mis amigos/as… Recuerda, ¡vivir en pareja es distinto a vivir sólo!
  • Respeto: el respeto en la relación es mucho más que no agredir a la pareja física o verbalmente. No basta con no ser un maltratador. Respetar a su familia, sus amigos, formar parte de su vida, de sus ilusiones, sus proyectos, etc. Tener en cuenta sus necesidades y hacer un esfuerzo por satisfacerlas.
  • Compartir: no basta con compartir los gastos derivados de vivir juntos. Una relación es mucho más que un acuerdo comercial entre dos partes. En el momento en el que se pasa a compartir la vida con otra persona también se comparten proyectos, ilusiones y metas, aunque por supuesto compartir los bienes materiales y los recursos económicos es también positivo en una pareja. Pero volviendo a las metas, si la pareja no tiene metas comunes, NO hay pareja. En la medida de lo posible, se comparten aficiones, amigos, familia, tiempo. Cada miembro de la pareja puede (y en ocasiones debe) tener su propia esfera, pero ésta no debe pasar por encima de la relación. Además, no sólo se comparten las cosas positivas, también se comparten los problemas y las dificultades. Es muy sencillo estar ahí cuando todo va bien; una buena pareja demuestra lo que vale en las situaciones más complicadas.
  • Compromiso: el compromiso implica muchas de las ideas que ya he señalado, como respeto, sacrificio, compartir, ceder, etc. Sin compromiso no puede haber una meta común, no puede haber un objetivo ya que no hay estabilidad ni perspectivas de futuro. Muchas parejas temen dar pasos importantes en la relación porque no saben si seguirán juntos en el futuro; ¡está claro que si no dan esos pasos importantes, es mucho más complicado que sigan juntos en ese futuro!
  • Creatividad: si asumimos que la inercia inicial no es eterna y que, al igual que no existe una máquina de movimiento perpetuo, no existe relación que avance sola, necesitamos innovar en la relación para que ésta no se detenga. Crear nuevas ilusiones, nuevas aficiones, nuevos objetivos y metas, moverse por diferentes círculos y enfrentarse a nuevos desafíos. El esfuerzo conjunto por adaptarse a estas nuevas situaciones es lo que consolida la relación de pareja y hace que ambos miembros de la pareja avancen por un mismo camino.
  • Intimidad: por supuesto, una relación de pareja debe ser exclusiva y no sólo en términos sexuales. Si la pareja no es la persona número uno para la mayoría de las áreas de la vida, la relación hace aguas por algún lado. Tu pareja debe ser tu mejor amiga, tu confidente, tu amante, tu compañía vital. Debe ser esa persona con quien deseas estar por encima de cualquier otra y cualquier circunstancia.
  • Pasión: todo lo que señalaba en el punto de creatividad se aplica también a la pasión. Aunque es bien sabido que las personas casadas tienen más y mejor sexo que las solteras, el sexo en la pareja no funciona solo, hay que hacerlo funcionar recordando que es una ocasión perfecta para divertirse en pareja y transmitir lo mucho que nos gusta estar junto a él/ella.

Ahora bien, teniendo en cuenta todo esto, ¿con quién compartes tu vida? En una relación de pareja, ambos miembros tienen el derecho de exigirse mutuamente ser aquella persona con quien merecen compartir su vida y, si en algún sentido alguno de ellos no lo es, ayudar para que se produzcan esos cambios. Una pareja debería compartir objetivos y ambos miembros deberían estar dispuestos a adaptar los suyos propios para que encajen en los objetivos comunes.

Una relación no es una lucha de poder, es un camino conjunto en el que construir una vida feliz en compañía. Hasta que se demuestre lo contrario, vida sólo existe la que estás viviendo, por lo que debes elegir bien. Se valiente y exige a quien comparte su vida contigo que sea merecedor de tal privilegio, y esfuérzate por merecer el privilegio de ser la persona con quien tu pareja ha decidido compartir su vida.

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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

Imagen de la pareja cedida por Tampa Band Photos, bajo licencia Creative Commons. Imagen de los candados tomada por mí; puedes usarla también bajo la misma licencia.

