Trucos para que tu hijo se acabe toda la comida (y rápido)

Todos sabemos que darle la comida a un bebé o a un niño pequeño puede ser un verdadero dolor de cabeza. Pues bien, esta semana vamos a dar respuesta a algo que nos habéis pedido muchas veces: vamos a revisar algunos de los mejores trucos para lograr que tu hijo coma lo que le ponéis en el plato, y además, rápido. Que no están las cosas como para perder tiempo con esto.

Ahora es el momento en el que los que nos seguís desde hace tiempo estáis pensando: “vale, ya está Alberto otra vez con el viejo truco de decir una cosa para hablar de otra”. Y los que no nos seguís y habéis llegado aquí gracias al algoritmo de YouTube estáis a punto de llevaros la gran decepción. Porque si os ha sonado bien lo que he dicho en la intro, lo siento mucho pero ha sido un disparate detrás de otro. Pero espera, espera. Antes de que quites el vídeo. Déjame decirte solo una cosa, y es la idea que voy a explicar en lo que queda de vídeo: nunca hay que obligar a comer a un niño. Bueno, ni a un niño ni a nadie, pero es que si es una persona adulta al menos se puede defender y se te irán las ganas de volverle a obligar. Insisto: ni es una buena idea ni es necesario obligar a un niño a comer. No funciona, no vas a conseguir que “coma mejor” ni que esté más sano. De hecho, probablemente logres lo contrario. Y ahora, déjame que explique por qué. Ah, por cierto, un saludo a todas las abuelas y suegras a las que vuestros hijos y nueras os han pasado el enlace del vídeo 🙂

Todos hemos estado en algún momento enfermos, con esa sensación de tener el estómago cerrado y no ser capaces de ingerir ningún alimento, ni siquiera nuestra comida favorita. Es una sensación desagradable, tanto que si alguien nos obligara a comer pasaríamos un muy mal rato, puede que hasta el punto de llegar a vomitar lo que hubiéramos tomado. ¿A que sí?  Pues bien, vuestro hijo en ocasiones también puede sentirse así, incluso sin estar enfermo. Y obligarle a comer nunca es una buena idea. 

Por eso si tienes que quedarte con una única idea acerca de la alimentación infantil, que sea esta: nunca, nunca, nunca obliguéis a vuestro hijo a comer. Es una mala idea a nivel psicológico, médico y nutricional. No es posible conseguir un buen clima en las comidas si los padres presionan, fuerzan u obligan a sus hijos a comer. Presiones que van desde los «avioncitos» hasta el «come y calla», pasando por el «venga, que ya casi te lo has acabado». Sí, el avioncito y los dibujos también es obligar a comer.

Obligar a un niño a comer es una mala idea por diferentes motivos: uno es que implica que el niño desatienda sus mecanismos de hambre y saciedad para prestar atención a señales externas (si el plato está lleno o vacío, las indicaciones de sus padres, etc.) que no tienen nada que ver con sus necesidades energéticas. 

Los humanos, como el resto de animales, tenemos unos mecanismos de regulación del apetito que, por lo general, funcionan muy bien. Así, si un niño necesita energía, sentirá hambre y comerá tanto como necesite para apagar esa señal biológica de alarma que le ha llevado a comer. Y, por el contrario, si no tiene hambre, no comerá, porque probablemente no lo necesite. El pediatra Carlos González lo expresa muy bien en su libro Mi niño no me come: ahí dice: «Todos los animales de este mundo comen lo que necesitan. No se encuentra uno, paseando por el campo, bichos muertos porque nadie les dijo que tenían que comer. Cada uno elige, además, la dieta adecuada para su especie; y es tan difícil encontrar a un conejo comiendo carne como a un lobo comiendo hierba».

Si forzamos a un niño a comer, de manera progresiva estaremos haciendo que deje de prestar atención a sus propias señales internas que le dicen tengo hambre o no tengo hambre y que comience a regularse más por factores externos: tengo que comer o no tengo que comer, lo que a largo plazo puede llevarle a tener problemas de sobrepeso o de obesidad, con sus problemáticas asociadas. Por este mismo motivo tampoco es recomendable utilizar la comida como premios o castigos.

Espero que no, pero si alguna vez habéis forzado a vuestro hijo a comer habréis visto como no es fácil. Menos mal. Esta dificultad se debe a que el niño tiene lo que podríamos llamar “mecanismos de defensa” para impedir una «sobrealimentación» cuando realmente no necesita en esos momentos ser alimentado. Para ello se sirve de todo un abanico de respuestas para defenderse de esa “agresión” que van desde simplemente decir «no», a apartar la boca, escupir lo que entre en la misma o incluso vomitar lo que accidentalmente haya tragado. Entonces, como estaréis imaginando, si forzamos al niño a comer, acabaremos haciendo que establezca una relación emocional negativa con la comida y el momento de comer, lo cual agravaría el problema de lo poco que come, con lo que también puede ser contraproducente si lo que queremos es que coma. 

Y es que la alimentación tiene un papel muy importante en el proceso de socialización de los niños y en la formación del vínculo emocional entre padres e hijos. Pasamos mucho tiempo alrededor de una mesa, compartiendo alimentos, conversaciones, experiencias, miradas, juegos, risas… O podemos compartir todo lo contrario: gritos, insultos, silencios, chantajes, amenazas, llantos, angustia… por eso es muy importante que el contexto en el que se da la comida sea agradable para todos los que comparten ese momento. Porque no todo vale con tal de que el niño coma y, de hecho, muchas veces lo menos importante va a ser el alimento que entre por su boca. El momento de la comida debería ser un tiempo en el que la familia disfruta y comparte no solo los alimentos, en el que a poder ser, todos deberían estar juntos, y no comiendo por turnos como en el comedor del colegio. 

En definitiva, que es más recomendable y más ético respetar sus decisiones y fiarnos de sus propias señales de apetito o saciedad. Porque solo hay una persona en el mundo que sabe exactamente lo que tiene que comer vuestro hijo, y ese es vuestro propio hijo. Hacedle caso. 

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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