Respetar los ritmos de los bebés o de los niños no significa darles libertad absoluta para hacer lo que les venga en gana. Muchas veces se confunden bajo el paraguas del respeto conceptos diferentes, que van desde la consecución de hitos evolutivos hasta el establecimiento de determinadas rutinas o hábitos. Hoy vamos a analizar por qué es tan importante respetar el ritmo evolutivo de cada niño, y cuál es la diferencia con permitirle tomar decisiones para las que todavía no está preparado. ¡Espero que os guste!
Cada niño es diferente; podemos tomar a dos niños del mismo sexo que hayan nacido el mismo día y vivan en el mismo pueblo, y ambos serán muy diferentes. Uno andará y el otro aún no; uno dirá más palabras que el otro o dormirá más horas del tirón. Y ambos son perfectamente normales. Cuando hablamos de la consecución de determinados logros evolutivos como el sueño, control de esfínteres, sentarse, caminar, hablar, alimentación complementaria, etc. debemos tener el máximo respeto posible por los diferentes ritmos que cada niño puede mostrar. Que haya cumplido los equis meses no implica que tenga que hacer todo aquello que pone en un manual o en una tabla, por esto es muy importante no forzar a un niño a hacer cosas para las que no está preparado: esto es lo que entendemos por respetar su ritmo evolutivo.
Pero a veces se confunde este respeto por el ritmo evolutivo del niño con permitirle dirigir las rutinas y hábitos familiares de un modo que quizá no es el más positivo para él mismo o para otros miembros de la familia. Hay que respetar el ritmo de cada niño, y a cada niño como ser humano; no por ser pequeño merece menos respeto que los adultos, si acaso más por lo indefenso que está. Pero no tenemos por qué aceptar cada decisión que el niño toma, porque en muchos casos pueden ser perjudiciales para él: no podemos respetar su deseo de caminar por el borde de la acera junto a los coches que pasan, por mucho que él lo quiera así. Pero sí deberíamos respetar su deseo de poder moverse con libertad y no estar demasiado tiempo atado en un carro. No podemos consentir su deseo de comer una bolsa llena de chucherías, pero sí deberíamos respetar su derecho a comer la cantidad que decida si se trata de alimentos saludables.
Debemos escuchar las necesidades de nuestro hijo e intentar satisfacerlas siempre que sea posible, pero sin eludir nuestra responsabilidad como padres. No todo es posible en todo momento, y si nuestro hijo es pequeño, aún no tiene la madurez suficiente para regular su conducta, hacer planes y tomar las decisiones que son mejores para él a corto, medio y largo plazo. Para ello nos necesita a nosotros, que le ayudaremos a poder regular su conducta y tomar ciertas decisiones que él aún no es capaz de tomar por sí solo. Ahí es donde tienen un papel importante el establecimiento de ciertos hábitos y rutinas diarias, que es en lo que me centraré en una próxima píldora, donde veremos cómo podemos ayudar a nuestros hijos a establecer unas rutinas positivas para ellos.
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Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
Muy buena síntesis de un elemento clave en la educación. Llevo años explicando a padres que permitir que su hijo haga todo lo que le de la gana es «antieducativo». Esto no le va a hacer un niño (y un adulto) más libre, más creativo (?) y más feliz. Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a su hijo que hay límites (normas, si se prefiere). Límites físicos (andar por el borde de la acera,…) y sociales (de respeto y convivencia con los demas). Con cariño y con respeto, pero hay límites.
[…] En la anterior píldora sobre crianza estuvimos viendo las diferencias entre el ritmo evolutivo de los niños y los ritmos diarios o rutinas. Como os prometí, hoy vamos a profundizar un poco más en este último punto para comprender por qué son importantes las rutinas y cómo podemos ayudar a nuestros hijos con ellas. Me centraré en un momento concreto donde las rutinas son especialmente importantes: la hora de ir a dormir. ¡Espero que os guste! […]
[…] gestión del dinero. Para saber gestionarlo y manejarnos con él, tenemos que aprender y practicar. No podemos dejar a los niños que organicen todo el tiempo de la familia, igual que no les dejamos q…. Pero si nunca han podido practicar con pequeñas cantidades de dinero (habitualmente se les da una […]