TOC homosexual

TOC homosexual: el miedo a ser homosexual

Hace unas semanas os hablaba del TOC de amores, un tipo de trastorno obsesivo caracterizado por el miedo irracional a no amar a la pareja. Pues bien, hoy os voy a hablar de otro tipo de trastorno obsesivo bastante frecuente, el llamado TOC homosexual. Pero antes de nada, una pequeña advertencia que nunca está de más recordar: la homosexualidad NO ES UNA ENFERMEDAD. De lo que voy a hablar aquí es otra cosa muy diferente… 😉

TOC homosexual

El TOC homosexual es un tipo de trastorno obsesivo caracterizado por el miedo a ser homosexual.

¿Qué es TOC homosexual?

El TOC homosexual es un subtipo específico de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que consiste en tener obsesiones sexuales recurrentes y dudas intrusivas sobre la propia orientación sexual. Las personas heterosexuales con TOC homosexual experimentan temores obsesivos acerca de la posibilidad de ser gays. Sus obsesiones consisten a menudo en pensamientos no deseados, impulsos o imágenes que surgen a la conciencia de manera incontrolada. Para reducir la ansiedad provocada por estas obsesiones, las personas con TOC homosexual pueden llegar a desarrollar rituales (compulsiones) centrados en «demostrar su verdadera sexualidad» o la reducción de su percepción del «riesgo» de convertirse en gay.

[box type=»info» ]Una vuelta de tuerca de este trastorno es que también puede afectar a gays, lesbianas o bisexuales, que pueden llegar a sentir ese mismo temor, pero en este caso ante la posibilidad de ser heterosexuales. El elemento común que une a estas obsesiones sexuales aparentemente opuestas es el miedo de sentirse atraído por algo no deseado, tabú, o «inaceptable», que está basado en su visión particular del mundo. Para no ser más confuso todavía, voy a centrar este artículo en el TOC homosexual (persona heterosexual con miedo a ser homosexual), sin embargo los mismos elementos básicos son directamente aplicables a todas las personas con dudas obsesivas sobre su orientación sexual.[/box]

A las personas con TOC homosexual les preocupa la posibilidad ser gay (y no saberlo), o llegar a convertirse gay a pesar de no haber cuestionado su sexualidad hasta ese momento. La mayoría de las personas con TOC homosexual han disfrutado de relaciones heterosexuales en el pasado, pero después de un primer pensamiento irracional no deseado surge como de la nada el miedo a ser homosexual o convertirse en homosexual. La aparición de este pensamiento no deseado les hace cuestionar su propia identidad sexual y les lleva a reanalizar sus experiencias pasadas llevados por el miedo a encontrar que éstas fracasaron porque en verdad eran homosexuales y no lo sabían.

Las personas con TOC homosexual necesitan saber con total certeza que no son gays, y a menudo hacen todo lo posible para demostrarse a sí mismos que son heterosexuales. Sin embargo estos intentos acaban siendo contraproducentes debido a la naturaleza misma del TOC y algunas personas con TOC homosexual pueden llegar a ver muy mermada su calidad de vida.

Con el fin de evitar situaciones o pensamientos que produzcan sus síntomas (dudas acerca de su sexualidad) pueden llegar a deprimirse y dejarse los estudios, renunciar a su puesto de trabajo, dejar a su pareja o tomar otras decisiones que, paradójicamente, hacen que sus síntomas empeoren: por ejemplo, en algunos casos, experimentan con relaciones homosexuales o adoptan estilos de vida homosexuales por las dudas acerca de su heterosexualidad. Estas dudas les pueden llevar a abandonar a su pareja, «salir del armario», y empezar a salir con gente de su mismo sexo. Sin embargo, a diferencia de lesbianas y gays que al «salir del armario» encuentran la felicidad y se sienten liberados, las personas con TOC homosexual encuentran esta vida estresante, confusa y poco satisfactoria. Además, continúan experimentando dudas e incertidumbre acerca de su sexualidad.

Síntomas del TOC homosexual

El TOC homosexual habitualmente tiene elementos muy similares a otros tipos de TOC como el de comprobación , contaminación, o el trastorno obsesivo puro (sólo obsesiones):

  • Algunos individuos con TOC homosexual muestran predominantemente una variante del TOC de comprobación: cuando están con personas de su mismo sexo, tienen que «comprobar» su propio cuerpo para detectar si aparece algún signo de excitación sexual.
  • Otras personas con obsesiones homosexuales tienen una variante relacionada con el TOC de contaminación y les preocupa que por estar en contacto con gays, lesbianas, bisexuales o personas afeminadas / andróginas se vayan a «contagiar» o se vaya a «activar» de algún modo su homosexualidad latente.
  • Otros se preocupan simplemente acerca de actuar dejándose llevar por impulsos sexuales no deseados, por ejemplo, les preocupa estar junto a gays y entonces «perder el control» y adoptar conductas sexuales hacia ellos. A algunas personas con este trastorno les preocupa que otras personas piensen que son gays, y pasan demasiado tiempo y malgastan mucha energía tratando de «actuar como heteros».

No obstante, la mayoría de personas con TOC homosexual experimentan todos los síntomas anteriores.

¿Qué mantiene estas obsesiones sexuales intrusivas? Al igual que cualquier forma de TOC, los síntomas de TOC homosexual son mantenidos por las creencias irracionales, los rituales y las conductas de evitación. Los mitos y falsas creencias acerca de la sexualidad y la orientación sexual perpetúan el miedo por las posibles consecuencias negativas que podría tener el no realizar las compulsiones relacionadas con el TOC (ver más abajo). Esto es perjudicial, porque cada vez que un pensamiento no deseado se evita o neutraliza, se refuerza y ​​se hace más probable que aparezca de nuevo en el futuro. La evitación y los rituales impiden experimentar experiencias de aprendizaje positivas que en última instancia hacen que estos pensamientos no deseados disminuyan en frecuencia e intensidad.