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Entrevista sobre trastornos de ansiedad

El pasado 3 de febrero volví a participar en el programa En Connexió de Canal 9, en esta ocasión para hablar de la ansiedad. Como en otras ocasiones, aprovecho para hacer una transcripción en castellano de la entrevista y añadir algunos datos más que seguro son de vuestro interés. Por supuesto, también podéis ver el vídeo a continuación. ¡Espero que os resulte interesante!



En la actualidad se estima que cerca de un 20.5% de la población mundial padece de algún trastorno de ansiedad. De hecho, es una enfermedad silenciosa que se está propagando como una de las principales padecías del siglo XXI. Para conocer más de esta patología, hoy hablamos con el psicólogo Alberto Soler.


¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción que todos hemos sentido con frecuencia en diferentes ocasiones (una entrevista de trabajo, un examen, etc.). Aunque las sensaciones que produce no son agradables, en muchas ocasiones cumple un papel positivo: nos hace estar más alerta y nos prepara para enfrentarnos a diferentes peligros.

¿Eso quiere decir que la ansiedad es buena? Sí y no. Cuando la ansiedad se presenta sin una causa aparente que la provoque o cuando su nivel y duración son excesivos, puede constituir un problema.

¿Están aumentando los casos de ansiedad a causa de la crisis y la situación socioeconómica que estamos atravesando?

Sí; la situación que actualmente vivimos está favoreciendo el incremento de los problemas relacionados con la ansiedad. Algunos estudios recientes han encontrado que la crisis ha disparado en un 10% las consultas médicas relacionadas con los problemas de salud mental. Cerca del 7% de las bajas médicas estarían relacionadas con la salud mental, y más de la mitad de ellas corresponderían a ansiedad y depresión.

¿Cuáles son los principales síntomas de la ansiedad?, ¿cómo podemos saber si la estamos sufriendo?

La ansiedad se manifiesta con gran variedad de síntomas, pero todos ellos están caracterizados por un incremento en el nivel de activación del organismo.

Por un lado tendríamos síntomas psicológicos como irritabilidad, inquietud, dificultades para concentrarse, problemas de sueño, bajo estado de ánimo, obsesiones, etc.

A nivel físico pueden presentarse taquicardias, dolor de cabeza, tensión muscular, cansancio, sudoración, dificultad para respirar, sequedad en la boca, necesidad de orinar, problemas gastrointestinales, dermatológicos, problemas sexuales, etc.

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Los trastornos de ansiedad tienen muchos niveles. ¿Cuándo pasa de ser un problema menor, a convertirse en un auténtico trastorno que nos condiciona la vida?

Existe la ansiedad patológica y la no patológica, que es la que forma parte de nuestro día a día. Efectivamente, la ansiedad patológica se puede manifestar en forma de diferentes trastornos como las fobias, estrés, ataques de pánico, trastornos obsesivos, etc.

El momento clave a partir del cual podemos empezar a pensar que tenemos un problema de ansiedad es cuando ésta se vuelve más frecuente, más intensa y comienza a interferir de forma significativa en nuestro día a día impidiéndonos llevar a cabo nuestras actividades con normalidad.

Por ejemplo, podemos sufrir un pequeño accidente de tráfico y experimentar una ligera sensación de ansiedad o miedo las siguientes veces que cogemos el coche; esto no sería patológico. Sin embargo, si esta ansiedad comienza a producirnos un malestar importante, nos ponemos excusas para no coger el coche, tenemos que cambiar nuestra rutina diaria a consecuencia de eso, etc. ahí ya estaríamos hablando de un trastorno de ansiedad, concretamente una fobia a la conducción o amaxofobia.

¿Y qué es un ataque de ansiedad?, ¿qué síntomas se experimentan?

Un ataque de ansiedad es la manifestación más llamativa y escandalosa de la ansiedad. Es la aparición temporal y aislada, de un miedo o malestar intensos, acompañada de una serie de síntomas físicos y psicológicos (taquicardia, sudoración, temblores, hormigueos, presión en el pecho, etc. entre otros) que tienen un inicio brusco y alcanzan su pico en unos 10 minutos, aproximadamente.

Quienes han padecido un ataque de pánico (o crisis de ansiedad) saben lo desagradable que puede llegar a ser. No obstante, a pesar de ser tan desagradable habitualmente no reviste ninguna gravedad, más allá del mal rato que nos hace pasar.

