Por qué «buscar tu pasión» puede acabar convirtiéndose en una trampa

Es muy conocida la cita de Confucio que dice: “escoge un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida”. Suena bien, ¿no? Si te dedicas a algo que te mola, estás tan motivado que el trabajo no cuesta casi esfuerzo, te lo pasas pipa currando, y además, a final de mes, te dan una pasta por eso. Pero pasa como con muchas otras cosas que, aunque de primeras, suenan bien, luego resulta que no es tan fácil… Vamos a ver.

Hace ya tiempo os hablaba de la historia de un escritor francés que iba de peregrinaje a la catedral de Chartres, y que se iba encontrando con obreros por el camino. Todos estaban picando piedra, malhumorados. Cuando les preguntaba qué hacían, simplemente le contestaban que estaban picando piedra. Pero vio a un obrero con un aspecto diferente, mucho más feliz, y cuando le preguntó qué hacía, éste no le dijo que estaba picando piedras, le dijo que estaba construyendo una catedral…

A ver, esto está muy bien, que sí, que cuanto más motivado estés por algo, mejor y menos penoso te será. Pero es que si todos tuviéramos que estar tan felices con nuestro trabajo, habría profesiones (o servicios) que nadie querría hacer, y son necesarios. Al fin y al cabo, el trabajo es trabajo, lo pintes como lo pintes. Te pagan para que hagas algo que, de otra forma, es probable que no hicieras. Sí que es cierto, que hay personas que disfrutan un montón con su trabajo, yo el primero, pero no por eso deja de ser trabajo. La idea de la cita con la que hemos empezado el vídeo está bien, pero si la tomamos demasiado literal, puede resultar un poco frustrante para algunas personas.

Yo esto lo veo muchas veces en la consulta. Personas que se sienten frustradas porque no han conseguido ese trabajo que les apasione. Es una pena, porque esas personas tan súper motivadas con trabajos súper motivantes, en realidad no son tan frecuentes. Y lo son mucho más las que sienten que han tenido que resignarse a un trabajo “del montón”. Y es que esto de “seguir tu pasión” suena bien, pero luego en el mundo real hay un montón de condicionantes que lo suelen complicar todo bastante, y es una pena quedarse con esta sensación de estar fallándote a ti mismo cuando quizá con tus circunstancias no es muy razonable “dejarlo todo para seguir tus sueños”.

Al hablar de motivación podemos distinguir entre dos tipos: la intrínseca, que nace desde dentro, de nuestras preferencias y gustos, y la extrínseca o externa, que viene condicionada por las consecuencias de nuestra conducta. Haciéndolo fácil: la intrínseca es cuando hacemos algo por el placer de hacerlo. La extrínseca, por lo que obtengamos al hacerlo. Pues bien, se ha visto que cuando recompensamos externamente una conducta que estaba motivada intrínsecamente, ésta motivación pasa de ser interna a externa. Es decir, que si te pagan por tu afición (y tienes que hacer esto unas determinadas horas, todos los días, te apetezca o no, llueva o nieve), deja de ser afición y se convierte en curro.

Os cuento un ejemplo de esto que me pasó hace unos años: me escribieron para ofrecerme escribir en El País. Cuando leí el correo flipé bastante; la columna de psicología de El País Semanal tiene cierto prestigio, ha escrito ahí gente a la que admiro mucho, y tener ese privilegio y esa oportunidad me parecía algo increíble. Por supuesto, acepté sin dudarlo, y me curré muchísimo cada artículo para que mereciera estar allí. Y me gustaría pensar que lo conseguí, pero… ¿qué es lo que pasó? Después del primer artículo, me escribieron desde Recursos Humanos para pedirme los datos para facturar el artículo. Yo me quedé en plan: “¿Qué me estás contando?, que además me vais a pagar por esto?” ¡Y la verdad es que no lo pagaban nada mal! Me llevé una alegría enorme, pero sin darme cuenta, mientras estaba escribiendo el segundo artículo, empecé a echar cuentas de las horas que estaba invirtiendo, y a pensar si era “justo” para lo que pagaban por el artículo. Entonces me dí cuenta de lo que estaba pasando: lo que inicialmente estaba motivado intrínsecamente (el privilegio de poder escribir en el Pais), al ofrecerme una recompensa externa (pagarme por el artículo), se convirtió en trabajo. Por eso, aunque es importante dedicarte a algo que te gusta y que se te da bien, tampoco hay que sobredimensionar esto de “la pasión” por el trabajo, porque aunque inicialmente puedas sentirla, es fácil que con el tiempo esta sensación se vaya diluyendo entre pagas, facturas y obligaciones.

¿Que tu trabajo no es tu gran pasión? No te agobies, no eres el único; lo mismo le ocurre a un montón de personas, de hecho, me atrevería a decir que a la mayoría; el que está asfaltando carreteras a 40º el mes de agosto quizá tampoco está tan encantado, pero ahí está, y alguien tiene que hacerlo. La gente que trabaja de noche, con frío, con calor, limpiando lo que otros ensucian, velando por la seguridad de todos, haciendo guardias maratonianas, etc. En realidad si no todos, la mayoría de los trabajos suelen tener algún componente que los hace poco apetecibles… por eso nos pagan! Si este es tu caso, si tu trabajo tiene algo que hace que te resulte pesado, lo que nadie te impide es que fuera del trabajo encuentres ese algo que realmente te motive, que te ayude a evadirte, que compense lo poco motivante que es tu trabajo remunerado (que es el que te permite vivir). Tampoco es necesario que sea algo súper especial, pero sí que genere en ti esa ilusión que necesitamos todos: para algunos puede ser la lectura, los viajes, el dibujo, la música, la jardinería, algún deporte, un voluntariado, o replicar grandes obras de la ingeniería empleando palillos de bar. Yo qué sé… Y tampoco hace falta que sea siempre lo mismo. Cada momento de la vida tiene sus particularidades, y que algo te motivara con 20 años no significa que con 40 y una vida totalmente diferente siga funcionando para ti.

En resumen, que el trabajo es trabajo, y el ocio es ocio. No hay que perder la cabeza buscando ese trabajo tan motivante y tan especial, a veces quizá basta con que sea lo suficientemente bueno y que encaje con tu vida. Si allí no encuentras esta pasión, quizá la puedas encontrar fuera. Está bien querer mejorar dentro y fuera del trabajo, pero si esta idea hace más daño que bien, quizá sea mejor plantearlo de otra forma.

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