Los rituales asociados con el TOC homosexual incluyen rituales mentales y rituales de comportamiento.

Rituales mentales del TOC homosexual

  • Preguntarse «¿Encuentro esa persona atractiva?» (A menudo se aplica a tanto a personas del mismo sexo como del sexo opuesto).
  • Preguntarse, «¿Me estoy sintiendo excitado?»
  • Preguntarse, «¿Me parece lo suficientemente desagradable ?» Al ver a parejas del mismo sexo.
  • Otras preguntas como las anteriores orientadas a «descubrir» o determinar la orientación sexual.
  • Re-analizar las experiencias románticas o sexuales del pasado para asegurarse de que uno es heterosexual.
  • Intentar convencerse a sí mismo de su propia sexualidad.
  • Reafirmarse reiteradamente acerca de la orientación sexual («Definitivamente soy hetero»).
  • Compararse mentalmente con heterosexuales y homosexuales.
  • Si se percibe prestando atención a personas del mismo sexo, forzarse a redirigir esa atención hacia alguien del sexo opuesto.
  • Otros rituales mentales orientados a «resetear» o neutralizar los pensamientos no deseados (por ejemplo, los «rituales de lavado mental»).
  • Repetirse continuamente que no se es gay.
  • Intentar averiguar por qué las relaciones anteriores fracasaron (para asegurarse que no les abandonaron al pensar que era gay).
  • Planificar y preveer todas las posibles consecuencias de «salir del armario», a pesar de no tener ningún deseo de «salir» o de tener relaciones homosexuales.
  • Planear cómo dejar a su pareja (cuando en realidad tampoco quiere hacer esto).
  • Neutralizar los «pensamientos homosexuales» con «pensamientos heteros».
  • Imaginar mentalmente genitales del sexo opuesto o relaciones sexuales heterosexuales para reducir la ansiedad ante de los pensamientos intrusivos.
  • La exploración del entorno para identificar a las personas que podrían ser gay.
  • Rituales «mágicos», diseñados para distanciarse de los pensamientos no deseados (por ejemplo, imaginándose a sí mismo enfermando o vomitando al tener pensamientos no deseados).
  • Escapar de los pensamientos intrusivos con recuerdos de experiencias sexuales pasadas exitosas.
  • Reemplazar los pensamientos homosexuales no deseadas por pensamientos violentos.

Rituales y conductas compulsivas en el TOC homosexual

  • Comprobar el cuerpo en busca de sígnos físicos de excitación (también puede ser un ritual mental).
  • Caminar / comportarse de un modo excesivamente masculino (si es un hombre) o femenino (si es una mujer) con el fin de «aparentar «ser hetero.
  • Interactuar con los demás de un modo excesivamente masculino o femenino.
  • Hablar sólo de temas «apropiadamente» masculinos o femeninos.
  • Tener rituales de lavado (manos, etc) si se entra en contacto con los gays, lesbianas, o bisexuales.
  • Mirar pornografía heterosexual con el fin de tranquilizarse a sí mismo mismo al experimentar excitación.
  • Ver porno gay con el fin de demostrarse lo «desagradable» que le resulta o comprobar que no produce excitación.
  • Preguntar a otras personas si alguna vez han encontrado atractivas a personas de su mismo sexo, o hacer a otros preguntas del tipo «¿Es normal …?» para reasegurarse acerca de estos temas (por ejemplo, «¿Es normal a veces no sentirse excitado por la pareja o sólo me pasa a mí?»)
  • Preguntar reiteradamente a las ex parejas acerca de por qué acabó la relación.
  • Tener citas en exceso para «demostrar» a los demás que es hetero y / o que se siente atraído por el sexo opuesto.
  • Masturbarse compulsivamente con porno hetero para demostrarse que se excita ante estos materiales.
  • Interactuar de manera agresiva, insultante o con falta de respeto hacia la gente gay.
  • En algunos casos, adoptar un estilo de vida gay, salir con personas del mismo sexo o tener relaciones sexuales homosexuales para averiguar el significado de estas experiencias ya que se piensa que es algo inevitable (debido a las dudas obsesivas). Sin embargo, adoptar este estilo de vida resulta ser algo estresante y no placentero.

Conductas de evitación en el TOC homosexual

Una parte muy importante de todo TOC son las conductas por las que se evitan las situaciones o los estímulos que producen ansiedad. En este caso algunas de ellas serían, por ejemplo:

  • Evitar a gays, lesbianas y bisexuales.
  • Evitar cosas que hayan sido tocadas por gays, lesbianas o bisexuales.
  • Evitar el contacto físico con personas del mismo sexo (por ejemplo, apretones de manos, abrazos).
  • Evitar estar a solas con personas del mismo sexo.
  • Evitar conversaciones personas del mismo sexo.
  • Evitar lugares frecuentados por los gays.
  • Evitar baños públicos, vestuarios, y otras situaciones que puedan suponer ver total o parcialmente desnudas a personas del mismo sexo.
  • Evitar personas atractivas del mismo sexo o imágenes, películas, etc. que muestren personas atractivas del mismo sexo.
  • Evitar actividades que no encajen en el estereotipo masculino (si es un hombre) o femenino (si una mujer).
  • Vestirse de una manera estereotipadamente masculina o femenina (por ejemplo, evitar el uso de color rosa en el caso de los hombres).
  • Evitar escuchar música de artistas gay o películas con actores o personajes gays.
  • Evitar las relaciones románticas y la actividad sexual por miedo a que aparezcan pensamientos intrusivos durante el sexo.
  • Evitar el contacto visual con personas del mismo sexo.
  • Estando en público, evitar mirar a la zona de la ingle, trasero o en pecho de personas del mismo sexo.
  • Evitar la masturbación por temor a que aparezcan pensamientos intrusivos.
  • Evitar programas de televisión con personajes gays o acerca de temas homosexuales.
  • Evitar objetos púrpura, arco iris, y otros símbolos culturalmente asociados a la homosexualidad.
  • Forzar la voz para que suene más masculina o femenina.