¿Qué hemos de hacer ante un ataque de ansiedad?, ¿hemos de acudir en seguida al hospital o centro de salud?

Como estaba comentando, un ataque de ansiedad, aunque aparatoso no es grave. No obstante, muchas personas acaban acudiendo a urgencias a raíz de experimentar un ataque de pánico. Ello es porque sus síntomas pueden confundirse con los de un ataque cardíaco (palpitaciones, sudoración, hormigueos, ahogo, etc.).

Muchos de los síntomas del ataque de pánico se producen por la hiperventilación: oxigenamos demasiado la sangre y ello produce mareos, que desencadenan más miedo e incrementan más la ansiedad. Una forma de evitar la hiperventilación es mediante la respiración diafragmática, o mediante el truco de respirar en una bolsa de cartón o plástico para minimizar la cantidad de oxígeno que respiramos.

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Una vez que la persona está familiarizada con estos síntomas aprende que no son peligrosos y no requieren (en la mayoría de casos) atención médica ya que al cabo de algunos minutos (muy variables entre diferentes personas y situaciones) acaban por desaparecer. Pero las primeras veces que aparece la crisis de ansiedad es casi inevitable acabar en el hospital por miedo y desconocimiento.

De todas formas, en aquellas personas de edad avanzada o con antecedentes de problemas cardíacos, es recomendable acudir al hospital en estas ocasiones para descartar complicaciones.

¿Cuáles son los tratamientos para los trastornos de ansiedad?

En función del trastorno específico de ansiedad el tratamiento será diferente, no obstante, hay algunos puntos en común:

La ansiedad tiene diversos niveles: físico, cognitivo (pensamientos) y motor (acciones, conductas). El tratamiento hace frente a las manifestaciones de la ansiedad en cada uno de estos niveles. Por ejemplo, para controlar las manifestaciones físicas, se enseña al paciente técnicas de respiración diafragmática, de relajación, etc.

Para luchar contra los pensamientos negativos que están detrás del inicio y mantenimiento de la ansiedad, se analizan éstos en busca de patrones desadaptativos, se emplean técnicas de racionalización, de distracción, etc.

A nivel motor se trabajan conductas concretas (como la huida o el escape) que pueden estar manteniendo la ansiedad e impidiendo la recuperación.

Además de todo esto, también se suelen trabajar técnicas como la solución de problemas, el entrenamiento en habilidades sociales, mejora de la autoestima, etc. ya que son recursos que van a ayudar a la persona a enfrentarse a la ansiedad en un futuro de manera más óptima.

¿Realmente tiene cura la ansiedad, o es un trastorno que acompaña toda la vida a quien lo padece?

La ansiedad es algo normal, y lo normal no tiene cura; si hablamos de los trastornos de ansiedad, por supuesto que tiene cura. Desde hace décadas los psicólogos venimos tratando de forma exitosa la ansiedad con el objetivo no sólo de eliminarla, sino de poder enseñar al paciente qué hacer para evitar que vuelva a aparecer.

Algunos psicofármacos como el diacepam, el trankimazín, etc. son utilizados con frecuencia para tratar los trastornos de ansiedad, pero la investigación ha demostrado que, aunque son efectivos a corto plazo, a largo plazo pierden efectividad (además del riesgo de dependencia que conllevan), siendo muy superiores los resultados de la psicoterapia a largo plazo.

¿La ansiedad es una enfermedad sólo de los países desarrollados?, ¿porqué?

No, la ansiedad es una experiencia universal que está presente en todas las culturas desde prácticamente el inicio de la humanidad. No obstante, la ansiedad patológica sí es algo más reciente y muy vinculado al modo de vida occidental, a la competitividad, vivir contra reloj, etc.

¿Los niños tienen ansiedad?

Lamentablemente, los niños no escapan tampoco de los efectos de la ansiedad aunque su forma de manifestarla puede ser diferente a la de los adultos: pueden tener más quejas físicas (dolores de tripa, de cabeza,…), mostrarse tristes, hiperactivos, despistados, agresivos, etc. El actual modo de vida, en el que en las escuelas se prima la competitividad y el rendimiento, la sobrecarga de actividades para casa, las innumerables actividades extra escolares a las que les someten los pares, etc. favorecen que cada vez más niños conozcan la ansiedad.

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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

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