Así es una relación sana de pareja

A veces nos planteamos si estamos compartiendo nuestra vida con la persona adecuada o si nuestra relación es una relación sana. Sin embargo, ¿sabríamos decir por qué una relación lo es? Esta semana analizaremos cuáles son las principales características que nos indican que una relación es sana. El contenido de este guión lo ha desarrollado nuestra compañera Conchín Blasco, quien se encarga de la terapia de pareja en nuestro centro y tiene una amplia experiencia en estos casos. Vamos a verlo.

Una pareja nunca sustituye a un buen amigo o un grupo de amigos porque tienen diferentes funciones sociales, pero la base de la pareja es la amistad. Para ello podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿es mi pareja la primera persona a la que me apetece contarle algo o compartir alguna cosa con él o con ella?

Otros componentes de la relación de pareja son la complicidad y la intimidad; si tenemos esto con nuestra pareja ya tenemos unos buenos cimientos donde basar un vínculo. Por otro lado, un aspecto que diferenciaría a un amigo/a de nuestra pareja es la atracción sexual. Si bien es cierto que la atracción va cambiando a lo largo de la relación (no es el mismo deseo el que experimentamos al inicio de la relación que cuando tenemos una relación más madura que ha evolucionado a lo largo de los años) es lógico que se manifieste de alguna manera, por ejemplo, cuando observamos a nuestra pareja haciendo algo y nos acude al pensamiento lo atractivo/a que está cuando canta, baila, hace deporte, cocina, juega con los niños, o hace lo que sea que nos parezca bonito o interesante.

Otro aspecto realmente importante es la aceptación; para saber si forma parte de nuestra relación también podemos hacernos algunas preguntas como: ¿me acepta como soy?, ¿le acepto yo a ella o a él?, o quizá… le elegí en su día, pero, ¿le volvería a elegir hoy?, ¿estoy forzando la cosa intentando que mi pareja sea otra persona que no es en realidad?, ¿estoy intentando que se comporte como yo quisiera y esto además nos frustra porque no logra satisfacerme? Si mi pareja no es lo que espero que sea o lo que me gustaría que fuera, quizá tengo que plantearme si realmente es la persona adecuada para mí o yo para ella.

Por otro lado, está el tema de si compartimos algunos valores comunes como los estilos de crianza, la co-responsabilidad en las tareas del hogar, el tipo de alimentación, si estamos de acuerdo en qué y cómo invertir nuestro dinero o nuestro tiempo de ocio, etc. No hace falta estar de acuerdo en todo, pero si tenemos valores y proyectos de vida muy diferentes, si cada uno estira hacia un lado, será complicado que la cosa funcione… Sin embargo, si tenéis proyectos y valores comunes, haréis equipo y sentiréis que vais en la misma dirección.
Pero como es imposible que estemos de acuerdo en todo, tendremos que ver también si somos capaces de alcanzar acuerdos, enfocándolo como una situaciones a resolver, sin imponer nuestro criterio ni generar competencia y, en consecuencia, resentimiento. (esto quizá sea diferente para cada pareja en función de sus estándares, origen, cultura, etc).

Merece una mención especial la honestidad como uno de los pilares básicos de cualquier pareja, no tiene ningún sentido querer ocultar o mentir a una pareja, porque pertenecemos al mismo equipo; en cualquier caso, no ser honestos con nuestra pareja puede conllevar la perdida de la confianza y sin ella es muy difícil establecer vínculos sanos.

Otro pilar importante es entender que, aunque estemos en pareja, seguimos siendo libres. Amar desde la libertad significa entender que nadie pertenece a nadie, que somos personas completas con necesidad de nuestro espacio privado y nuestra intimidad. La idea sería que nuestra pareja esté con nosotros libremente porque quiere, no mediante manipulaciones que impidan que encuentre a otra persona.

A veces puede darse que algún miembro entienda que debe dar(se) completamente al otro sin esperar nada a cambio, que el amor lo perdona todo o que amar es sufrir: estos serían algunos de los mitos del amor romántico que deberíamos desterrar, porque en realidad, una característica fundamental en las relaciones de pareja sanas es la reciprocidad, al igual que en la amistad. Para mantener una relación sana las necesidades de las dos personas deben ser cubiertas, también las afectivas, y ambos deben poner de su parte para estar todos bien. No puede recaer todo el peso en una persona, o al menos la balanza no puede estar demasiado desequilibrada. Para estar en pareja, te tienes que ocupar de la otra persona, pero la otra persona también se tiene que ocupar de ti. Si esto ocurre en ambas direcciones, los dos ganan. Cuando es solo uno quien da y apenas recibe nada, cuando su pareja no muestra interés en conocer y cubrir sus necesidades y se acomoda en su posición de receptor, es cuestión de tiempo que aparezca la insatisfacción.

Pero ojo, que vale que el otro deba hacerse cargo, al menos en parte, de nuestras necesidades, pero también es nuestra responsabilidad hacerle saber lo que realmente necesitamos o queremos. El otro tiene que tener interés en cubrirlas, pero no puede ser un adivino que sepa todo lo que pasa por nuestra cabeza. Si queremos o necesitamos algo, tendremos que ser sinceros y expresarlo, no esperar a que el otro adivine.

En relación con esto de la reciprocidad está también el tema de la comunicación. En una relación sana tenemos que cuidar mucho la comunicación, ya que esto puede facilitar o complicar mucho la vida en común. Tendremos que aprender a negociar, ceder y llegar a acuerdos. Es importante evitar entrar en reproches y acusaciones, y tratar de ser asertivos y empáticos.

Y, por último, recordemos: las relaciones de pareja deben ser fáciles y satisfactoras; si estamos en una lucha constante para hacer que funcione, quizá tenemos que asumir que no está funcionando. En muchas ocasiones algún miembro de la pareja manifiesta que su pareja hace, dice o piensa esto o lo otro y le “chirría”. Pues bien, si eso sucede con bastante frecuencia, quizá es que eso sea algo que realmente “chirría” y no hay que sentirse culpable por no querer aceptar algo que te resulte inaceptable. Cuando algo no nos cuadra, quizá es que no debe cuadrarnos… Como decíamos antes, el amor no tiene por qué perdonarlo todo ni tiene que implicar sufrimiento. Cuando elegimos a una persona como pareja es para acompañarnos y apoyarnos desde el respeto, la confianza y la amabilidad, para compartir un proyecto de vida común, no para encadenarnos, machacarnos o pisotearnos.

Y claro, en relación a esto, es importante tener en cuenta que para mantener una buena relación de pareja hay que dedicarle tiempo. Para estar bien en pareja tenemos que compartir tiempo, actividades, ocio, paseos, charlas… como suele decirse, compartir es vivir. Si no compartimos tiempo y actividades con nuestra pareja, no será extraño que antes o después deje de serlo.

Pues bien, si tras revisar estas características sientes que en vuestro caso se cumplen, puedes estar tranquilo o tranquila, porque muy probablemente tenéis una relación sana; aunque en la vida habrá momentos y situaciones mejores y peores, en una relación sana se encuentra el apoyo necesario para sortear estos baches de la vida). Si por el contrario te sientes crónicamente insatisfecho/a o sientes que tu pareja no está cumpliendo con tus expectativas, o existen problemas en la convivencia con los que tropezáis casi cada día, quizá sea el momento de revisar las bases de la relación o incluso, en situaciones graves, quizá merezca la pena plantearse si lo mejor es ponerle un punto y final.

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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