Creencias erróneas en TOC homosexual

Las personas con este tipo de TOC tienen una serie de creencias erróneas acerca de la sexualidad y orientación sexual que, en última instancia, son las que mantienen el trastorno. Algunas de ellas serían, por ejemplo:

  • Los heterosexuales no deben encontrar atractivas a las personas de su mismo sexo.
  • Los heterosexuales no deben tener dudas sobre su sexualidad.
  • Cada pensamiento significa algo. Yo no estaría teniendo estos pensamientos una y otra vez si no significaran algo.
  • Si resulta que al final soy gay eso arruinaría mi vida.
  • Los heterosexuales sólo deben tener pensamientos heterosexuales. Los gays sólo deben tener pensamientos gays.
  • Si no estoy 100% hetero, significa que soy gay.
  • Si tengo una idea de que es incompatible con mi orientación deseada, significa que he «he cambiado de acera».
  • La sexualidad puede ser contagiosa.
  • Cada vez que me siento excitado sexualmente, tiene que haber una razón para ello.
  • Sentir excitación sexual debe significar que quiero tener sexo con esa persona.
  • Si mi actual pareja se enterara de que estoy teniendo estos pensamientos, me dejaría.
  • Si sigo teniendo este pensamiento, al final voy a tener que hacer algo al respecto.
  • Tal vez la única manera de que pueda liberarme de estos pensamientos sea actuar sobre ellos.

Tratamiento del TOC homosexual

«¿Y si esto no es un TOC?, ¿Y si soy realmente gay?» Estas son preguntas importantes que quizá quieras tratar en terapia. Si tienes TOC homosexual, dudar acerca de tu sexualidad refleja una «falsa alarma» relacionada con el TOC que no tiene nada que ver con tu orientación sexual real. Si fueras gay, tus pensamientos homosexuales estarían asociados con el placer y no con el miedo (aunque podría ser que experimentaras ansiedad acerca de las repercusiones sociales que tuviera «salir del armario»).

Si tienes TOC homosexual, las preguntas de tipo «y si…» acerca de tu sexualidad son en última instancia incontestables de la forma en que el TOC demanda que las respondas. Las personas que buscan tratamiento para el TOC homosexual intentan responder a preguntas sin respuesta. Por desgracia, simplemente no hay manera objetiva de determinar tu «verdadera» sexualidad. Si hubiera una solución simple, ya la habrías encontrado.

El tratamiento para el TOC homosexual (al igual que para muchos TOC) se centra en aprender a vivir con las dudas. En otras palabras, el tratamiento no debe centrarse en «demostrar» si la persona es heterosexual o gay, sino que más bien se centra en aprender mejores estrategias para tolerar la incertidumbre. Hay que recordar que el TOC homosexual funciona igual que otras variantes del TOC: cuanto más se analizan los pensamientos y se «chequea» el cuerpo para tratar de «averiguar la verdad», más probabilidades hay de reforzar sin saberlo los síntomas. Aunque todas las personas que tienen TOC homosexual quieren deshacerse de esos pensamientos homosexuales, en verdad las técnicas basadas en la detención o eliminación de pensamientos resultan ineficaces a largo plazo.

La mejor estrategia para reducir los síntomas, al igual que en otros tipos de TOC, se basa en la exposición con prevención de respuesta. Las exposiciones para el TOC homosexual se construyen buscando activamente las situaciones que hasta ahora la persona ha evitado, para luego resistir y no llevar a cabo los rituales mentales o conductuales que hasta ese momento realizaba. El desarrollo de una buena jerarquía de exposiciones puede ser confuso, por lo que es importante encontrar un buen terapeuta.

Fuente | HOCD: Homosexual OCD & Sexual Orientation OCD

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

El papel del padre en la lactancia

El papel del padre en la lactancia e inicio de la crianza

Ana, de Nuakea, me ha pedido que colabore en su blog con un artículo relacionado con el embarazo y la crianza pero desde el punto de vista de un padre. Después de valorar diferentes opciones, el tema sobre el que más me ha motivado escribir ha sido el papel del padre durante la lactancia. Voy a describir un estereotipo en el que, por suerte no todos los padres entran, de hecho, la mayoría de padres que conozco no estarían en este grupo, pero este artículo no va para ellos. Va para todos aquellos padres despistados que no encuentran su lugar en los inicios de la crianza de sus hijos.

El papel del padre en la lactancia

Durante la lactancia son muchos los padres que se sienten perdidos sin saber muy bien qué hacer.

Desde el momento en que mi mujer se quedó embarazada y empezamos a ir a las visitas habituales (ginecólogo, matrona, clases de preparación al parto, etc.) me llamó fuertemente la atención la gran ausencia de padres en las clases y salas de espera (¡en algunos casos hasta habían más abuelos/as que padres!). Y eso que hablamos de las cosas más o menos «ordinarias», si luego nos vamos a cosas más concretas como talleres de porteo, charlas sobre educación y crianza, talleres de lactancia, etc. la presencia masculina es poco más que anecdótica. ¿Por qué sucede esto? Un motivo que se puede argumentar es el trabajo, pero hoy en día la mujer también trabaja y eso no le impide a ella acudir. De hecho, a las mismas horas en las que esas salas de espera estaban casi vacías de hombres, era fácil encontrarlos paseando por la calle, en terrazas, de compras, etc. ¿Quizá aún haya padres que piensen que todos estos temas «son cosa de ellas»?

