Lobos veganos e infancias edulcoradas

Lobos veganos, villanos torpes, monstruos miedosos… no sé vosotros, pero yo, la verdad, estoy un poco cansado del modo en que estamos edulcorando las historias que les contamos a los niños. Y esta moda de mostrar historias súper positivas, educativas y saludables, desprovistas de cualquier elemento que pueda incomodar (pero también divertir) a los niños, acaba pervirtiendo la función y el mensaje original de las narraciones infantiles. Y esto creo también es un síntoma más de la poca confianza que tenemos en los recursos de los niños. Vamos a verlo.

Pues eso, que estoy de los lobos veganos hasta el gorro. No, un lobo no tiene que invitar a una ovejita a cenar y tomar juntos una sopa de verduras. Un lobo se la zampa sin pensárselo, porque forma parte de su naturaleza. Pero es que nos hemos metido de lleno en una dinámica tan de lo políticamente correcto, que cuesta encontrar personajes fieles a su naturaleza. De hecho, hoy en día cuesta bastante encontrar una versión (actual) de Caperucita Roja en la que el lobo se zampe a la abuela y después el cazador le abra en canal para sacarla, (esto por no hablar de versiones anteriores en las que Caperucita se come sin saberlo a la abuela mano a mano con el lobo, o en las que el lobo al final se come también a Caperucita) Todo esto ha ido desapareciendo, porque ¡Oh, pobrecitos los niños, es que se van a traumatizar! A ver… vayamos por partes y empecemos reflexionando un poco sobre del por qué de las historias infantiles. ¿Por qué las contamos?

A lo largo de la historia se han empleado las narraciones orales para transmitir información de unas generaciones a otras. En tiempos en los que la lectura y la escritura no estaban al alcance de todos, la tradición oral ya contenía historias que se contaban unos a otros para poder así acceder a información, recursos y conocimientos. Poco a poco, conforme se va democratizando la lectura y la escritura, el acceso a la información, a libros, periódicos y revistas, por no mencionar internet y los medios audiovisuales, esa tradición oral ha comenzado a perderse, estado ya casi en peligro de extinción. Aunque todavía en muchas casas se mantiene la buena costumbre de juntarse alrededor de un buen libro, con una luz suave, para ver y escuchar una historia antes de ir a dormir. Muy probablemente vosotros también lo hacéis con vuestras criaturas, ¿verdad? A muchos nos encanta, y sin duda, es un hábito mucho mejor que ver dibujos por la tele o en la pantalla del móvil o tablet.

Pues bien, como os decía, esa tradición oral ha creado infinidad de personajes y de monstruos, y se empleaban las historias que éstos protagonizaban para contar algo que pudiera ser de utilidad a los niños: ser cautos al adentrarse en un bosque, ser prudentes ante personas desconocidas, el valor del esfuerzo y del trabajo… lo que sea que contara el cuento o la historia en cuestión.

Por ejemplo, antes hablábamos de Caperucita Roja; ¿de dónde sale esta historia? Pues es una narración oral que circulaba por Europa probablemente desde el siglo XI y que el escritor francés Charles Perrault recogió por escrito por primera vez en el siglo XVII. Esta versión es, sin duda, la más cruel de todas, aunque incluso Perrault se autocensuró al omitir escenas como en la que el lobo, disfrazado de abuela, invita a caperucita a tomar carne y sangre pertenecientes a la abuelita que acababa de descuartizar. Parece ser que Perrault quería dar una lección moral a las jóvenes que entablan relaciones con desconocidos, incluyendo de hecho, varias referencias sexuales en el cuento.

Pues bien, las últimas versiones que he leído de Caperucita Roja van desde una en la que hay un lobo vegano que se asusta de la niña, hasta otra en la que el lobo lo que quiere es robar la merienda de la niña, que en vez de matar a la abuela la esconde en el armario, y en vez de morir en manos del cazador sale despavorido al ver a un leñador. En alguno Caperucita se lamenta después de no haber invitado al lobo a merendar, sabiendo que éste solo quería comida. Creo que en el ejemplo de caperucita podemos ver cómo han evolucionado estas narraciones. Su objetivo en un primer momento no era entretener, era alertar de peligros, educar en una época en la que no habían informativos y las noticias no llegaban como hoy en día.

