TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo

Hay personas que viven atrapadas en un bucle de pensamientos obsesivos que les llevan a hacer conductas de todo tipo. Comprobar muchas más veces de lo razonable si han cerrado la puerta de casa o el gas, tener que pulsar los interruptores un número determinado de veces, repetir una palabra cada vez que ven o escuchan cierta cosa, caminar solo por las baldosas de un color determinado o lavarse las manos varias veces al día como si fueran a entrar en quirófano. Esta semana hablamos del Trastorno Obsesivo Compulsivo o, como se le suele llamar habitualmente, TOC. Vamos a verlo.

Quizá después de los ejemplos que os he puesto os vienen a la cabeza pelis como Mejor imposible o Toc Toc, por poner dos ejemplos. Y sí, son pelis que están muy bien, yo me he divertido mucho viéndolas. Pero como psicólogo ya os digo que el TOC no es nada divertido…  Las personas que lo sufren viven muy limitadas por sus síntomas, y en muchos casos se convierte en un problema crónico.

El TOC, como su nombre indica, es un trastorno que se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son pensamientos involuntarios que causan mucha ansiedad. Las compulsiones, por su lado, son una serie de conductas desadaptativas que, disminuyen la ansiedad que generan las obsesiones. Hasta aquí no habría problema: tenemos un pensamiento negativo, pero encontramos una conducta que lo neutraliza. Fin del problema, ¿no?

Pues no. El quid de la cuestión está en que ese alivio de la ansiedad es solo temporal, y las compulsiones paradójicamente acaban formando más parte del problema que de la solución. Os pongo ejemplos: un paciente que vive obsesionado por la idea de enfermar gravemente por los virus y bacterias que hay en sus manos. Por ello, debe lavarse las manos de una manera muy minuciosa cada vez que toca algo que podría estar “contaminado”. ¿El problema? Que prácticamente todo lo que toca está, según su criterio, “contaminado”. Al final esa forma de lavarse las manos le acaba produciendo heridas e invierte tanto tiempo en estos rituales que le impide llevar a cabo una vida normal.

Otro ejemplo. Una paciente tiene dudas acerca de si ha cerrado correctamente el gas, con lo que estando de camino al trabajo tiene que dar la vuelta. Comprueba que está bien, y marcha de nuevo. Pero al cabo de un rato, vuelve la duda: “¿seguro que lo he comprobado bien?” El malestar es tan intenso, con imágenes de su casa y medio vecindario en llamas que, de nuevo, tiene que dar la vuelta y volver a comprobarlo otra vez. Y cuando estaba saliendo de casa, de nuevo la misma duda. Y esto le ocurre todos los días, varias veces al día respecto a distintas cosas: si ha cerrado el coche, el gas, las luces de casa… o incluso si ha atropellado a alguien por la carretera sin darse cuenta, por lo que tiene que deshacer varias veces parte del camino para asegurarse que no hay ningún cadaver en la cuneta y que ella no se había dado a la fuga sin pretenderlo.

Un último ejemplo. Un paciente que cada vez que piensa en un ser querido, si no repite mentalmente una larga lista de palabras y frases, está convencido de que esa persona va a tener un accidente y va a morir. Y claro, como no hay mejor forma de pensar en algo que no queriendo pensar en ese algo, su mente está constantemente repleta de imágenes de sus seres queridos, y él teniendo que repetir esos “conjuros” mentales sin descanso, hasta tal punto que no puede trabajar ni relacionarse con normalidad porque toda su atención está centrada en ese asunto.
Lo que os decía, que poca broma con el TOC. Las personas que lo tienen sufren muchísimo.

Si os fijáis en los ejemplos que os pongo, realmente no hay nada extraño en esas conductas. No hasta cierto punto. Por ejemplo, el paciente del lavado de manos: sí, es razonable que si tienes las manos muy sucias puedas contagiarte de algo y enfermar. El problema viene con qué es lo que considera que está “limpio” o “contaminado” y con esa frecuencia e intensidad de lavado de manos. La paciente de las comprobaciones. Todos hemos dado la vuelta para comprobar si hemos cerrado bien la puerta o el gas alguna vez. Y ahí está el tema: alguna vez. Lo compruebas y sigues tu camino. O si crees que es una duda poco razonable, aceptas la incertidumbre y sigues adelante sin comprobarlo. Pero esta persona es incapaz de evitar la comprobación, e incluso después de haberlo hecho se instala en ella esa duda patológica que le lleva a comprobarlo de nuevo varias veces. Y el paciente de los pensamientos sobre sus seres queridos; todos podemos tener pensamientos o ideas marcianas. Pero somos capaces de dejarlas pasar. Y precisamente ahí está la clave del TOC. Estas personas no tienen ideas muy descabelladas; de hecho, todos tenemos pensamientos obsesivos que nos generan malestar. La principal diferencia es que las personas que sufren TOC son incapaces de no hacer caso a esas ideas, y al final su vida acaba girando alrededor de sus obsesiones y sus compulsiones.

Muchos pacientes de TOC en la primera sesión me preguntan: “¿cuándo dejaré de tener estos pensamientos?” Y mi respuesta suele ser que, probablemente, nunca. Claro, imaginad la cara de decepción de la persona cuando escucha esto. Pero luego se lo explico, no soy así de cruel. Le cuento que no dejará de tener esos pensamientos porque todos los tenemos, que son normales. Que su problema no es tener esos pensamientos, sino la ansiedad que le generan y el hecho de no ser capaz de dejarlos ir. Las personas con TOC toman esos pensamientos muy en serio, tanto que al final todo gira entorno a ellos.

Gracias a la terapia, con el tiempo, pueden ser conscientes de que esos pensamientos que tienen son pensamientos obsesivos, que esas catástrofes que están anticipando si no llevan a cabo sus compulsiones nunca ocurren, y que pueden seguir con su vida a pesar de esos pensamientos. Y ahí está la clave: seguir a pesar de los pensamientos.
Como os digo, el TOC es un trastorno que genera mucho malestar, y en ocasiones la terapia puede llevar mucho tiempo. Sobre todo porque las personas suelen acudir después de mucho tiempo, a veces años, de tener esos pensamientos instalados. Y a más tiempo con esos pensamientos, más cuesta luego aprender a gestionarlos de otra manera. La medicación en estos casos suele ser más importante que en otros, hasta el punto que hay pacientes que no logran avanzar sin tener una pauta de medicación. ¿Durante cuánto tiempo? En algunos casos son semanas o meses, pero en otros casos tiene que mantenerse de forma crónica. Es algo que no suele gustar a quien tiene que tomar la medicación, pero afortunadamente a día de hoy existen estos recursos que permiten llevar a cabo una vida totalmente normalizada.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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