Luego, cuando llega el bebé a casa en muchas ocasiones hay una pequeña crisis masculina en la que el hombre «no encuentra su sitio», «se siente desplazado» y demás sentimientos infantiles que afloran como por arte de magia. «¿Y qué hago yo ahora?» se preguntan muchos padres, sobretodo aquellos cuyas parejas no han recurrido a la lactancia artificial, como si preparar el biberón fuera el último reducto masculino del cual les han privado al entregarse al arte del amamantamiento.

Por todo esto, querido padre o proyecto de padre, lo primero que tienes que aceptar es que se inaugura una época en la que tú no eres el protagonista, pero todo esto va (y mucho) contigo. Tienes que estar muy informado acerca de todo lo que concierne a este momento que estáis viviendo. Si palabras como episiotomía, Kristeller, oxitocina, doula, mastitis, grietas, entuertos, porteo, ingurgitación, no te dicen nada, es momento que te pongas a buscar información. El embarazo, parto y lactancia no son cosa de tu pareja. Son cosa de dos.

Si tu mujer ha decidido no dar lactancia artificial ha elegido un camino que en ocasiones es muy sencillo, pero en la mayoría de casos es una pequeña carrera de obstáculos que va a tener que vencer, y tu papel va mucho más allá de simplemente estar a su lado. Debes ser su principal soporte, su gran aliado. Tu apoyo emocional será una pieza clave. Como bien dice un famoso libro, la lactancia materna es un regalo para toda la vida, es algo que va mucho más allá de la comodidad de los primeros meses, y tiene consecuencias a corto, medio y largo plazo. No es que la lactancia natural tenga muchos beneficios para el futuro bebé (por ejemplo, estos y estos, por citar algunos), más bien lo diría al contrario; negándole la lactancia natural estás asumiendo muchos riesgos innecesarios para su salud.

«Y bien, ¿qué puedo hacer yo en este momento? Con lo preparado que estaba para dar el biberón«. Pues primero, agradece a tu mujer las noches tan buenas que vas a pasar sin tener que perder casi una hora entre preparar el biberón y dárselo al bebé. Y segundo, aquí va una pequeña lista de cosas muy concretas por las que puedes empezar:

  • Las tetas de tu mujer son suyas, no tuyas. Ella decide si da el pecho abiertamente en público o si prefiere estar en un entorno más íntimo. Tú no tienes voz en este tema, es su decisión y haga lo que haga debes apoyarla.
  • Al inicio de la lactancia es de esperar que tu pareja no se sienta muy cómoda sacándose la teta delante de familiares cercanos o lejanos, o en cualquier sitio al que vayáis. Tenlo en cuenta. Facilita que pueda tener sus momentos de intimidad para dar el pecho, háblalo con ella; interésate por cómo se siente al respecto y pregúntale cómo le puedes ayudar. Dale prioridad absoluta a la hora de elegir a qué sitios vais, en qué lugar del restaurante o terraza os sentáis para que ella esté más cómoda, etc.
  • Relacionado con el punto anterior, pon límites a la familia y las visitas. No la dejes sola ante el peligro. Frases como «bueno, el bebé y la madre están cansados y ella le querrá dar el pecho» deberían bastar para que la visita de turno entendiera que es hora de dejados solos, aunque mucha gente no capta esa necesidad de intimidad especialmente en los primeros momentos.
  • Estate cerca cuando ella esté dando el pecho: no es tu momento «sin bebé», es momento de estar ahí si te necesita. Si está a la teta, no puede alcanzar ella sola las cosas: agua, paño del eructo, teléfono, kleenex, etc.
  • Haz tu parte con el resto de casi infinitas tareas relacionadas con el cuidado del bebé: cambia los pañales, ponle crema, dale un masaje, juega con él, estimúlale, lava, dobla y recoge su ropita, revisa el stock de pañales y demás consumibles, limpia los chupetes y juguetes, haz la cuna, ordena su habitación, prepara la ropa para el día siguiente, …
  • Las tareas domésticas son cosa de dos, pero ahora son más cosa de uno (¡y ese uno eres tú!). Cocina, pon lavadoras, plancha, limpia… Que se note que vives en este siglo.
  • Apoya y facilita que tu mujer esté en contacto con otras madres que estén lactando. Tu puedes serle de mucho apoyo, pero poder compartir tiempo con otras madres que están en su misma situación es algo que va a agradecer mucho.
  • Agradécele frecuentemente el esfuerzo que está haciendo por toda familia: le está dando salud a vuestro hijo, te hace pasar mejores noches, hace que no os tengáis que preocupar por nada cuando salís de casa, …
  • La lactancia en ocasiones puede ser dura y ella puede dudar de su capacidad para seguir adelante. En estos momentos debes darle seguridad y confianza, recordarle que las crisis forman parte del proceso, y facilitarle que se ponga en contacto con grupos de apoyo, asesoras de lactancia, pediatras especializados, etc. que puedan ayudarle a superar sus dificultades.
  • Regálale pequeños momentos de desconexión. Llévate al bebé un par de horas a dar un paseo mientras ella dedica ese tiempo a lo que más le apetezca: darse un baño, echarse una siesta, leer, jugar a la consola, etc.
  • Evita comentarios como «¿ya está otra vez mamando?», «si lleva toda la tarde ahí», «te está utilizando como chupete». Si has cumplido con mi recomendación de leer e informarte, sabrás que la teta no sólo es alimento. Es una forma de relación íntima que se establece entre la madre y su hijo, mediante la cual le proporciona tranquilidad, seguridad, apoyo y cercanía. Es un punto fundamental del apego hacia la madre.
  • Si vuestro hijo tiene la suerte que más allá de los 6 meses sigue recibiendo lactancia, recuerda que no debería ser algo extraordinario. Es simplemente lo que la OMS recomienda: «lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad», e «introducción de alimentos complementarios seguros y nutricionalmente adecuados a partir de los 6 meses, continuando la lactancia materna -a demanda- hasta los 2 años o más».

