10 claves para caer bien y agradar a los demás

A todos nos gusta gustar. A mí el primero. Por lo general no nos sentimos cómodos cuando nos damos cuenta que personas que son importantes para nosotros nos evitan o que no se sienten cómodas en nuestra presencia. ¿Qué podemos hacer para caer bien y agradar a los demás? Hoy toca una píldora muy práctica. Vamos allá.

En este vídeo partimos de que tienes un mínimo de habilidades sociales que te permiten interactuar con los demás de una manera satisfactoria, pero que quieres pulir algunos aspectos para ser una persona más agradable y con quien los demás disfruten de tu compañía. El resumen básico es: no seas gilipollas. Vale, y esto, ¿cómo lo hago? Vamos a ver.

  1. Primero, regla de oro: no hagas valoraciones ni juicios sobre el aspecto físico de la otra persona. Especialmente negativos. De verdad, no le interesa, no lo está esperando. A nadie le gusta escuchar un “te veo mal”, “estás gordo”, “tienes ojeras”. Ante la duda, aplica la regla de los cinco segundos: si lo que tienes que decir a la otra persona no se puede corregir en menos de cinco segundos, cállate la boca. Es decir, sí le vas a decir que es feo, gordo o calvo, mejor te callas, porque no hay mucho que pueda hacer en el corto plazo. Pero sí se ha dejado la bragueta abierta, esto tiene fácil remedio, y está bien que le adviertas para que lo arregle enseguida. Y cuidado también con los comentarios positivos, que a veces los carga el diablo: “qué bien te veo, menos mal que has perdido peso, es que antes…” La estás llamando gorda, sí. O ex gorda.
  2. Se flexible. Las personas cabezotas no suelen caer bien. No seas el tiquismiquis al que le parece mal todo lo que el otro propone. ¿Quedar en un bar? Hay mucho ruido… ¿En un parque? Es que hace frío. ¿El viernes? Es que llueve. ¿El sábado? Parece que hará mucho calor. Es agotador. No seas esa persona.
  3. En las conversaciones procura mirar más a los ojos a la persona con la que estás y menos a tu teléfono. Esto es una obviedad, pero a veces hay que recordarlo, si atiendes a tu mano no atiendes a quien tienes delante. Puedes vivir media hora sin tu teléfono. Y mucho menos interrumpas constantemente la conversación para atender llamadas, mandar audios o responder a comentarios de gente random en redes sociales. Eso no.
  4. También en relación a la conversación, un detalle importante es dejar hablar al otro: no le interrumpas constantemente. Por lo general a las personas les gusta sentirse escuchadas y comprendidas, y no sentir que estás esperando a que tome aire para soltar tu gran monólogo.
  5. Guarda tu opinión para cuando te la pidan. Aunque te sorprenda, el mundo no necesita saber tu opinión sobre todo en todo momento. Para desahogarte tienes twitter. Si alguien quiere saber tu opinión empleará claves sutiles como, por ejemplo, preguntarte qué opinas. Y lo mismo se aplica a los consejos.
  6. En general suele ser buena idea hablar menos de ti. No te pongas constantemente como ejemplo y evita que tus frases comiencen por “pues yo…”, “pues a mí…”. Eso no quiere decir que seas una persona opaca y que no compartas nada sobre tu vida, no. Pero al menos hazlo cuando hayas dejado hablar a la otra persona y sin pasarte. Vamos, que no seas pesado.
  7. Muestra interés por el otro y su entorno. La persona que tienes delante tiene una vida, un trabajo, una familia, unas aficiones… y todo eso es importante para ella. Muestra interés por lo que ella muestra interés.
  8. En relación con eso, trata de recordar los aspectos importantes de la vida de la otra persona. Y si eres malo recordando, anótalos si hace falta. Por ejemplo, no está de más recordar cómo se llama la pareja o los hijos de la persona con la que estás hablando. Un truco es anotarlo en su contacto del móvil. Siempre hay un apartado de notas en el que puedes poner esa información. Si en vez de preguntar por “tu pareja” le preguntas “Oye, ¿qué tal está Sofía?” mucho mejor. Si ocurre algo importante en su vida, no está de más recordarlo e interesarte por ello. Si sabes que van a operar a su padre o que está pendiente de reformar su casa, puedes anotar en tu agenda “preguntar a Fulanito por su padre”.
  9. Comparte su ilusión y su entusiasmo. Si, por ejemplo, te enseña el coche nuevo que se ha comprado, trata de señalar los aspectos positivos de su decisión y ahórrate la crítica. Más que nada porque ya ha decidido. No es el momento de deslumbrar con tus conocimientos de mecánica para mostrarle la mala decisión, que según tu criterio, ha tomado.
  10. Y algo que tampoco viene mal es evitar la confrontación en temas en los que difícilmente uno u otro vais a cambiar de opinión. Es como el meme ese de “he descubierto el secreto de la felicidad. Es no discutir con imbéciles” y el otro le contesta, “hombre no creo”, y el primero le contesta: “vale, tienes razón”. Pues eso.

En definitiva, intenta ser amable y tratar a los demás con educación y respeto. Realmente nada de lo que hemos contado hoy es la cuadratura del círculo: no juzgues el aspecto físico del otro, déjale hablar, no le menosprecies, muestra interés por su vida… Vamos, cosas muy básicas pero que a veces no está de más recordar.

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