Aceptación o resignación: qué hacer cuando algo no tiene solución

Hay veces que tenemos un problema y la solución pasa por pensar un plan, analizar todas las opciones, elegir la mejor y llevarla a cabo. Pero, ¿qué ocurrre cuando nuestro problema no tiene solución?, ¿aceptación o resignación? Es lo que hoy vamos a ver.

 

No todos los problemas tienen solución. Ojalá la tuvieran, pero por desgracia no es así. Muchas de las cosas que nos afectan en el día a día y nos hacen sentir tristes, ansiosos o preocupados no tienen una solución clara, o al menos esa solución no depende de nosotros. Entonces, ¿qué podemos hacer?

El primer paso ante un problema determinado es precisamente ese: tenemos que preguntarnos si ese problema que nos está causando malestar tiene solución o si no la tiene. O, mejor dicho, si nosotros podemos hacer algo para cambiar ese problema. Si podemos, fantástico, “solo” tenemos que reservar energía y tiempo para abordarlo. Y si nos faltan recursos, nos buscamos la vida para tenerlos. En parte a eso nos dedicamos los psicólogos.

Pero hay veces que ese problema no tiene solución, o si la tiene, no depende de nosotros. Esto que puede parecer muy evidente, a veces no lo es. Muchas personas se quedan enganchadas en este punto por no haber identificado correctamente el tipo de problema que tenían. Una de las consecuencias más habituales es emplear gran cantidad de esfuerzo y de tiempo en pensar una y otra vez acerca de su problema, creyendo que si le dan muchas vueltas al final lograrán a una solución. Pero no. No siempre existe esa solución.

El problema entonces es doble: tenemos una situación que nos está generando malestar, y además estamos perdiendo mucho tiempo y energía en cambiar algo que no se puede. Llegados a este punto, un paso necesario para poder sentirnos mejor es el de aceptar la situación.

La aceptación es algo que habitualmente nos cuesta, porque parece una estrategia de afrontamiento muy pasiva. Creemos que no estamos haciendo nada, cuando realmente no es así. Aceptar aquello que no puede cambiar es un proceso difícil, costoso, pero que da como resultado un mayor bienestar y tranquilidad emocional. Muchas personas no se sienten cómodas con la idea de la aceptación porque la confunden con la resignación, y no es lo mismo. Aceptación es dejar de luchar contra algo que no puede cambiar. Por el contrario, la resignación implica abandonar la lucha de algo que sí puede cambiar. Os pongo un ejemplo. Hay muchas personas que viven frustradas porque sus padres no son como ellos desearían: “es que mi padre es muy cerrado, muy poco comunicativo”. Y cada dos por tres tienen grandes discusiones porque intentan hacerle ver a su padre lo importante que es para ellos el diálogo, que tienen que comunicarse más, pero su padre erre que erre. Y esto les genera un malestar enorme que les impide disfrutar de su relación, tal cual es. No de la relación ideal que uno de ellos tiene en la mente. No, de la relación real que tienen. En este sentido, suelo emplear una metáfora que ayuda bastante a comprenderlo. Suelo decir a mi paciente: imagina que a tu padre le faltara una pierna. ¿Te frustrarías porque no podéis dar largos paseos juntos? Probablemente no. Aceptarías sus limitaciones e intentarías que vuestra relación fuera satisfactoria por otras vías. Pues igual que existen las discapacidades físicas, digamos que también existen las discapacidades emocionales. No me lo toméis literal, que esto no es un término clínico, pero así nos entendemos. Pues bien, esto es la aceptación. Dejar de darse cabezazos contra la pared por lo que no puede cambiar. ¿Y la resignación? La resignación es ese examen que tienes la semana que viene y que has decidido que no te vas a preparar, porque a estas alturas ya no merece la pena. Sabes que si te lo curras lo apruebas, pero decides no hacerlo. Te has resignado. Creo que queda claro que no es lo mismo, ¿verdad?

Aprender estas distinciones, entre lo que se puede cambiar y lo que no, entre lo que es la aceptación y lo que es la resignación, nos puede ayudar a economizar energía, dejar ciertas luchas que no tienen sentido, y en definitiva, vivir un poco más tranquilos, ¿no os parece?

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Licencia Creative Commons Este artículo, escrito por Alberto Soler Sarrió se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España.
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