Como veis el papel del padre durante la lactancia e inicio de la crianza es muy importante y va más allá de ser simplemente un punto de apoyo para la madre. Un reciente estudio (Abraham et al, 2014) ha mostrado que ese papel que desempeñemos en la crianza va a cambiar nuestro cerebro, en el que se crearán nuevas conexiones neuronales y se liberarán sustancias que antes apenas teníamos. Estos cambios (en especial la conectividad entre amígdala y surco temporal superior) están directamente relacionados con el tiempo empleado en el cuidado de los hijos (a más tiempo, más cambios)

En estos momentos los hombres tenemos la responsabilidad no sólo de no ser un estorbo (hay muchos padres que aún tienen ese como único objetivo) sino de participar activamente, tanto en la lactancia como en todo aquello que rodea esta fase de la crianza.

 

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

brazos

«Esa lo que quiere son brazos»

Muchos de vosotros sabéis que hace tres meses me estrené en esto de la paternidad con dos bebés preciosos; aparte de inaugurar la época más feliz de mi vida me está permitiendo aprender muchas cosas y ser testigo en primera persona de cómo la sociedad se relaciona con la infancia y la crianza.

Manos de bebés

El otro día, estando con unos conocidos, volvió a darse una situación que se está convirtiendo en algo relativamente frecuente. Uno de los bebés se puso a llorar y automáticamente la cogí en brazos y se tranquilizó. Al suceder esto parece que se activó una especie de alarma en una de las personas que estaban con nosotros: «esa lo que quiere son brazos», dijo. Pero el comentario no lo hizo como quien describe algo obvio («el cielo es azul») sino como habiendo descubierto una oscura trama de manipulación en un bebé de menos de 100 días para lograr meterse a los padres en el bolsillo.

No comento esto por tratarse de un hecho aislado, sino más bien por todo lo contrario. Parece haber una gran preocupación en la sociedad por la «dependencia» de los bebés hacia sus padres y por aquellos inconscientes padres que «malcrían» a sus hijos. Pero, ¿qué entendemos exactamente por dependencia?, ¿qué es macriar a los niños?

Respecto a la dependencia la verdad es que hay muy poco que hablar. Los niños nacen absolutamente dependientes, y lo son durante toda su infancia ganando su independencia de forma muy progresiva. Y esa dependencia suele ser hacia sus padres (si un niño no depende de sus padres, algo raro sucede). Dependen de ellos para comer, para desplazarse, para estar limpios, para protegerse, para tener apoyo y consuelo emocional, para aprender, para expandir sus límites, y también para poco a poco ir luchando por su independencia.

Luego tenemos eso de «malcriar» a los hijos. Llama la atención que llamemos malcriar a coger en brazos, a responder pronto a sus necesidades, a no dejarlos llorar, etc. ¿Cómo llamamos entonces a lo que hacen aquellos padres que no los cogen en brazos «para que no se acostumbre», que no responden pronto a sus necesidades «porque nos tiene cogida la medida», que les dejan llorar «para que se les ensanchen los pulmones», etc.? Quizá tenemos un poco alterados los conceptos de lo que consideramos biencriar y malcriar.

El problema es que nuestra sociedad no parece ir al mismo ritmo que nuestros hijos, y acabamos haciendo que éstos vayan al ritmo de la sociedad. Si un niño es activo es que se porta mal; si come lento es mal comedor; si le cuesta un poco más aprender es que tiene «dificultades de aprendizaje». La sociedad impone a los más pequeños un ritmo injusto, haciendo que ya desde los cuatro meses tengan un horario «de adulto» de 08:00 a 15:00, que no abandonarán hasta su jubilación.

Un niño es «bueno» si no llora, si no se despierta por la noche, si demanda poco alimento, si no protesta al alejarse de sus padres. Más que bueno, lo deberíamos llamar «no molesto», «silencioso», «poco demandante», «pasivo», «tranquilo», etc. (se me ocurren muchas formas de llamar a un niño así, pero no diría que eso es un niño bueno). Y si un niño se limita a hacer lo que le toca por edad (esto es, llorar, despertarse por la noche, necesitar el contacto y la cercanía con sus padres, demandar atención, etc.) decimos que es «malo» o, en el mejor de los casos, «es que es muy listo», «ese sabe muy bien lo que quiere», y demás formas veladas de transmitir a los padres que han perdido su oportunidad de demostrar «quién es el que manda» y que a ellos «nadie les toma el pelo».

Quizá en este punto a algunos les esté pareciendo esto un alegato en contra de poner límites a los niños; quizá piensen que estoy defendiendo algo así como:

En absoluto; de lo que estoy hablando es de la crianza con apego, y eso no tiene nada que ver con consentir a los niños.

[box type=»info» ]La “crianza con apego” (attachment parenting), es una filosofía basada en los principios de la teoría del apego, término acuñado por el psiquiatra y psicoanalista John Bowlby. Según la teoría del apego, un fuerte enlace emocional con los padres durante la infancia, también conocido como apego seguro, es precursor del desarrollo de una personalidad segura e independiente, un buen comportamiento, independencia, y relaciones buenas y sanas. Este tipo de crianza tendrá efectos positivos durante toda la niñez, adolescencia y adultez.[/box]

Si un niño se tira al suelo en un supermercado y berrea porque quiere un helado, no creo que la mejor opción sea comprárselo para que calle. Si un niño va directo hacia el balcón sin ningún tipo de precaución, hay que ponerle límites (y físicos a ser posible). Ya he hablado en otras ocasiones del método de las consecuencias lógicas y naturales, un método de disciplina positiva respetuoso con los derechos del niño. Y muy efectivo.

