Cada vez va siendo más evidente la importancia de la salud mental y el papel que profesionales como psicólogos, psiquiatras o trabajadores sociales tienen para ayudarnos en momentos de crisis. Pero no solo eso; necesitamos profesionales, desde luego, pero sobre todo lo que necesitamos son unas condiciones de vida dignas que no produzcan tal nivel de malestar que acabemos necesitando la ayuda de estos profesionales. ¿Estaría bien, no?Vamos a verlo.
Cuando te pones a revisar estudios de psicología hay algo bastante llamativo: las variables sociodemográficas y económicas tienen un papel tan importante que muchos resultados pueden ser explicados solo por esas variables. O, al menos, tienen una influencia muy importante. Antes de acabar el video os contaré un estudio reciente en este sentido, que os va a sorprender mucho, ya lo veréis.
No recuerdo ahora quién lo decía, pero leí hace tiempo en un artículo algo así como que había una sola variable que podía explicar mejor que nada el rendimiento académico: el código postal de los padres. ¿Qué quiere decir eso? Que el lugar en el que uno nace tiene una importancia determinante en muchas otras cosas; desde el rendimiento académico a la esperanza de vida, pasando por el dinero que ganamos, las tasas de obesidad, tabaquismo, cáncer o ahora covid; y es que no es lo mismo nacer en Las Barranquillas que en Pozuelo. Muchas veces importa más el código postal que el código genético…
Ahora vivimos en un momento en el que las tasas de ansiedad, depresión, estrés o los problemas de sueño no hacen más que subir. El consumo de psicofármacos rompe records año tras año… ¿Necesitamos más psicólogos? Sí, claro. La gente necesita ir al psicólogo. Pero esto tampoco es lo deseable. Lo ideal sería que la gente NO necesitara TANTO ir al psicólogo. Por qué esas tasas de ansiedad, depresión, estrés o insomnio tienen mucho que ver con unas condiciones laborales precarias, altas tasas de temporalidad, la dificultad para acceder a una vivienda digna, bajos salarios, dificultad para conciliar familia y trabajo, ciudades hostiles, las consecuencias de la pandemia, etc.
Esto puede parecer tirar piedras contra mi propio tejado, pero en realidad tampoco es así. Como podréis imaginar, a un rider que cobra 4€ la hora no le sobra la pasta como para ir cada semana o cada 15 días al psicólogo, no? Con suerte podría acceder a una hora de terapia cada dos meses en la seguridad social.
¿Que eso es un problema y la sanidad pública necesita más psicólogos? Por supuesto. ¿Que si esta persona no cobrara 4€ la hora y no tuviera unas condiciones de vida miserables igual no le hacía tanta falta ir a ese psicólogo? Pues también. Y quizá lo suyo sería empezar por ahí.
Venga va, voy a echarle más piedras a mi tejado: la figura del psicólogo en algunas empresas. Cada vez más grandes empresas disponen de psicólogos en sus plantillas (aunque a veces no son psicólogos, sino coaches) para apoyar a los trabajadores que pasan por momentos complicados. Es parte de lo que algunos han llamado “el salario emocional”, beneficios que te proporciona la empresa que no son económicos sino de otro tipo. Disculpe señor empresario, esto está muy bien, sí. Pero yo no puedo pagar en Mercadona con mi salario emocional. Tampoco la reparación del coche o el abono de transporte. Lo que necesito es dinero y unas condiciones de trabajo dignas. Lo que no está claro es tener unas condiciones laborales draconianas, una presión insoportable, amenazas constantes, objetivos inalcanzables… y luego ofrecer los servicios de un psicólogo o cocah que repare los desperfectos. No debería funcionar así la cosa… Quizá si provocamos menos incendios resulta que necesitamos menos bomberos, no sé si me explico…
Y es que sí, ¡oh sorpresa!, resulta que el dinero es importante. Y me diréis: “El dinero no da la felicidad”. A VER. Vale que no te la da, o al menos no te la garantiza, pero pasarlas canutas para satisfacer las necesidades más básicas ya te digo, que feliz feliz no te hace. Como podréis imaginar, es necesario tener las necesidades básicas cubiertas para que podamos plantearnos otras cosas, por eso es casi insultante que nos quieran vender lo del crecimiento personal a la vez que asfixian a los empleados…
Pero bueno, el estudio que os decía. Se ha publicado hace poco en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America y lo que hicieron es que cogieron un grupo de madres con bajos ingresos y les dieron mensualmente dinero en efectivo durante todo el primer año de vida de sus hijos. ¿El resultado? Pues han visto que darles dinero a las madres cambia la actividad cerebral de sus hijos de una forma que se asocia con un mejor desarrollo cognitivo. Las diferencias fueron significativas y equivalentes a otras intervenciones educativas, y fueron lo suficientemente sólidas como para afirmar el papel que el dinero puede tener en el desarrollo cerebral de las criaturas.
Habitualmente los niños de familias más desfavorecidas comienzan ya la escuela con unas habilidades cognitivas más débiles, que se explican en base a su desarrollo cerebral: ¿por qué se produce esto, por el dinero, por la forma de educar de los padres, por la influencia del entorno? Pues no lo sabemos a ciencia cierta pero, sea como sea, el dinero claramente influye en el resto de factores. Este estudio que os comento muestra como la pobreza hace que los niños no tengan las mismas condiciones de salida, ya desde edades muy tempranas. Lo que decíamos del código postal, vaya…
Parece que éste es el primer estudio que demuestra que el dinero, en sí mismo, tiene un impacto importante en el desarrollo cerebral de los niños. Y esto es algo muy importante que debería tenerse muy en cuenta a para establecer políticas públicas si de verdad queremos ofrecer oportunidades iguales a los niños independientemente de su origen.
Aún queda pendiente de ver cuál es el mecanismo por el que el dinero altera el desarrollo cerebral: puede ser por haber tenido acceso a una mejor alimentación, puede que esto haya reducido los niveles de estrés familiar, por haber permitido a las familias trabajar menos y estar más con sus criaturas… Como sea, la evidencia está ahí.
En resumen: que sí, que ir al psicólogo está muy bien, qué os voy a decir yo, claro. Ayudamos a mejorar la calidad de vida de las personas, a manejar mejor la ansiedad, los problemas emocionales, el estrés… pero nuestro papel no debería ser compensar las deficiencias de un sistema enfermo que lleva a las personas a vivir al límite.