La historia de Phineas Gage: ¿qué nos enseña del cerebro?

Hoy os voy a contar la historia de Phineas Gage, un obrero de ferrocarriles que vivía en un pequeño pueblo de Estados Unidos a finales del siglo XIX y que nos ha enseñado algo clave sobre el funcionamiento del cerebro, algo que nos ayuda cada día a comprender mejor a nuestros hijos y sus rabietas. 

Este personaje se llamaba Phineas Gage, y como os digo, fue un obrero de ferrocarriles que vivía en un pequeño pueblo de Estados Unidos a finales del siglo XIX. El 13 de septiembre de 1843 se encontraba dirigiendo un grupo de trabajadores que tenían como trabajo volar rocas para la construcción de una línea de ferrocarril. Para preparar las detonaciones, tenían que perforar un agujero en la roca, y ahí añadir explosivos, un detonador y arena. Todo eso se compactaba con una barra de hierro para, posteriormente, proceder a la detonación. Nuestro protagonista se encontraba justo en medio de estas tareas cuando a las 16:30 de la tarde, según cuentan los periódicos de la época, parece ser que se creó una chispa mientras compactaba la mezcla con su vara de hierro, probablemente porque se le olvidara añadir la arena a la mezcla. El caso es que esta chispa produjo una explosión que haría que la barra que sostenía entre sus manos, de un metro de longitud y 3 centímetros de diámetro, saliera disparada a una enorme velocidad atravesando su cráneo. La vara entró por el lado izquierdo de su cara, pasó por detrás su ojo izquierdo y salió por la parte superior de la cabeza. 

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Tras la explosión, todo el mundo se giró a ver lo que había ocurrido, y vieron a Phineas Gage en el suelo, en un gran charco de sangre, con la cabeza destrozada. Pero pese a que todos le daban por muerto, sorprendentemente no fue el caso. Phineas Gage se mantuvo consciente en todo momento, e incluso un rato después del accidente ya se encontraba hablando con los médicos que le atendían y los testigos del accidente. Se cuenta que, al médico que se acercó a socorrerle minutos después del accidente, le dijo: «Doctor, aquí tiene mucho trabajo por delante». 

Pues bien, en contra de todo pronóstico, pocas semanas después del accidente, los médicos consideraron que Phineas Gage estaba totalmente recuperado y le dieron el alta. En muy poco tiempo se había recuperado! pero sólo aparentemente, porque después del accidente nunca volvió a ser el mismo. Quien hasta el momento del accidente había sido un hombre prudente, responsable, a quien sus compañeros consideraban «el más eficiente y capaz capataz que habían tenido jamás» se volvió irregular, irreverente, blasfemo e impaciente. Era obstinado cuando le llevaban la contraria, pero pese a que continuamente estaba pensando en planes futuros ”los abandonaba rápidamente”, y se dice de él que era muy bueno a la hora de «encontrar siempre algo que no le convenía». Perdió su trabajo en el ferrocarril y su capacidad para mantener cualquier otro por mucho tiempo: o bien lo dejaba, o le despedían, siendo además frecuentes las discusiones con sus compañeros. Al final, el pobre Phineas Gage acabó de circo en circo, mostrando sus heridas, y llevando siempre consigo la vara que le atravesó el cráneo. 

Recordemos: obstinado, irreverente, impaciente, irregular, blasfemo… ¿Os suenan de algo esas características? Hoy sabemos que el área que se lesionó Phineas Gage en su accidente es la corteza prefrontal del cerebro; ésta área es la encargada de funciones como el pensamiento complejo, la planificación, la toma de decisiones, el control de impulsos, la empatía, la solución de problemas, y un largo etcétera. El cerebro humano es un órgano de una complejidad enorme. Cada pequeña área, cada pliegue, giro o circunvolución de la corteza cerebral tiene una función muy específica, y si se lesiona esa área, perdemos ciertas habilidades, y es lo que le ocurrió a este hombre. 

Pero los niños pequeños tampoco muestran estas funciones, y afortunadamente no es por haber sufrido ninguna lesión similar… ¿por qué? Cuando nace un niño, aunque le veamos “muy completito” con sus brazos, sus pies, sus orejas, sus deditos… en realidad no está “terminado de hacer” del todo, sus órganos son aún inmaduros y necesitan un tiempo hasta alcanzar su funcionamiento adulto; y entre todos los órganos, el que más tiempo va a necesitar para terminar de madurar es su cerebro. Además, no todas las áreas del cerebro se desarrollan igual ni al mismo tiempo. ¿Y sabéis cuál es la región del cerebro que más tarde finaliza su maduración? ¡Bingo! La corteza prefrontal. ¿Y sabéis exactamente cuándo se completa su maduración? En la segunda veintena de la vida… Sí, sí… pasados los 20 años. 

La corteza prefrontal tarda tanto en madurar porque es la encargada de controlar las conductas más complejas de las que somos capaces las personas; es el área que Phineas Gage se lesionó, y la que vuestro hijo no ha podido desarrollar aún, de ahí lo irritante que puede llegar a ser su conducta en algunas ocasiones. ¡Paciencia! Ya sabéis que no es un proceso rápido precisamente.

El caso de Phineas Gage se estudia en todas las universidades, y gracias a él conocemos cuáles son las funciones de la corteza prefrontal del cerebro. Hasta aquel momento (y hasta bastante tiempo después, de hecho), la corteza frontal del cerebro se consideraba una estructura sin ninguna función; de hecho, se denominaba “corteza” porque se pensaba que su función se limitaba a eso, a proteger otras estructuras del cerebro profundo, y que no servía para nada más… ¡Estábamos tan equivocados! Este caso está considerado como una de las primeras pruebas científicas que sugerían que una lesión del lóbulo frontal podía alterar aspectos de la personalidad, la emoción y la interacción social. 

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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