Esas formas tan anticuadas de ver la educación están muy presentes aún en muchos padres (y médicos, educadores, etc.) que ven a los niños como seres manipuladores, como un enemigo a batir. Nos iría mucho mejor tanto a nivel individual como social si comprendiéramos que la crianza y la educación no son una batalla constante. No tenemos que demostrar nada. Nuestro hijo no es el enemigo a batir sino un proyecto de adulto que requiere todo de nosotros, no sólo alimento y techo, sino afecto. Gracias a ese afecto y a la calidad del apego que tenga nuestra relación, construirá las bases que le permitirán explorar el mundo y desarrollar su independencia de manera segura.

Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos. Frederick Douglas.

 

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

Vemos triángulos por todas partes...

Celos, hipocondría, triángulos y WhatsApp

Si hay algo que explica muchos de los problemas que en ocasiones traen a los pacientes a consulta, desde los celos hasta la hipocondría, es la necesidad de encontrar un sentido o coherencia a información ambigua que encontramos. Y bien, ¿eso qué quiere decir?

Vemos triángulos por todas partes...

Vemos triángulos por todas partes…

Fijaos en la siguiente imagen. ¿Cuántos triángulos hay en ella?

¿Cuántos triángulos ves en la imagen?

¿Cuántos triángulos ves en la imagen?

Probablemente muchos de vosotros hayáis respondido: «dos triángulos». Pues bien, daos cuenta que en la imagen no existe ni un sólo triángulo. ¿Por qué los vemos entonces?
[box type=»info» ]El Triángulo de Kanizsa es una ilusión óptica descrita por primera vez por el psicólogo italiano Gaetano Kanizsa en 1955. En la figura se percibe un triángulo equilátero blanco (o dos triángulos), pero de hecho no existe ninguno. Este efecto es conocido como contorno subjetivo. También, este triangulo blanco inexistente parece ser más brillante que el área circundante, pero de hecho se tiene el mismo brillo del fondo.[/box]

El cerebro tiene verdadera aversión a la información ambigua, y es una auténtica máquina de encontrar patrones. En el momento en el que percibe la imagen, se genera un cierto malestar: «no sé qué es esto, no me encaja» La acción inmediata que ejecuta el cerebro es buscar algo con lo que pueda dar sentido a esa imagen tan ambigua, y encuentra el triángulo: «aunque no exista, me lo invento». No hay ningún triángulo, pero es lo más cercano que ha encontrado el cerebro en su «archivo», y la cuestión es que logra disminuir el malestar que le produce una información tan extraña y ambigua de forma muy exitosa.

Y bien, ¿esto qué tiene que ver con los celos? Imagina por un momento que tu pareja comienza a hablar más por Whatsapp, llega algunos días a casa tarde del trabajo, y que encima no tiene tantas ganas de sexo como antes. ¿Qué pensarías? Muchas personas comenzarían a sospechar de una infidelidad. Pues bien, esa infidelidad es «un triángulo». Es la mejor explicación que nuestro cerebro encuentra a un patrón de información ambigua e inconexa. Los puntos no se conectan, los conectamos nosotros solos. Entonces, ¿qué explicaría todo eso que ha hecho tu pareja? Puede que no haya una sola explicación, sino que cada elemento (Whatsapp, llegar tarde y sexo) responda a algo diferente: habla por WhatsApp porque su prima está de bajón, llega tarde porque su jefe es un explotador y «tenemos-que-acabar-el-proyecto-ya-mismo», y no quiere sexo porque bastante tiene ya con su prima de bajón y el jefe agobiando. ¿También podría ser, no?

Veamos otro ejemplo, la hipocondría: llevas unos días más cansado de lo habitual, te duele la tripa y has perdido ligeramente el apetito. ¿Cuál es la explicación más verosímil? Que tienes un cáncer de estómago; de hecho, tu primo/a que también estaba cansado y con dolor de tripa, al final lo que le pasó fue eso. Bien, aquí tenemos de nuevo un triángulo. Esas sensaciones físicas inespecíficas (cansancio, dolor de estómago, pérdida de apetito, etc.) pueden ser producidas por multitud de causas diferentes, desde el estrés hasta un inicio de gripe, pasando por ese famoso cáncer de estómago. Lo que has hecho al pensar en el cáncer de estómago es de nuevo crear ese triángulo inexistente uniendo piezas inconexas.

Como podéis ver, muchas veces que nos encontramos mal no hacemos más que buscar esos triángulos que nos ayuden a dar sentido a lo que pasa, a comprender la realidad. Pero es tal la necesidad que tenemos de darle un sentido, que en muchas ocasiones acabamos creándolo de la nada. La próxima vez que tengas una «seria sospecha de que...» piensa en los triángulos… 😉

 

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

¿Psicólogo gay-friendly?

¿Psicólogo gay-friendly?

Hasta el otro día no me había parado a pensar sobre ello, pero un paciente que es gay me preguntó si había tenido muchos pacientes gay en la consulta. Me puse a pensarlo y no sólo es que haya tenido muchos, sino que en este momento son bastantes los pacientes no hetero que vienen a la consulta por diversos motivos.

¿Psicólogo gay-friendly?