Pero claro, ante estas narraciones muchas familias temen que estos cuentos atemoricen o traumaticen a sus criaturas. Vale, en parte esa era su función: alertar de un peligro, emplear el miedo como herramienta de control. No queremos que nuestra hija se meta en la cama del primer lobo que se encuentre, ¿verdad? Pues eso. Pero el caso es que aunque puedan generar cierto miedo, en realidad estos cuentos sirven también para poder hacerle frente y superarlo.

Y es que los cuentos constituyen una poderosa herramienta para hacer frente a los miedos, tanto reales como imaginarios: a los monstruos, la oscuridad, los desconocidos, el fracaso, el rechazo, la escuela… o incluso el miedo a hacerse mayor. Los cuentos permiten mirar cara a cara a los miedos, ponerles nombre e incluso forma, desdramatizarlos, comprenderlos, compartirlos y normalizarlos. Y, además, nos dan herramientas para poder vencerlos. En todos los cuentos hay un personaje que se enfrenta a un reto que debe resolver. Tan solo por darnos la posibilidad de compartir y normalizar el miedo, los cuentos ya constituyen una herramienta de gran utilidad; pero además, cuando leemos el cuento, rápidamente nos identificamos con su protagonista, hacemos nuestro su problema, lo vivimos con él, y aprendemos de los recursos que éste pone en marcha para superarlo.

La fantasía y la imaginación pueden estar de nuestro lado en la lucha contra los miedos, ya que ese es es el lugar donde habitan muchos de ellos, y es precisamente el lenguaje de la fantasía y la imaginación el que se emplea en los cuentos. Ya sabemos que no se puede vencer un miedo sin exponerse a él, aunque sea en imaginación. Y si lo pensamos bien, ¿qué son, si no, los cuentos de miedo, sino una forma de tomar contacto y enfrentarnos a nuestros miedos en un entorno seguro y acompañados de nuestros seres queridos? Al leer el cuento, el niño empatiza con el personaje y se expone junto a él, en su imaginación, al miedo que tiene delante. Experimenta la tensión que experimenta el protagonista, y siente su alivio cuando éste lo supera. Escuchar estas historias acompañado de sus figuras de referencia, actúa como una “vacuna contra el miedo”, inoculándoles un pequeño temor, manejable, que se da estando acompañados, y que ayudará a más adelante manejar otros que se les presenten.

Está claro que tenemos que adaptar las historias que contamos a la edad de las niñas y los niños; hay un cuentos para diferentes edades. Pero tampoco tenemos que subestimar la capacidad de las criaturas para hacer frente a según qué cosas. Obviamente, no estoy hablando de ponerles El Exorcista a niños de 6 años, pero ¿escuchar la historia de una niña confiada que acaba siendo zampada por un lobo? Pues que queréis que os diga, no lo veo tan bestia, sobre todo teniendo en cuenta que el lobo habla y hasta se viste de abuelita…

Hoy en día queremos transmitir también otros valores con los cuentos: el compañerismo, la solidaridad, la resiliencia, la empatía y inteligencia emocional y todo lo que queráis… pero ¡vayamos con cuidado no sea que al final acabemos empalagaos de tanto edulcorar los cuentos!

A la venta en todas las libreras nuestros libros "Niños sin etiquetas" e "Hijos y padres felices"".
En "Niños sin etiquetas" (Ed. Paidós, 2020) hacemos un recorrido por las etiquetas que más habitualmente se utilizan para calificar a los niños: consentidos, malcriados, caprichosos, mentirosos, desobedientes, tiranos, dependientes, mal comedores… Y damos algunas ideas, consejos y múltiples ejemplos para para educarlos evitando caer en ellas.
"Hijos y padres felices" (Ed. Kailas, 2017) es nuestro libro sobre crianza centrado en la etapa 0 a 3 años: apego, lactancia, alimentación, sueño y colecho, rabietas, límites, premios y castigos, movimiento libre, retirada del pañal… Aquí abordamos gran parte de lo que ocurre durante los primeros años de vida de los niños. 
Niños sin etiquetas alberto soler concepción roger
Y si os interesan los temas relacionados con la crianza y la educación, podéis acceder ya a nuestros cursos en la Escuela Bitácoras, “El sueño en la infancia”, “Rabietas y límites desde el respeto” y “Cómo fomentar la autonoma”. Cada uno de ellos con más de tres horas de contenido. Son cursos que puedes hacer a tu ritmo, viendo cada lección tantas veces necesites, e incluso descargando en mp3 el audio para escucharlo dónde y como quieras. ¡Y si utilizas el código ALBERTOSOLER tendrás un 10% de descuento!
Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
Tags: No tags

Responder

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.