Esa pregunta me llevó a recordar cómo hace tiempo una paciente gay me dijo que podría poner en la web un distintivo para señalar que soy un psicólogo gay-friendly. En un principio me pareció una buena idea, ya que hay algunos personajillos que intentan curar a los gays como si fueran enfermos (evidentemente los enfermos son ellos). Pero luego lo pensé y no me gustó tanto la idea, porque en sí misma implica una discriminación. Si pusiera que soy un psicólogo gay-friendly, no veo el motivo por el que no debería poner que soy:

  • Mujeres friendly
  • Hombres friendly
  • Titulados friendly
  • Sin estudios friendly
  • De pueblo friendly
  • «De capi» friendly
  • Latino friendly
  • Negro friendly
  • Conservador friendly
  • Progre friendly
  • Vasco friendly
  • Catalán friendly
  • Murciano friendly
  • Pijo friendly
  • Tatuado friendly
  • etc.

Evidentemente es un absurdo. Trabajo con personas, y cualquier distinción que haga al respecto sería una discriminación bochornosa para cualquiera de ellas. Por lo tanto, NO, no me considero un psicólogo gay-friendly.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.

TOC de amores

El TOC de amores en primera persona

El artículo que os traigo esta semana es muy especial. Hace pocos días he dado el alta a un paciente que acudió a la consulta con un problema cada vez más frecuente, pero con poca visibilidad. Lo que se conoce popularmente como TOC de amores. Y ha accedido a compartir en primera persona cuál ha sido su experiencia. Sin duda, un testimonio que tiene mucho valor.

TOC de amores

El TOC de Amores es un tipo de trastorno obsesivo que se caracteriza por la presencia de ideas obsesivas acerca de no amar a la pareja. Las personas que lo sufren se cuestionan de manera reiterada si la relación funciona bien, si la pareja es la adecuada, si ellos son los adecuados para esa relación, etc. Se piensa que si la relación no es intensa a cada minuto, ésta está abocada al fracaso. Al escuchar canciones, ver películas, se cuestionan por qué su relación no tiene esa intensidad. Se comparan con todas las relaciones que ven a su alrededor, sin comprender por qué todas las relaciones funcionan de manera tan fluida excepto la suya.

Si bien es verdad que estos pensamientos pueden aparecer en todas las relaciones sin que ello constituya un problema en absoluto, lo que caracteriza al TOC de amores es que los pensamientos son insensibles a la evidencia: quien los sufre lo hace sin darse cuenta de cuál es la realidad de la relación, de los aspectos positivos y negativos. Todo viene filtrado por esos pensamientos obsesivos e irracionales.

La consecuencia más frecuente al TOC de amores son las freucentes rupturas de pareja derivadas por el malestar que genera estar en una relación; la persona que lo sufre se ve incapaz de comprometerse, no por falta de interés, sino por el torrente de emociones y sensaciones negativas que aparecen con cada nueva relación de pareja.

Os dejo con el testimonio de este paciente, aprovechando de nuevo para darle las gracias por compartir esta experiencia de manera pública, lo cual sin duda va a ser de mucha ayuda para otras personas que sufren un problema similar al que él tuvo.

«Todo esfuerzo tiene su recompensa»

Cuando hace más de un año me embarqué (por segunda vez) en la aventura de tratar de solucionar mi problema estaba convencido de que lo pasaría mal. Pero igual de convencido estaba de que, por fin, esta vez sería definitiva. Por más que me retorciera. Por mal que me fuera a sentir.

Con 30 años nunca había tenido pareja. Amigas esporádicas, unas cuantas. Cada vez que la cosa iba a más, me bloqueaba. Me cambiaba el ánimo. Tan pronto me daba cuenta que la persona me gustaba, se activaba un mecanismo imparable que me atosigaba hasta el punto de, con dolor, tener que dejar a la persona que tenía en frente. Cuando era joven, me daba igual. “Ya se me pasará”, decía en mis años universitarios. Cuando tienes 30 años y ganas de construir una familia, ya te lo planteas de otro modo. Y pedí ayuda. Y encontré a mi terapeuta a través de una persona en común.

Lo primero que tengo que decir es que no es fácil contarle a nadie, y menos a un extraño, lo más profundo de lo que pasa por tu cabeza. A veces pensamientos alarmantes, que me horrorizaban. Había probado de joven ir al psiquiatra, que me recomendó antidepresivos. “¿Pero si yo no estoy deprimido?”, me preguntaba. Mi gran problema era la ansiedad y el malestar en cuanto estaba con una persona que me gustaba . Y que yo sabia que además ella podía estar interesada en mi.

El cuadro general quizá sea conocido por el lector. Si has buscado información y has acabado leyendo esto, supongo que conocerás los síntomas: cabeza totalmente “zumbada”, como la llamo yo; con mil pensamientos de un lado a otro; cualquier película, imagen, artículo de periódico, cartel que veas por la calle…cualquier cosa sirve de estímulo para montarte tu “película”, que además sabes que es irreal. Pero no puedes ponerle fin.

Les pongo un ejemplo: me presentaban a un chico y yo asociaba de inmediato que él por sus características iba a ser idóneo para mi pareja. No era un tema de celos. Era que, sin que ni siquiera los dos se conocieran, yo me situaba en este escenario absurdo e ilógico. A partir de ahí un carrusel de pensamientos que me atormentaban. Hasta que lo atajaba y empezaba de nuevo con otro pensamiento. Y así hasta el infinito.

Empecé así, pero estos pensamientos saltaron a otros ámbitos de mi vida. Era obvio que no podía seguir de este modo. En cuanto dejaba a la persona, volvía la normalidad. Los pensamientos paraban, todo se tranquilizaba. Dejaba a esa persona con lágrimas en los ojos. Porque imaginen romper una relación (sobre todo al inicio, cuando más te gusta la otra persona) con la impotencia de hacerlo por no volverte loco (o creer que uno se volvía loco).

Hasta aquí el planteamiento inicial. Mis síntomas.

Después de buscar ayuda he conseguido solucionar el problema, por más difícil que me parecía al principio. Por eso el primer mensaje es que esto se supera. Que a nadie le queda duda. Para ello es importante, en primer lugar, creértelo. Querer seguir adelante y tener el convencimiento absoluto de ello. Cada vez que tenía una crisis de caballo, miraba a mi pareja y como un mantra me repetía para mis adentros: “Te pongas como te pongas, sigue adelante”. Es duro, claro que lo es.

Hay muchos días que vas al trabajo con la cabeza en otro sitio, no te concentras; no disfrutas de nada; qué les voy a contar si están pasando por lo mismo. Mi cabeza no paraba de lanzar pensamientos que se convertían en sentimientos reales. Cuando más trataba de pararlos más fuerte se hacían. Entonces, y aquí viene la clave, empecé a trabajar con mi terapeuta (Alberto).

Me parece básico la auto-aceptación del problema. Saber que está ahí, pero esos pensamientos ni son reales, ni son lo que tu piensas realmente. La realidad es otra cosa, es el día a día. Esto también lo interioricé como un mantra. Claro que hubo días horribles, de querer tirar la toalla, de llorar. De estar destrozado. Pero seguí adelante. Es clave, desde mi punto de vista, buscar apoyo en dos o tres personas de absoluta confianza a quien poder contarle sin pelos en la lengua esto que te pasa. En mi caso fue a mi madre, a un compañero del trabajo y amigo, y a mi novia, cuando creí que era el momento para ello. Porque ese es otro factor clave, poder aceptar y vivir con naturalidad, junto a tu pareja, el problema que tienes. No hacer de él el centro de la relación. Pero ella tiene que saberlo. Te ayudará mucho, de verdad.

Otra cosa que me ha ayudado, y que quizá les pueda servir, es ser disciplinado. Mis sesiones con mi terapeuta eran casi como clases de la universidad. Convertí esta tarea en la más importante de mi vida. Tomaba apuntes; escribía notas durante las sesiones. Las pasaba a limpio, las releía. Me mandaba, en los peores momentos, extractos de las sesiones al móvil y acudía a ellas como calmante cuando me encontraba mal. Funcionó.

Es un proceso largo. Los temas de la cabeza son difíciles. No es como cuando te duele una muela. Te tomas un analgésico y ya está. En mi caso, el problema lo gestioné mejor que otras veces durante los 4 primeros meses. En todo ese tiempo, aunque mi cabeza me decía otra cosa, fui dando pasos en mi relación con mi pareja. Aunque a veces pensara, “pero qué hago, si al final es probable que mande todo al garete una vez más”. Olviden eso. Sigan adelante. Nos fuimos de viaje; fines de semana en hoteles; vamos, lo que hace una pareja normal. No crean que era sencillo. Cada paso suponía un quiebro para mi; días de sentirme fatal, de estar inseguro; de no creerme que la relación realmente caminaba. Pero estaba caminando.

Después metí la pata. En unas vacaciones con mi pareja me fumé el clásico canuto. Nada serio ni que no hubiera hecho en mis tiempos universitarios; pero me desencadenó una crisis importante de nuevo que dejó a las claras que solo con terapia psicológica no podría superar el problema. Fue entonces cuando, a pesar de mi reticencias, opté –y por consejo de Alberto- completar el tratamiento con visitas al psiquiatra. Tuve la suerte de dar con uno muy bueno; me hicieron todo tipo de pruebas. Mi cabeza estaba bien, pero tenía mucha ansiedad y había que tomar algún fármaco que me ayudara a relajar la velocidad de esos pensamientos, y sobre todo, su capacidad de reiterarse.

Y fue entonces cuando comencé la segunda etapa, complementando (siempre con altibajos) la parte psicológica con la psiquiátrica. Dejando de todo el alcohol (no es que fuera un borracho, pero no ayuda), llevando una vida más ordenada, tratando de controlar el estrés a pesar de tener un trabajo muy estresante. Y la cosa cada vez fue mejorando; y más y más. Hasta que te das cuenta de que pasan los días y vas yendo bien.

La última sesión de terapia con Alberto la tuve justo unos días después de cumplir mi primer aniversario con mi novia. He necesitado este período para tener un “insight” muy importante: entender que todo lo que movía mis pensamientos estaba motivado por miedos: a perderla, a enamorarme de otra persona, a no dar la talla, a que ella se enamorara de otra persona,… Todo, absolutamente, eran miedos. Ahora he conseguido relativizarlo y asumir que puedo pasar por ello sin que se desencadene una catástrofe dentro de mi persona.

Por primera vez, además de entenderlo desde un punto de vista racional, lo he entendido desde un punto de vista emocional, lo que facilita anular ese malestar que antes surgía a las primeras de cambio. No quiere decir que ahora ya no exista, sino que no se descontrola y me permite convivir con el durante unos minutos, un rato o unas horas, hasta que se pasa sin darme cuenta.

También he aprendido a ser yo, con mis altos y con mis bajos, que asumo que voy a seguir teniendo. No es positivo aspirar a una situación idealizada de realidad perfecta. Eso no existe. Si para algo me ha servido todo este camino ha sido para conocerme mejor, saber en cada momento por qué reacciono de un modo determinado, quitarle importancia a las cosas cuando sabes que no la tienen.

Y toca seguir trabajando. Mi mensaje es claro: se puede conseguir. Yo soy un ejemplo y era de los que pensaba que sería imposible. Pero con trabajo y constancia. Les deseo que ustedes también lo consigan.

Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.